«Que nunca se nos olvide que no hay nada más grande que ayudar a los demás». Esta frase concentra la esencia de la última campaña de Fundación MAPFRE que, bajo el lema, «Un futuro más humano» quiere recordar la importancia del compromiso y de la responsabilidad individual a la hora de construir un mundo en el que nadie se quede atrás. Una filosofía que llevamos aplicando desde hace más de 45 años.
TEXTO: LAURA SÁNCHEZ IMÁGENES: FUNDACIÓN MAPFRE
La campaña «Un futuro más humano» lanzada por Fundación MAPFRE se apoya en un vídeo que se desarrolla en un vagón de tren. Tres generaciones se encuentran sentadas en un mismo compartimento: una niña, su madre y un hombre de avanzada edad que porta una misteriosa maleta de aspecto envejecido que enseguida despierta el interés de la pequeña. Mientras la madre se retira para atender una llamada telefónica, la niña y el anciano comienzan una conversación basada en la inocente sinceridad y en la curiosidad de la pequeña. «¡Qué maleta más vieja! ¿Qué llevas dentro?».
vSólo un niño podría comenzar este tipo de conversación. La mirada solidaria y sin prejuicios de la infancia se convierte en el vehículo ideal para que el hombre —la personificación de Fundación MAPFRE— demuestre que, en realidad, todo lo necesario para ayudar a los demás cabe en una maleta: libros para compartir el conocimiento con todo aquel que quiera aprender y no puede; llaves de las casas de todas aquellas personas que se sienten solas y que necesitan a alguien a su lado; un tazón de sopa calentita capaz de alimentar y reconfortar a partes iguales y que ha sido cocinada con un gran corazón; una enorme lista de contactos de personas dispuestas a ayudar y a movilizarse para contribuir a que otros encuentren un trabajo digno; un diccionario en el que no se recoge la palabra «raro», sobre todo referida a las enfermedades; un espejo que tiene el poder de que las personas con discapacidad intelectual vean reflejado en él su gran talento… Y, al final, lo más importante: un hilo rojo que el hombre anuda en uno de los dedos de la niña para que nunca olvide que no hay nada más grande que ayudar a los demás.
Fundación MAPRE lleva cuarenta y cinco años de intenso viaje portando esa maleta llena de proyectos a través de los que trabaja para que nadie se quede atrás. Y año tras año, ya sea en época de bonanza o de crisis, se reafirma en el inmenso poder que tienen las personas cuando se juntan para conseguir algo. Lo hemos visto, una vez más, durante el último año. El zarpazo de la pandemia ha podido ser un acontecimiento inédito, pero todos y cada uno de los proyectos desarrollados para responder a las situaciones generadas por la COVID-19 se han basado en la misma premisa y en los mismos valores que vieron nacer a nuestra fundación en 1975: tolerancia, confianza, cohesión, cordialidad, solidaridad y entusiasmo.
Este sentimiento solidario es para Fundación MAPFRE algo básico e inherente a su forma de entender las relaciones humanas: sin cooperación no hay progreso y, si hubiera una mínima posibilidad de avanzar sin que las personas colaboraran entre sí, ese no sería —en ningún caso— el tipo de progreso que inspira y mueve a los más de 10.000 voluntarios que trabajan en los más de 900 proyectos operativos actualmente. Todas las iniciativas en las que colaboran están inspiradas por una idea de progreso en la que todo el mundo avanza unido, con diferentes ritmos, capacidades y circunstancias condicionantes, pero ¡todos juntos!
Coordinando el trabajo de los voluntarios, el papel de los responsables de Fundación MAPFRE no es sólo el de guiar a las personas, sino el de ayudar a otros a tener éxito y a optimizar su potencial. La solidaridad no entiende de jerarquías, tampoco el compromiso: se trata más bien de formar a las personas para que cada uno, en un momento determinado pueda ofrecer el apoyo y la guía necesarios. Fundación MAPFRE empodera tanto a sus socios y beneficiarios para que no duden en ponerse al frente de cada proyecto.
Este sentimiento solidario es para Fundación MAPFRE algo básico e inherente a su forma de entender las relaciones humanas: sin cooperación no hay progreso
La retroalimentación y el estímulo son una parte vital del desempeño del equipo, sobre todo cuando compartimos una dirección común y un acusado sentido de comunidad. Fundación MAPFRE no puede estar más cerca de esa visión: intercambia información constantemente entre proyectos, responsables, voluntarios, beneficiarios… Analiza, aprende y mejora de manera que los equipos de voluntarios se hacen cada vez más responsables y toman conciencia del valor que aportan. La retroalimentación es necesaria para el crecimiento en todas las áreas de nuestra vida, sobre todo cuando compartimos una dirección común y un acusado sentido de comunidad.
En 2020, 978 proyectos de Fundación MAPFRE llegaron a más de 3 millones de beneficiarios repartidos en más 30 países de todo el mundo. Casi mil trenes directos hacia la búsqueda de mejores oportunidades para desarrollarse tanto personal como socialmente. Para que ningún pasajero de este tren se quede atrás, desde Fundación MAPFRE se fomenta la integración de colectivos en riesgo de exclusión social, ofrece respaldo y soporte tanto a las personas en situación más desfavorecida como a sus familias, apoya la educación como herramienta de desarrollo y facilita la incorporación al mundo laboral.
Todas las actividades de acción social se desarrollan en colaboración con instituciones y entidades sin ánimo de lucro. Estas entidades están plenamente enraizadas en sus distritos, localidades, ciudades, comunidades o países y no hay nadie mejor que ellas para detectar situaciones de necesidad sobre las que intervenir. Un buen ejemplo es el de la Fundación Grandes Amigos. Desde su creación en 1994, esta entidad atiende a más de 850 personas mayores en soledad no deseada. Su función es atender el acompañamiento afectivo de esas personas, algo que no puede suplir la administración, pero que hacen muy bien los 875 voluntarios que colaboran, atendiendo a los mayores, y creando con ellos una relación de amistad y de ayuda mutua. Su papel durante los meses de confinamiento en los peores momentos de la pandemia ha sido fundamental para este colectivo.
La presencia de Fundación MAPFRE en Latinoamérica es especialmente relevante. La colaboración con CESAL (Centro de Estudios y Solidaridad con América Latina) ejemplifica gran parte del trabajo que se realiza con los socios locales. Esta entidad centra su actividad en zonas marginales de ciudades donde se instalan muchas personas que proceden de las áreas rurales: desestructuración familiar, falta de trabajo y pobreza afectan a muchas de estas familias y por consecuencia a la calidad de vida y la educación de la infancia. El objetivo es fomentar la educación de las personas, principalmente niños y jóvenes, pertenecientes a estas comunidades desfavorecidas.
Fundación MAPFRE concibe la educación de forma integral, trabajando en proyectos educativos en los que, al mismo tiempo, se apoya la nutrición, la salud, la educación, el empoderamiento de la mujer y la formación para el acceso al mercado laboral.
Con la campaña «Un futuro más humano», Fundación MAPFRE quiere colocarnos a todos y cada uno de nosotros un hilo rojo en uno de nuestros dedos para que nunca olvidemos que una de las sensaciones más gratificantes que existen es la de ayudar a los demás. Afortunadamente, en un año tan complicado como fue 2020, en el que el coronavirus trastocó muchas actividades, eventos y programaciones, las ganas de colaborar de nuestros voluntarios aumentaron llegando a un 17 % por ciento más de beneficiarios respecto al año anterior. La solidaridad y el compromiso se acentúan en los tiempos difíciles