La Darüşşafaka Society de Turquía lleva 154 años ofreciendo becas de educación para niños que sean buenos estudiantes, a quienes les falte el padre o la madre y tengan dificultades económicas. La educación en condiciones de igualdad que persigue este programa se hace posible gracias al apoyo financiero de instituciones como Fundación MAPFRE.
TEXTO: CRISTINA BISBAL IMÁGENES: DARÜŞŞAFAKA SOCIETY
«Me gustaría ser médico, especializarme en enfermedades cardiovasculares e investigar en este campo». Esta declaración de intenciones no tendría por qué llamarnos la atención, aun viniendo de un chaval de solo 14 años. Sin embargo, lo hace. Porque quien habla es Şahin Murat Kocar, un niño sin apenas recursos para ir a la escuela, habitante de un pueblo de Turquía y huérfano de padre. Pero lo más sorprendente de todo es que sí tiene posibilidades de llegar a ser médico. Y las tiene gracias a Darüşşafaka Society, un proyecto creado en 1863 en Estambul, para ofrecer una educación de calidad para niños y niñas (hasta 1971, solo entraban varones) con escasos recursos y/o huérfanos. A lo largo de estos más de 150 años han conseguido cumplir con ese objetivo y es, hoy por hoy, una de las escuelas más prestigiosas, no solo de Turquía, sino también a nivel internacional.
Una de las claves de su éxito consiste en saber elegir al alumnado. Se les evalúa con un examen de admisión, una entrevista personal y un informe económico de la situación familiar. Y para garantizar la igualdad de oportunidades en la educación (uno de los lemas de la escuela), este examen se realiza en 20 provincias del país, a todos los chicos que quieran acceder al mismo. Para ello, el Ministerio de Educación colabora con la institución recopilando datos de todos los niños que estén cursando cuarto curso y a los que les falte, al menos, uno de los progenitores. A todos ellos se les envía una carta informándoles de lo que se les ofrece al acudir a esta escuela. El resto, depende de los resultados de las pruebas.
Eso sí, si son admitidos, deben tener claro que su vida va a cambiar de manera radical. Como le sucedió a Şahin Murat Kocar que dejó de vivir con su madre, de quien nunca se había separado hasta ese momento, para trasladarse a la ciudad de Estambul. Allí vive en una de las escuelas Darussafaka (las becas suponen alojamiento, alimentación y educación). Su experiencia no puede ser más satisfactoria: «Aquí tenemos que recoger nuestra habitación, hacernos la cama, ordenar el armario, incluso servirnos la comida. Vivir aquí requiere más esfuerzo y tiempo que en nuestros hogares. A veces es necesario tener este tipo de tareas para madurar».
Una de las claves de su éxito consiste en saber elegir al alumnado. Se les evalúa con un examen de admisión, una entrevista personal y un informe económico de la situación familiar.
Porque en esta escuela de calidad no solo se enseñan conocimientos. También se les enseña a vivir, a socializar, a interesarse por el entorno… «Antes de venir a Darüşşafaka tenía unos pocos amigos; era muy tímido e introvertido. Pero aquí, me he vuelto sociable, he hecho muchos amigos. Además, he mejorado mucho en asignaturas como Dibujo y Música, y me he unido al club de teatro. He aumentado mi ritmo de estudio y he desarrollado nuevos métodos para estudiar. En resumen, he aprendido a vivir», afirma seguro de sí mismo Şahin. De hecho, sus resultados son sorprendentes: en el examen que les permite pasar a la enseñanza secundaria fue uno de los estudiantes que contestó correctamente todas las preguntas.
Uno de los aciertos de es ta escuela pasa por no primar las ciencias sobre las artes y las letras. De esta manera se ha conseguido que tanto los niños que destacan en un área como en la otra se sientan reconocidos, sientan que se valoran sus habilidades, sus aspiraciones e intereses. Defne Hadis es un ejemplo de ello. En la escuela primaria, antes de ser becada por la Darussafaka Society, no aprobaban su estilo a la hora de dibujar. El primer día en su nue va escuela, la maestra se sorprendió por su manera de pintar. «Desde entonces, siempre me ha apoyado. Y sí, quiero ser artista», afirma rotunda. Va camino de ello porque ya ha inaugurado dos exposiciones de pintura en una importante galería de Estambul. Además, aspira a estudiar Diseño Gráfico en la universidad de Estambul. Y por si fuera poco, toca el piano y juega al baloncesto.
«Darüşşafaka no solo es una escuela, sino también una gran familia en un hogar solidario»
Estas historias no son solo una esperanza para quienes aspiran a estudiar en esta escuela. Son también una realidad con nombres y apellidos. Nahit Çakar es uno de ellos. Especialista en anestesiología y profesor en la Universidad de Estambul, fue alumno de Darüşşafaka. Allí llegó por la insistencia de su profesor de primaria, con quien se declara en deuda. Aunque lo que le marcó de verdad para el resto de su vida fue el trato que recibió del profesorado de la institución educativa de Estambul. Y de sus nuevos compañeros. «Los maestros fueron súper amables. El primer día de clase, algunos ya me llamaban por mi apellido. Así que, aunque al principio me sentí un poco perdido por estar lejos de mi familia, me adapté rápidamente. Al cabo del tiempo, empecé a pasar hasta las vacaciones en la escuela, porque había más cosas que hacer que en mi casa. Todo ello ayudó a que aprendiéramos qué era la amistad, la camaradería. Éramos un grupo de personas provenientes de las mismas carencias y pobreza. Tal vez eso es por lo que nos mantenemos cerca, incluso ahora».
La educación cambia vidas
Una educación de calidad brinda la posibilidad de cambiar el futuro de los alumnos, incluso si estos se encuentran en situaciones económicamente desfavorecidas. Ese es uno de los principios de la Darüşşafaka Society, una institución privada que cree que una buena formación consigue aumentar la autoestima, pero también la curiosidad e inteligencia de quien la recibe. Lo dice M. Talha Çamas, presidente de la Junta: «Darüşşafaka no solo es una escuela, sino también una gran familia en un hogar solidario. Los niños de 10 años nos son confiados, los criamos con afecto y los consideramos adultos cuando cumplen los 19 años, cuando continúan con su formación ya fuera de aquí. Algunos se convierten en banqueros o políticos, otros en médicos, abogados, periodistas, científicos o artistas. Todos ellos, sin embargo, son ejemplos reales de vidas que han mejorado con la educación».
Fundación MAPFRE y la Daruşşafaka Society
La institución creada en 1863 se financia gracias a donaciones particulares y corporativas, así como a las realizadas por los socios con que cuenta el proyecto. Uno de ellos es Fundación MAPFRE con cuya ayuda se beca a estos niños con talento que han perdido a sus padres y se encuentran en situación de dificultades económicas. En concreto, en 2018 se asumió el coste de mantener a 30 alumnos a lo largo de un año completo. El programa que lleva a cabo Fundación MAPFRE lleva por título Apoyo Nutricional Darüşşafaka. La implicación de la institución española sigue la línea de favorecer la educación en condiciones de igualdad a aquellos chicos y chicas cuya situación económica desfavorable no les permitiría recibir una formación acorde con su talento y sus intereses.