A principios de 2017, el fenómeno meteorológico conocido como El Niño Costero trajo fuertes temporales que produjeron desbordamientos de varios ríos en Perú. Norma Nakamura Calderón, quien forma parte de MAPFRE PERÚ desde hace 20 años, donde recientemente ha asumido la Jefatura de Bienestar Social, participó de forma intensa en las acciones que Fundación MAPFRE puso en marcha para brindar su apoyo a quienes más lo necesitaban.
TEXTO Y FOTOS: NORMA NAKAMURA CALDERÓN
El Niño Costero llegó en marzo, trayendo fuertes temporales que produjeron desbordamientos de ríos en Perú. Provocó inundaciones y afectó severamente a viviendas, áreas de cultivo y carreteras. Dejó a su paso ciudades incomunicadas, escasez de agua y alimentación, fallecidos, damnificados y desaparecidos. Fueron declarados en emergencia el norte del Perú y varias zonas de la capital.
Fundación MAPFRE se puso inmediatamente a trabajar, mostrando su preocupación por los más desfavorecidos, sin importar la distancia, y nos dejó el mensaje «Si queremos, podemos». La acción propuesta fue preparar bolsas con alimentos no perecederos, para entregárselas directamente a cada familia afectada.
Desde siempre he trabajado en la Unidad de Recursos Humanos y me siento afortunada, privilegiada y agradecida de haber crecido en esta unidad que me permite mantener una constante cercanía con todos los colaboradores, conocer sus alegrías, dificultades, objetivos, así como sus proyecciones personales, laborales y profesionales.
Pero en este caso y desde el primer momento la actitud de cooperación de los colaboradores y voluntarios superó todas las expectativas. Increíblemente, nos convertimos en robots que tenían el objetivo de preparar 3.727 bolsas. Yo veía casi interminable el proceso, hasta que en un momento pudimos decir ¡tarea cumplida!
Debo destacar la colaboración de la ciudadanía, que llevó comida preparada para quienes lo perdieron todo o casi todo, las unidades móviles de clínicas y médicos voluntarios que brindaron su apoyo.
El trabajo en equipo no solo permite llegar a un objetivo, genera compañerismo. Lo vi muy de cerca, lo sentí y puedo afirmar que viene acompañado de mucha energía positiva y sincera. Es lo que me transmitió la ONG CESAL, con la que colabora el Área de Acción Social de la Fundación, que nos brindó el apoyo para el despliegue de la entrega de las bolsas de víveres a las diversas zonas afectadas en Huachipa.
CESAL está ubicada al este de la capital, donde realizan una labor admirable con los niños y padres de familia. Por eso, coordinamos con ellos la distribución de los paquetes. Ellos se pusieron en contacto con los líderes de las comunidades afectadas y nos guiaron hacia los lugares a los cuales iríamos. Definitivamente, el trabajo en equipo brinda buenos resultados. Fuimos eso, un verdadero equipo, listos a partir en nuestra misión. En él, también contábamos con los medios de transporte: una grúa cedida por la Unidad de Autos y coches de flores del área de Funeraria.
Esto, sumado a la ayuda de nuestra Unidad de Compras y Logística y la fortaleza de nuestros voluntarios, me hizo darme cuenta de que MAPFRE es una sola fuerza, un grupo humano que siente y responde a ese llamado de la necesidad del prójimo. Sentía que era una aventura misionera, como cuando hacía pastoral y me decía: «¡Solo es actitud, sí podemos!» Debo destacar la colaboración de la ciudadanía, que llevó comida preparada para quienes lo perdieron todo o casi todo, las unidades móviles de clínicas y médicos voluntarios que brindaron su apoyo.
Fueron varios días de convivir con una dura realidad, viendo la vida de otra manera. Me voy con la sonrisa de la inocencia, la esperanza de ver llegar el regalo esperado en Navidad que quizás muchos no puedan tener. Gracias por esta vivencia, por la oportunidad de volver a lo que alguna vez realicé, a sentirlo nuevamente y compartirlo, regresaré pronto.