TEXTO: ANTONIA ROJO IMÁGENES: ISTOCK

El programa Sé Solidario de Fundación MAPFRE da visibilidad a pequeñas entidades y las pone en relación con empresas y personas comprometidas con su responsabilidad social.

En la última gala de los Premios Goya, que entrega la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, Campeones, dirigida por Javier Fresser, se llevó el premio a la mejor película. Y uno de sus actores, Jesús Vidal, recibió un histórico galardón al mejor actor revelación, el primero a un intérprete con una diversidad funcional visual. En su emotivo discurso, uno de los momentos más vistos del evento retransmitido por Televisión Española, Vidal aseguró que le habían venido «a la cabeza tres palabras: inclusión, diversidad y visibilidad».

Muchos otros campeones buscan en nuestro país cumplir con ese triple reto enunciado por el actor premiado. Entidades que nacen de la necesidad más cercana, del compromiso de proximidad o del sufrimiento en las carnes propias. Como también son campeones esas empresas con vocación solidaria que buscan apoyar causas afines a su espíritu y cumplir así con su responsabilidad con la sociedad. En el centro de esa red de voluntades se encuentra el programa #SéSolidario de Fundación MAPFRE.

Uno de los objetivos de #SéSolidario es dar voz a esas iniciativas de pequeño formato y gran corazón, además de soporte formativo y económico. El otro es servir de puente entre esas necesidades sociales y la voluntad de tantas empresas y particulares de satisfacerlas. ¿Cómo? Pues, por ejemplo, implementando programas de voluntariado corporativo. O apoyando proyectos a través de acciones de microdonaciones.

Es el caso, por ejemplo de la Fundación Tengo Hogar, que actualmente acoge a 67 familias desfavorecidas. Son personas que, viéndose al borde de la calle por un revés laboral y económico, son ayudadas para que desarrollen todo su potencial y recuperen una vida digna. «Les facilitamos el acceso a una vivienda, les ayudamos a reestructurar sus fuentes de ingresos mediante el acceso al empleo o el autoempleo y les proporcionamos un seguimiento personalizado en apoyo a todas sus necesidades», describen desde la entidad.

Con ellos, Deisy y su hijo con diversidad funcional han recuperado la esperanza en una vida mejor mientras trabaja y se forma como auxiliar de Enfermería: «Quiero seguir luchando, porque ahora sé que puedo, con el apoyo de la fundación y de mucha otra gente que me ha ayudado también». En el caso del proyecto «Por un futuro mejor», de la asociación malagueña Altamar Educación y Familia, la finalidad es combatir el absentismo escolar y ofrecer oportunidades a los niños de los barrios de la Trinidad y El Perchel, dos zonas muy afectadas por las consecuencias de la pobreza y la marginalidad.

O las historias de la Fundación Amigos de los Mayores, donde ancianos como Candelas ha encontrado a su «princesa», «la princesa de mis sueños», en Guadalupe, la voluntaria que desde hace diez años la visita. Como ella, otros 800 ancianos se benefician del apoyo emocional que ofrecen sus voluntarios y que impide que se aíslen de su entorno social, lo que redunda en una mejora de su calidad de vida.

En el otro extremo de la edad están los niños con discapacidad intelectual a los que atiende APANID, una asociación con medio siglo de historia que ha creado el proyecto con el nombre más poético posible: «La llave poderosa de mi mirada abre nuevos horizontes». Pero también tan concreto como que propone el uso de tabletas electrónicas y ordenadores con reconocimiento óptico para ayudar a niños con necesidades especiales a comunicarse con sus familias, en algunos casos por primera y emocionada vez, y a fomentar su independencia y aprendizaje.

También niños son los atendidos por la Fundación Ana Carolina Díez Mahou de Santander. Aquí con enfermedades neuromusculares de origen genético (principalmente mitocondriales y distrofias). «Lo más importante no es pensar lo que ese niño no puede hacer, sino centrarse en lo que de verdad puede conseguir», defiende la voluntaria Fátima Escudero, porque «es lo que puede darle felicidad al niño y también a sus familias y a las personas que le rodean». Con ese objetivo nacía el proyecto «Primera Estrella», que proporciona a 70 niños atención individualizada de fisioterapia en sala, terapia en agua, musicoterapia y terapia con perros, en unas instalaciones adaptadas a sus necesidades específicas. Todos ellos son ya proyectos «campeones» para todas las personas que asisten, apoyan o atienden, gracias al mimo y la calidad que da ser artesanos del compromiso con los demás.

Campeones que gracias al programa #SéSolidario pueden mejorar sus «marcas», superar sus limitaciones, alcanzar nuevas metas y ganar esas medallas que solo se consiguen gracias a la felicidad ajena.