Tendencias al alza que llevan al vegetarianismo
Una mayor conciencia de los beneficios de una buena alimentación en nuestra salud, un estilo de vida, cuestiones éticas o de sostenibilidad, creencia filosófica… ¿qué ha hecho que una de las tendencias alimentarias que está ganando más fuerza sea el vegetarianismo o veganismo en sus múltiples vertientes? Cada vez son más los ciudadanos que adoptan este estilo de vida. Desgranemos los detalles de estas opciones.
TEXTO: ÓSCAR PICAZO RUIZ IMÁGENES: ISTOCK
Alimentarse solo a base de vegetales, o con estos como base fundamental de la dieta. Este es el punto común de las múltiples opciones alrededor del veganismo, la rama más estricta y que excluye por completo alimentos de origen animal, incluso la miel. Se trata sin lugar a dudas de un movimiento dietético que va en aumento, tal y como muestran las estadísticas de las tendencias de Google, muy por delante de opciones como la vegetariana o la paleodieta. En España, el estudio The Green Revolution publicado el pasado año, indicaba que un 8 % de la población española es veggie (término que incluye varias de las opciones que desgranaremos a continuación) con un aumento de un 27 % en dos años, especialmente entre los jóvenes millennials. Dos tercios de este colectivo son mujeres, y además una de cada diez españolas sigue alguna de estas tendencias.
Los principales motivos que se aducen para adoptar este tipo de dietas son de sostenibilidad, de salud o éticos, siendo esta última la principal motivación para un 57 % de españoles según The Green Revolution. De hecho, el origen del movimiento está en colectivos de bienestar animal, muy activos. El zoólogo español Jordi Casamitjana conseguía recientemente en Reino Unido una sentencia que reconoce el veganismo como una creencia filosófica, lo que le concedería en este país protección al nivel de la discriminación por motivos de raza o sexo, al amparo de la ley de igualdad británica. Otra muestra reciente de este movimiento es que, también en este país, un colegio de la Universidad de Cambridge descolgaba un bodegón flamenco del siglo XVII debido a que colectivos veganos se quejaban de la presencia en el lienzo de animales muertos, entre ellos un jabalí, un cisne, venados…
En últimos años han aparecido nuevas tendencias relacionadas con esta forma de alimentarse, que en parte son criticadas desde los sectores más puristas del veganismo por alejarse de su filosofía. Lo cierto es que están aquí para quedarse y en este texto queremos poner un poco de orden o claridad sobre ellas. Además, ¿son realmente saludables?
Veganismo
El término veganismo fue acuñado por el defensor de los derechos de los animales británico Donald Watson, en 1944. Se basa en el consumo de una dieta exclusivamente a base de alimentos de origen vegetal. Su aporte de fibra, vitamina C, algunas vitaminas del grupo B y minerales puede ser elevado, pero existe el riesgo de carencias de algunos nutrientes. El más conocido es la vitamina B12, solo presente en alimentos de origen animal, y que hace preciso que el vegano se suplemente para obtenerla. Otros nutrientes clave serían el calcio, la vitamina D, el zinc los ácidos grasos omega-3 de cadena larga (el DHA y el EPA que contiene el pescado) o la colina, además del hierro. También existe el riesgo de carencia de proteína. Hay que señalar que el veganismo per se no tiene por qué ser saludable: se puede ser vegano y alimentarse a base de pasta y bollería, lo cual no sería, obviamente, recomendable. Una dieta vegana ha de estar, como cualquier otra opción, bien diseñada y suplementada en este caso.
Ovolacto-vegetarianismo
Probablemente la opción más popular junto al propio veganismo. Incluye huevos y leche como complemento a la dieta vegana, lo que facilita nutrientes que están ausentes o en baja cantidad en alimentos vegetales, tales como la vitamina B12, la vitamina D, el zinc o la colina, además de un plus de proteína de alto valor biológico.
Carencias como la de hierro pueden todavía estar presentes sobre todo si la dieta no es rica en este mineral y se consumen muchos cereales, ya que unas sustancias (fitatos) presentes en estos interfieren con su absorción. Aquellos preocupados por cuestiones éticas buscarán obviamente huevos clase cero y leche de ganados con certificado de bienestar animal.
Flexitarianismo
También llamada semivegetarianismo, se trataría de una dieta basada en vegetales, pero que incluye de forma esporádica alimentos de origen animal, como carne o pescado (pescetarianismo). Además de por salud, uno de los principales argumentos detrás de esta dieta es la sostenibilidad. Reducir el consumo de carne, especialmente la roja, aminoraría la huella ecológica de nuestro plato. Como ventaja, se paliaría el riesgo de carencias nutricionales, salvo tal vez de proteína total, o de omega-3 procedentes del pescado si este alimento no frecuenta la mesa. De hecho, la opción pescetariana puede ser muy saludable porque nutricionalmente, las verduras y el pescado, moluscos y marisco se complementan muy bien. Tan solo habría que prestar atención a limitar las especies grandes ricas en mercurio (atún, emperador, cazón, marrajo, etc.) para reducir la presencia de este metal pesado en la dieta. Sardina, boquerón, caballa o salmonetes, dos o tres veces por semana como mínimo, son una buena opción.
Otras opciones
Englobamos aquí otras variantes emparentadas con el veganismo, pero que, desde luego, son arriesgadas desde el punto de vista de la salud. El frutarismo o frugivorismo se basa en el consumo casi exclusivo de frutas, algo tan restrictivo que resulta de forma evidente un riesgo para la salud.
La lista de carencias nutricionales sería tan larga que no merece la pena ni adentrarse en ella. Algo similar sucedería con el granivorismo o lo que es lo mismo: alimentarse a base de cereales. Las consecuencias para la salud pueden ser graves, dado el déficit de algunos aminoácidos, diversas vitaminas y la baja absorción de hierro con esta dieta, como atestigua la prevalencia de la anemia en países en vías de desarrollo que se alimentan casi exclusivamente con harinas de trigo u otros cereales.
Finalmente, abordaríamos el crudivorismo, una opción que, aunque no de forma exclusiva, sí que frecuentemente se asocia al veganismo. Si bien podría parecer que no cocinar los alimentos preservaría mejor sus nutrientes, lo cierto es que a este efecto se contrapone la mejora en la absorción de vitaminas y minerales cuando cocinamos, lo que los hace más accesibles. Esto es lo que comprobó la científica nutricionista Corinna Koebnick en una muestra de más de 500 crudívoros en Alemania, donde se observó que el peso corporal se desplomaba hasta el infrapeso en aquellos con más de un 80 % de su dieta cruda. Además, la mitad de las mujeres totalmente crudívoras sufría de amenorrea, claro indicativo de que el organismo no obtiene suficiente energía y nutrientes para sus funciones vitales, con una dieta totalmente cruda. Resulta curioso, además, que no encontrara diferencias entre veganos, vegetarianos u omnívoros: lo importante era cocinar o no los alimentos.
Un mundo más verde
Y no lo decimos nosotros. Lo dicen múltiples estudios realizados por organismos públicos y privados en todo el mundo.

Conjugando salud con sostenibilidad y ética
En este breve recorrido, hemos podido comprobar que, si bien las dietas basadas en el veganismo pueden tener puntos positivos, como aumentar el consumo de frutas y verduras, tan necesario, pueden por otro lado suponer un riesgo para la salud si están mal diseñadas. Esto es aún más crítico en ciertas etapas vitales, como pueden ser el embarazo y la lactancia, la niñez y adolescencia, o la tercera edad, y en ciertas patologías. Como siempre, ponerse en manos de un profesional de la salud es una buena idea.
Lo veggie está en alza
Hace una década apenas aparecía la palabra vegano entre las búsquedas de Google. Pero eso ha cambiado radicalmente. Los datos de Google Trends para 2018 ya indicaban una tendencia al alza: la busqueda de Vegano en España, según el mes, siempre superó el 70 sobre 100 y llegó a estar en 100. Para esta plataforma un valor de 100 indica la popularidad máxima de un término. Esta misma tendencia la han sufrido términos como veganismo, vegetariano, vegetarianismo o veggie —que agrupa a todo lo anterior.
