Elisalex Löwenstein, presidenta de Mary’s Meals en España:
«La única razón por la que los niños no estudian es porque no comen»
TEXTO: RAMÓN OLIVER IMÁGENES: ALBERTO CARRASCO
En noviembre de 2002, el escocés Magnus MacFarlane, un cooperante que llevaba ya diez años viajando por lugares como la antigua Yugoslavia, Rumanía, India o Haití en labores humanitarias, se desplazó hasta Malawi para ayudar durante la gravísima hambruna que asolaba el país. Un día acompañó a un sacerdote hasta el interior de una choza en la que yacía una mujer moribunda que dejaba seis huérfanos. Magnus preguntó al hijo mayor, de 14 años, que cuál era su sueño en la vida. Aquel chico le contestó que su sueño era comer todos los días para poder estudiar. Acababa de nacer Mary’s Meals, una organización que hoy está presente en 18 países y gracias a la cual comen diariamente en comedores escolares 1.425.013 niños.
¿Por qué aquella conversación con aquel muchacho fue tan importante?
Porque se dio cuenta que llevaba diez años haciendo mal su trabajo. La ayuda que llegaba, en general, era siempre de emergencia. Los equipos de voluntarios viajaban hasta la zona afectada, prestaban la ayuda de manera puntual y se marchaban. Pero así no se llega a transformar nada. Nada cambiaba realmente para esos niños, una vez que los cooperantes regresaban a sus países de origen. Así que Magnus decidió cambiar el enfoque. Encontró un pequeño colegio de apenas 200 niños y les hizo un planteamiento. Si nosotros traemos la comida, ¿las madres vendrían a cocinarla? Así comenzó todo.
¿Educación y alimentación van de la mano?
Absolutamente. Si esos niños no estudian es porque no comen. No hay ninguna otra razón. Cuando llega la comida todo cambia. Las aulas se llenan, las notas suben, los niños aprueban… Para ellos supone pasar de no tener ningún futuro a poder estudiar y empezar a pensar en el mañana. Y esos niños tienen muchas ganas de estudiar.
¿Qué papel tienen las madres en su proyecto?
Las madres desempeñan un papel fundamental. Hacen un trabajo muy duro. Caminan durante horas para llegar al colegio, cocinan en grandes ollas y todo lo hacen cantando y con mucha alegría. Se trata de un cambio, además que acaba suponiendo una transformación profunda para toda la comunidad, ya que el hecho de que las madres se presten como voluntarias para cocinar tiene el efecto añadido de que se implican mucho más en la educación de sus hijos. Además, ellas son también las responsables de evitar que se robe comida. Se organizan por turnos y se aseguran de que los sacos de alimentos no desaparezcan. La educación se acaba convirtiendo en algo importante para la comunidad.
¿Cómo puede alguien participar en su proyecto?
La manera más sencilla es a través de la página web, dónde pueden hacer pequeños donativos o patrocinar a un colegio, garantizándole así la comida de todo un año. ¿El hambre es un problema que afecta solo al tercer mundo? No, también afecta al nuestro. La diferencia está en que aquí hay muchas entidades que pueden ayudar. Pero en aquellos países no hay nadie más. Están completamente solos. Por eso vamos a trabajar a esas partes del mundo.
¿Qué importancia tienen los voluntarios locales en sus proyectos?
Toda. Desde Escocia y cada una de las sedes como España, Italia, Alemania, Portugal o Australia se coordinan los trabajos y se gestiona la parte económica, ética, logística, etc. Pero el trabajo sobre el terreno lo desarrollan fundamentalmente los afiliados y voluntarios locales. Para que los proyectos tengan éxito es fundamental la implicación de las comunidades, hasta el punto que el 95% de las personas que trabajan de manera permanente en los distintos países son voluntarios locales a los que vamos formando. No enviamos voluntarios desde Europa.
¿Su proyecto remueve las conciencias?
Más que remover las conciencias, lo que hace es mover los corazones. Queremos que la gente se dé cuenta de que puede ayudar. Que pueden dedicar su donativo, su tiempo o sus oraciones por estos niños. En Europa mi generación pasó hambre y otros problemas y vinieron a ayudarnos. Ahora nos toca a nosotros hacerlo por otros. Esos niños no tienen a nadie. Entidades como la nuestra les hacen sentir que no están solos.