Ahorrar es uno de esos verbos que no veremos en Instagram, donde se invita más al derroche que a la contención. Pero forma parte de nuestro entrenamiento financiero para conseguir una vida más tranquila y feliz.
TEXTO: ÁNGEL MARTOS IMÁGENES: ISTOCK
Las nubes de azúcar son esas chuches esponjosas, normalmente de color blanco y rosa, que empezaron a endulzar nuestra infancia a mediados del siglo XX. En el mundo anglosajón se las conoce como marshmallows, y son tan populares que hasta dieron nombre a una de las investigaciones más famosas de las ciencias sociales. Consistía en colocar una de estas golosinas frente a un niño, diciéndole que podría conseguir otra más si esperaba 15 minutos sin comerse la primera y dejarle solo durante ese tiempo. El test Marshmallow, desarrollado en los años 60 por Walter Mischel, psicólogo de la Universidad de Stanford, pretendía medir el nivel de autocontrol de los pequeños y la repercusión de esa característica en sus vidas futuras, con la conclusión de que tenía una influencia capital.
En la medida en que ahorrar es una forma de gratificación retrasada, muchos han extrapolado las conclusiones del test Marshmallow a nuestra capacidad de autocontrol financiero y sus beneficios para una vida más tranquila y ordenada. Cada uno de nosotros puede volver la mirada a su infancia y pensar en esa hucha que nos regalaron (con forma de cerdito) en la que atesoramos las monedas de entonces para satisfacer pequeños deseos cotidianos. Pero en la edad adulta ese brillo de ilusión parece desaparecer y ahorrar se vuelve una reacción al miedo y a la incertidumbre del entorno, más aún en el actual contexto de pandemia y crisis económica.
«En general, el ahorro se plantea como una obligación o como algo necesario solo por miedo a lo que pueda pasar en el futuro», describe Adrián Gutiérrez, del Área de Seguro y Previsión Social de Fundación MAPFRE. «Es decir, se relaciona siempre con algo negativo y no como una herramienta que nos ayudará a cumplir nuestros propósitos y nos acompañará en nuestro proceso vital. Si el ahorro se orienta desde una perspectiva positiva, entonces dejará de ser un concepto financiero poco atractivo y pasará a ser una parte más de nuestra manera de hacer las cosas».
Ese es precisamente el objetivo que impulsa Fundación MAPFRE al desarrollar acciones relacionadas con el ahorro. Según el Banco de España, en 2021 las familias consiguieron «guardar» 41.822 millones de euros y el volumen total de capital depositado en bancos ascendió a casi mil millones. Con ser cifras importantes, nuestro país sigue manteniendo una tasa de ahorro por debajo de la media de la Unión Europea (el 15,1 % frente al 16,11 %, en 2020). Esto es fruto de los menores ingresos y ahora también por el efecto del intenso crecimiento de la inflación, que merma nuestra capacidad de ahorrar en el presente (por la subida de los precios) y diluye la capacidad de gasto en el futuro. Y, sin embargo, «vivir al día», «no llegar a fin de mes» y todas esas frases que nos decimos para explicar nuestras finanzas personales no pueden ser excusa para no tomar conciencia de los objetivos vitales que solo podemos alcanzar a través del ahorro. Para ello, «es necesario convertir el ahorro en un hábito», defiende Gutiérrez, «y tratar de automatizarlo: hay que evitar que el ahorro dependa de la fuerza de voluntad de cada uno, y para ello lo mejor es automatizarlo, para lo que hay muchas herramientas que pueden ayudarnos».

Aplicaciones de ahorro digital como B-Bites, impulsada por MAPFRE, ofrecen soluciones adaptadas al estilo de vida de cada usuario y proporcionan las opciones de ahorro que más le encajen. Pero ¿cómo podemos ahorrar si la experiencia parece decirnos que es imposible? Adrián Gutiérrez nos devuelve la pregunta con otra: «¿Te suena el concepto “gastos hormiga”?
¿Y el “factor latte”? Pues ambos están relacionados con esos pequeños gastos a los que no prestamos atención por su bajo importe, o por ser “rutinarios”, y que en muchas ocasiones no son imprescindibles y si sumamos el importe que suponen a lo largo del tiempo nos sorprenderían. Te diré que en un año podrías acumular casi 700 euros, que ya es una cifra a la que prestamos más atención».
Otra práctica que nos propone Gutiérrez es la del preahorro: «Consiste en considerar el ahorro como un gasto más y asumirlo a principio de mes como el resto de gastos. Un argumento muy utilizado para justificar que eso no es posible es decir que los gastos son siempre mayores que los ingresos, pero, aunque es cierto que desgraciadamente hay muchas personas que no se lo pueden permitir; también es verdad que otras muchas sí podrían si planifican bien sus finanzas. Basta con ajustar la cantidad que ahorraré a mi situación personal. Hazte esta pregunta: ¿crees que podrás vivir igual que lo haces si te gastas 10 euros menos de lo que gastas todos los meses y lodestinas a ahorrar?».
Más consejos, pautas y buenos hábitos los encontramos en la página web Seguros y Pensiones para Todos, de Fundación MAPFRE. Ahí se pueden encontrar desde retos de ahorro que nos ayudan a empezar (o llevar nuestro ahorro al próximo nivel) hasta cuánto dinero necesitamos reservar para imprevistos (spoiler: un mínimo de tres meses de nuestros gastos como colchón de emergencia). También los errores más comunes que cometemos con el dinero a cualquier edad o la respuesta a esa pregunta en la que ya pensamos muchos: Cuánto necesitarás para tener la jubilación que quieres.
Muchos estudios demuestran que, en general, los conocimientos financieros de los ciudadanos son bajos, lo que nos puede llevar a tomar decisiones o tener actitudes equivocadas. El objetivo de todos estos contenidos es ampliar esos conocimientos financieros para lograr alinear las decisiones con nuestros intereses personales. Por eso, «ahorrar siempre debe ir ligado a gastar: por ejemplo, hacer nuestro viaje soñado, ir a ese concierto que llevamos esperando tanto tiempo o tener una jubilación tranquila desde el punto de vista financiero. Los objetivos son infinitos pero siempre son una ilusión personal, y cuando ahorramos para conseguirlos terminaremos siendo felices».

Y como ser felices no es cuestión de edad, empezar a ahorrar, tampoco. En la web Seguros y Pensiones para Todos de Fundación MAPFRE encontramos consejos financieros para cada década de nuestra vida adulta. Si tienes 20 años, es el mejor momento para aprovechar la magia del interés compuesto, en los que el tiempo es el mejor aliado: con solo invertir 50 euros al mes y una rentabilidad anual del 5 %, al llegar a los 65 años se tendría 101 794 euros. A los 30, hay que tener cuidado en no fiarlo todo a la casa y a la hipoteca. A los 40 , un error puede ser comprar una segunda casa sin haber pagado la primera. Y a los 50, no queda otra sino empezar a planificar la jubilación.
«Nosotros siempre decimos que el mejor momento para empezar a ahorrar es “ahora mismo”. Si no has adquirido el hábito, hazlo cuanto antes. El ahorro no depende de la edad, por supuesto, pero va necesariamente ligado a la existencia de un ingreso», subraya Gutiérrez. Y ¿qué pasó con los niños del test Marshmallow? En los años 2000, nuevos estudios sugerían que, en realidad, la capacidad de esperar para conseguir la segunda nube de azúcar está determinada en gran parte por los antecedentes sociales y económicos del pequeño, y que son estos antecedentes, y no la capacidad de retrasar la gratificación, lo que está detrás del autocontrol de los niños. Entonces, ¿ahorran más los que más tienen? Es una evidencia refrendada por todos los datos. Y a la vez, como diría Benjamin Franklin, «un centavo ahorrado es un centavo ganado».