TEXTO: GABRIELA DE NICOLÁS IMÁGENES: ISTOCK
Ante la nueva normalidad, el reto de la seguridad vial en las empresas se hace aún más complejo. Se trata de salvaguardar la salud de los empleados en los traslados al trabajo manteniendo la contaminación y la siniestralidad a raya. Pero contamos con una ventaja: todo lo que hemos aprendido durante el periodo más duro de la pandemia.
Empresas y organizaciones ocupadas y preocupadas por la movilidad —Fundación MAPFRE es una de ellas— llevan tiempo luchando por conseguir una sociedad cada vez más cerca de las tres eses en tema de movilidad: seguridad, salud y sostenibilidad. Esa ha sido su reivindicación de un tiempo a esta parte… hasta que la covid-19 hizo aparición y, en la práctica totalidad de los sectores, el mundo se paralizó. Tanto es así que durante el periodo del confinamiento, la movilidad se redujo a niveles sorprendentes, con el consiguiente efecto en la siniestralidad en carretera. En concreto, los datos hablan de una reducción de las víctimas del 80 % en vehículos ligeros, porcentaje que se ha ido diluyendo a medida que se avanzaba en la desescalada y se recuperaban niveles anteriores a la pandemia. En lo que se refiere a vehículos pesados, la rebaja de la siniestralidad ha sido mucho menor por el desplazamiento de productos básicos. «De hecho, durante ese tiempo, los siniestros más frecuentes han sido salidas de vía de conductores profesionales», según Álvaro Gómez, de la Dirección General de Tráfico de España.
Las ventajas que ha supuesto la reducción de la movilidad durante el confinamiento no se limitan a una menor frecuencia de incidentes de tráfico. La contaminación ha disminuido de manera sorprendente en las grandes ciudades. Aunque, como comentaba recientemente Inger Andersen, directora del programa ambiental de la ONU, se trata de «mejoras temporales a costa del sufrimiento de la gente». A pesar de ello es posible aprender de las experiencias vividas de cara a la vuelta a la normalidad o, como se ha dado en llamar, la aparición de la «nueva normalidad». Un escenario diferente que va a suponer una nueva movilidad, sobre todo en el plano laboral.
Precisamente para vislumbrar cómo van a ser los desplazamientos a los centros de trabajo en los próximos meses, Fundación MAPFRE celebró el pasado mes de junio la Jornada virtual Compartiendo experiencias de movilidad laboral en tiempos de Covid-19. Moderada por Jesús Monclús, director de Prevención y Seguridad Vial de Fundación MAPFRE, también estuvieron presentes Álvaro Gómez, director del Observatorio Nacional de Seguridad Vial de la Dirección General de Tráfico (DGT); Javier González López, responsable de Formación, PRL y Proyectos de la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa (CEPYME); Eduardo Mayoral Maestro, director de Seguridad, Calidad y Procesos de ALSA; Rafael Fernández Matos, del área de Actividad Técnica de la Dirección de Negocio de Quirón Prevención; y Gloria Ortíz Heras, jefa de Prevención del Servicio de Prevención Mancomunado de MAPFRE. Alrededor del 35 % de los varios cientos de asistentes al seminario lo hicieron desde Latinoamérica, con un elevado nivel de interacción a través de preguntas y comentarios enviados durante su retransmisión.
El objetivo de la actividad era doble. Por un lado, analizar cómo ha cambiado la movilidad laboral con la Covid-19: por otro, explicar algunas iniciativas orientadas a reducir la siniestralidad vial. Siempre partiendo de la idea de Jesús Monclús de que «estamos en una situación desconocida y un cambio continuo» y de que la situación extraordinaria que se ha vivido nos ha enseñado muchas cosas, entre ellas a introducir el nuevo concepto de «salud in itinere».

Una de ellas es la importancia del papel de la gestión de la movilidad. Álvaro Gómez: «Hemos redescubierto que gestionando la demanda de movilidad podemos tener un impacto muy fuerte en el riesgo vial de la población general y de las personas que tienen que desplazarse al lugar de trabajo. Menos desplazamientos implican menos tiempo en la carretera y, por lo tanto, menos riesgo vial». Ese continúa siendo uno de los principales retos de esta nueva situación en la que nos encontramos. Pero no el único. Conseguir que los traslados al trabajo estén libres de covid-19 es el otro gran desafío de los próximos meses. Cierto que en ese sentido se ha recomendado el uso del vehículo privado, pero también lo es que nadie quiere volver a la situación anterior a la pandemia en cuanto a atascos y contaminación.
Así se deduce de un estudio recientemente publicado por Transport & Enviroment, federación europea de ONG que impulsan el transporte sostenible. No hay vuelta atrás: la opinión pública europea en la era de la covid-19 es el nombre de esta gran encuesta (7.545 participantes) realizada en 21 ciudades europeas. El resultado de la misma no deja lugar a dudas: el 80 % de la población encuestada apoyaría medidas para restringir la entrada de coches en las ciudades; y el 64 % no quiere que su ciudad vuelva a los niveles de contaminación previos a la pandemia. Los datos de las dos grandes ciudades españolas se mueven en similares parámetros: el 74 % de los españoles encuestados no quiere que su ciudad vuelva a los niveles de contaminación previos a la pandemia; y el 82 % exige proteger su ciudad contra la contaminación.
Es posible aprender de las experiencias vividas de cara a la vuelta a la normalidad o, como se ha dado en llamar, la aparición de la «nueva normalidad». Un escenario diferente que va a suponer una nueva movilidad, sobre todo en el plano laboral.
Las medidas que se deben tomar para que, en efecto, no se vuelva a la situación de contaminación, atascos y siniestralidad anterior al 14 de marzo pasan por cambiar de hábitos. Javier González López entiende que una buena solución estará en los nuevos vehículos individuales. En concreto, patinetes y bicicletas eléctricas. Según la encuesta de Transport & Enviroment, el responsable de Formación de CEPYME no anda desencaminado. El estudio recogió que el 21 % de los europeos planea usar más la bicicleta; y el 35 % caminará más a menudo para acudir al trabajo. En este sentido, González López hace hincapié en dos asuntos fundamentales. Por un lado, la seguridad: «Es importante garantizar que estas nuevas formas de transporte puedan convivir en las ciudades sin problema. Habría que adaptar el espacio público para que puedan fluir, con más carriles bici o patinete, nuevos puntos de carga para vehículos eléctricos… Pero estos sistemas pueden suponer nuevos peligros, por lo que se requiere una regulación normativa y una revisión de la seguridad vial. Por otro lado, creemos que el Gobierno debería incentivar la adquisición de estos nuevos modos de transporte, muchos de los cuales no son especialmente económicos».
Hasta aquí, medidas que pueden tomar los ciudadanos. Pero las empresas también tienen un papel esencial a la hora de evitar los contagios del SARS-CoV-2 en el traslado de sus empleados a los centros de trabajo. Rafael Fernández Matos apuesta por el teletrabajo y las videoconferencias como sistemas para reducir los desplazamientos in itinere e in misión y, por tanto, aumentar la seguridad de los trabajadores y, de paso, reducir costes. «El recién publicado Real Decreto-Ley 21/2020, la normativa que aprueben las comunidades autónomas y la «memoria colectiva» condicionarán la evolución de la movilidad en los próximos meses, en los que probablemente se convierta en permanente el teletrabajo y el control de la desinfección del habitáculo de los vehículos en algunos sectores».
MAPFRE en España también se ha adaptado a la nueva movilidad con numerosas medidas. Lo cuenta Gloria Ortiz Heras: «Seguimos con rutas de empresa, en las que el uso de mascarillas es obligatorio, pero hemos disminuido el aforo; hemos hecho una labor muy importante de comunicación, con infografías informativas sobre medidas de seguridad; y hemos elaborado un protocolo estricto para taxis». También se ha reducido temporalmente «el número de empleados presente en las oficinas con teletrabajo; se ha propiciado la flexibilidad de horarios y entradas y salidas; eliminado los viajes y las visitas… Poco a poco se irá aumentando el número de empleados de vuelta en la oficina pero siempre adaptados a la situación». Todas estas medidas se resumen en una filosofía que se resume en la siguiente frase de Ortiz Heras: «La movilidad es una parte más de los riesgos laborales».

¿Y qué pasa con el transporte público?
Jesús Monclús sabe que es fundamental: «El transporte público es la única alternativa para la movilidad de muchísimas personas». Por eso es prioritario conseguir que quienes recurran a él para trasladarse a su puesto de trabajo lo hagan con absoluta tranquilidad. Álvaro Gómez: «La prioridad ahora es que los trabajadores dispongan de un transporte público que garantice niveles de ocupación, frecuencias suficientes y condiciones sanitarias de seguridad». En ese sentido hay empresas que han tomado resoluciones para conseguirlo. Alsa es una de ellas, como cuenta Eduardo Mayoral Maestro: «Hemos puesto en marcha una batería de medidas para reducir los riesgos. Organizando el flujo de viajeros en las dársenas, priorizando la venta de modo telemático, dando información constante. Hemos actualizado la flota buscando las mejores tecnologías posibles y poniendo en marcha las actuaciones que estimamos más seguras. Hemos instalado filtros de carbón bioactivos que eliminan el 99 % de partículas del aire interior; equipos de purificación del aire; hemos instalado mamparas y dispensadores de gel higiénico; y limitado limitación el aforo en los buses.
Por su parte, MAPFRE ofrece un servicio gratuito de apoyo psicológico para que la reincorporación de sus trabajadores sea lo menos estresante y provoque la menor ansiedad posible. «Muchos se preguntarán que por qué apoyo psicológico, qué relación tiene con la seguridad en el trabajo. La relación existe porque después de estar en casa tres meses, algunos empleados vuelven al trabajo y están asustados por venir en transporte público». En ese sentido, Rafael Fernández Matos tiene claro cuál será su futuro: «Estoy convencido de que se volverá a ganar la confianza del ciudadanos en el transporte público».