TEXTO: RAMÓN OLIVER IMÁGENES: ALBERTO CARRASCO
Hacer a los ciclistas más visibles para los conductores y su circulación más segura para todos. Con ese objetivo como punto de partida, Fundación MAPFRE y Bosch España han realizado el informe La atención en la conducción: ciclistas invisibles para los conductores, un trabajo que fue presentado el pasado 20 de junio en Madrid. Solo en 2017 se produjeron en España 8.065 incidentes en los que estaban implicados usuarios de bicicletas, con un trágico saldo de 78 fallecidos, 694 heridos hospitalizados y 7.035 heridos no hospitalizados. Unas cifras que invitan a la reflexión y, sobre todo, a la acción.
Conseguir que los conductores vean a los ciclistas es un desafío con el que se pretende ayudar a reducir las alarmantes cifras de accidentes de circulación en los que se ve involucrado el que sin duda es uno de los colectivos más vulnerables de nuestras carreteras. Con esta intención, Fundación MAPFRE y Bosch España han indagado en los comportamientos de los conductores de automóviles respecto a los ciclistas. Para ello, han analizado las respuestas de 1.031 conductores de vehículos tras adelantar a un ciclista que circulaba por una calle. El experimento fue llevado a cabo en condiciones controladas de seguridad. Una vez realizado el adelantamiento, al llegar a una rotonda, los vehículos eran invitados a detenerse y los investigadores les preguntaban si habían reparado en el ciclista y, en caso afirmativo, si habían percibido algún peligro durante a maniobra de adelantamiento.
Una segunda parte del estudio consistió en monitorizar el comportamiento de 15 conductores de entre 20 y 57 años. Para ello se utilizaron diferentes sensores e instrumentos de medición que registraban las reacciones físicas y cerebrales de estos conductores, así como su manera de comportarse al volante ante determinados estímulos como la presencia de un ciclista. La sudoración de las manos, el ritmo cardiaco, las expresiones faciales o la dirección de la mirada fueron algunos de los indicadores analizados, lo que arrojó datos relevantes acerca del nivel de atención, el estrés soportado o los recursos cerebrales puestos en juego por el sujeto participante durante la conducción.
Chaleco «salvavidas»
Una de las variables estudiadas en el trabajo de campo ha sido la influencia de la utilización de chalecos reflectantes. En algunas ocasiones los ciclistas que participaban en el experimento llevaban puesta esta prenda, mientras que en otras no. Los resultados del experimento fueron reveladores. En el caso de los ciclistas que llevaban el chaleco, solo un 35% de los conductores confirmó una «visualización consciente del ciclista», frente a un 65% que negó haberlo visto. Estas cifras son aún más alarmantes cuando el ciclista no llevaba puesto ningún elemento reflectante en su indumentaria. Únicamente el 23% de los conductores recordaban haber rebasado a una persona que viajaba en bicicleta. Además, en general, los conductores de ninguno de los dos grupos encontraron peligro en su maniobra. Solo el 8% de los que adelantaron a un ciclista con chaleco reconoció haber percibido algún riesgo al hacerlo; un porcentaje que desciende dramáticamente hasta el 4% cuando el ciclista no lleva el elemento reflectante.
Según las conclusiones de Fundación MAPFRE y Bosch España, la prenda reflectante incrementa notablemente la concentración de los conductores, aumentando la «visualización efectiva inconsciente» del conductor hasta en 12 puntos respecto a los ciclistas que no lo utilizan. A nivel de comportamiento en carretera, estas diferencias se traducen en que los conductores mantienen una mayor distancia de seguridad y en que se incrementa su nivel de atención en la conducción.

Aprender a «ver» a los ciclistas
«Tenemos que aprender a mirar y a ver a los ciclistas que comparten la vía con los conductores de automóviles», advirtió Jesús Monclús, director de Prevención y Seguridad Vial de Fundación MAPFRE, durante la presentación del estudio a los medios de comunicación. Monclús destacó el hecho de que la falta de atención y las distracciones se hayan convertido en la principal causa de accidentes por encima de la velocidad. Y los que afectan a ciclistas son unos de los más frecuentes. «La bicicleta es un vehículo excelente. Es sano, ecológico y el más eficiente desde el punto de vista energético. Sin embargo, hay mucho que mejorar en materia de seguridad», reclamó.
El máximo responsable de Prevención y Seguridad Vial de Fundación MAPFRE subrayó que la seguridad vial de los ciclistas es una cuestión principalmente de educación. Al respecto, propuso medidas como programas de información dirigidos a los conductores y compradores de automóviles, incentivos fiscales para las nuevas tecnologías de seguridad, reducción de la velocidad de los automóviles en zonas residenciales, el uso del «casco homologado y correctamente abrochado» en los ciclistas o, a nivel educativo, «que la conducción segura de bicicletas sea parte de la asignatura de educación física en Primaria y Secundaria», fueron otras de las medidas planteadas por este experto.
Solo 1 de cada 4 conductores recuerda haber adelantado a un ciclista a pesar de haber pasado apenas a metro y medio de él
Ciudad bicicleta
El panorama de la movilidad urbana ha cambiado de forma radical en apenas unos años. Bicicletas, patinetes, VTC, car sharing, moto sharing… todas estas novedades han cambiado radicalmente la fisionomía de los vehículos que recorren las ciudades y están teniendo una incidencia clara en la seguridad vial. «Hace unos cinco años el uso de la bicicleta en zonas urbanas era residual y de carácter meramente lúdico; no se entendía que la bicicleta fuera un vehículo de transporte», dijo José Luis Zárraga, intendente jefe de la Unidad de Atestados de Tráfico de la Policía Municipal de Madrid, quien también participó en la presentación. Además, quienes usaban la bicicleta lo hacían de un modo bastante inconsciente. «Desconocían las normas de trafico, y si las conocían como conductores de otros vehículos, no tenían conciencia de que tenían que aplicarlas también como ciclistas», denunció el mando policial. «Tampoco los conductores entendían que las bicicletas fueran también vehículos con derechos y obligaciones similares a los suyos», añadió. Hoy este panorama ha cambiado radicalmente porque «las bicicletas han llegado para quedarse», concluyó Zárraga.
Fundación MAPFRE propone promover recorridos reales en bicicleta para conductores de automóviles, para así concienciarlos acerca de los peligros a los que se exponen estos usuarios
Tecnología al rescate
La tecnología puede ayudar a cubrir ese espacio al que parece no llegar el factor humano. Durante el evento, Bosch España presentó a los medios de comunicación su sistema de frenado automático de emergencia con detección de ciclistas. Según las estimaciones de sus artífices, el sistema puede evitar —o al menos reducir sus consecuencias— hasta el 43% de los siniestros con lesiones personales que involucran a bicicletas en espacios urbanos o interurbanos.
Este desarrollo de Bosch cuenta con una cámara de vídeo capaz de identificar a un ciclista y de anticipar una colisión inminente. El sistema activa entonces de manera automática el servofreno electromecánico en tan solo 190 milisegundos. Además, a velocidades superiores a 80 km/h, el sistema avisa al conductor de la posibilidad de un accidente.
Al término de la presentación, los periodistas tuvieron ocasión de presenciar una demostración de este sistema de frenado y hasta de participar en ella como pasajeros en los coches. La experiencia de simulación tuvo lugar en un circuito acondicionado instalado en la Castellana de Madrid y para ello se utilizaron dummies ciclistas que cruzaban por delante de vehículos equipados con este sistema de frenado.

Jesús Monclús, director de Prevención y Seguridad Vial de Fundación MAPFRE
¿Deberíamos conducir mejor?
El principal factor de siniestralidad ya no es la velocidad sino las distracciones. Esto es debido a que en general, conducimos permanentemente distraídos. Y no de una forma puntual, porque nos suene el teléfono o porque estemos manipulando la radio, sino que se ha convertido en rutina. Somos capaces de conducir de manera mecánica de casa al trabajo y del trabajo a casa, sin que luego recordemos casi nada de ese trayecto. Pero si surge un imprevisto, como un peatón o un ciclista que se cruza en nuestra trayectoria, reaccionamos tarde porque nuestro cerebro se encuentra a millones de kilómetros de distancia.
¿Por qué sucede esto?
La razón es que conducimos con todas las partes de nuestro cerebro menos con la que deberíamos usar más: nuestro cerebro racional. En el ser humano conviven tres tipos de cerebros: el reptiliano o instintivo; el sensorial o automático, y el racional. Nuestro cerebro reptiliano es el que salta y hace, por ejemplo, que toquemos instintivamente el claxon cuando nos llevamos un susto en la carretera. Nuestro cerebro sensorial nos permite conducir casi en modo automático. Pero nuestro cerebro consciente, aquel que nos hace precisamente más humanos y que es la parte que nos debería hacer cuidar más las personas, es el que menos usamos para conducir.
Lorenzo Jiménez, responsable de Prensa de Bosch España
¿Está preparada la industria automovilística para este nuevo escenario de movilidad?
Yo creo que sí. En un contexto en el que se busca una movilidad cada vez menos contaminante, más segura y cómoda, la industria lleva tiempo apostando por ello. Por un lado, a través de la reducción de emisiones, tanto en los vehículos de combustión, como a través de los eléctricos o de los combustibles alternativos. Por otro lado, la seguridad de los vehículos se incrementa con sistemas como los de frenado de emergencia para detección de peatones, ciclistas y otros vehículos, haciendo que la movilidad urbana sea más segura.
En materia de seguridad, ¿la combinación tecnología educación funciona?
Para mí la ecuación ideal sería primero educación y después tecnología. Ya se trate de automóviles, vehículos industriales, motocicletas o bicicletas, es importantísimo que los conductores tengan una buena educación vial y sean respetuosos con las normas y con los otros usuarios. Y esto incluye a los peatones. Todo esto se consigue a través de la educación. Ahora bien, los seres humanos no somos perfectos. Cometemos errores, tenemos distracciones, despistes, cansancio y nuestro nivel de atención disminuye. Y en esos casos la tecnología puede prestar una gran ayuda a conductores y peatones.