Si la información es poder, el Mapa del Talento Sénior 2021 nos empodera a todos. El informe del Centro de Investigación Ageingnomics de Fundación MAPFRE ofrece una instantánea laboral con luces y sombras de la población entre los 55 y los 75 años. Y propone cambios para poder aprovechar los beneficios de la economía plateada.
TEXTO: ÁNGEL MARTOS
Cualquier sociedad civilizada genera una serie de mitologías que sirven para explicar el mundo. En el pasado, los griegos supieron contarse a sí mismos en forma de dioses y héroes con un poder de síntesis que aún nos alcanza. Hoy, también el universo del cómic nos sirve, después de entretenernos, para comprender algunos de los debates que nos subyugan, incluso sin aparentar pretenderlo. Es el caso, por ejemplo, de uno de los personajes más populares y actuales: Spiderman. Su historia, la del adolescente con capacidades extraordinarias en lucha contra el mal, es también la de la juventud abriéndose camino contra sus mayores, que en este mundo imaginario de Marvel encarnan a todo tipo de villanos. El edadismo, la consideración negativa sobre aquellos que ya pintan canas y que puede derivar en discriminación laboral (como llevan años denunciado las actrices de Hollywood), ha calado tanto en la sociedad que hasta en una ficción pop parece lícito utilizar exclusivamente a caracteres sénior para representar los peores instintos. Pero la realidad tiene sus propios superpoderes y uno insuperable es la demografía.
Así lo demuestra el Mapa del Talento Sénior 2021, un informe del Centro de Investigación Ageingnomics de Fundación MAPFRE que radiografía a la población sénior española (entre 55 y 75 años), trabajadora por cuenta propia, por cuenta ajena o bien emprendedora. En España, entre 2008 y 2020, debido a una combinación del retroceso de la fecundidad y la acentuación del envejecimiento, se han «perdido» 2,8 millones de jóvenes (16-34 años) y «ganado» 2,9 millones de activos mayores de 55 años. Sin embargo, la instantánea tiene «luces y sombras», como afirma uno de sus autores, Iñaki Ortega, doctor en Economía y profesor universitario. Por un lado, hay 4,1 millones de personas en esas edades trabajando, el 25 % como autónomos. Por el otro, «viendo los datos podemos afirmar que hay cierto edadismo»: existe medio millón de séniores que quieren acceder al mercado laboral y no pueden. La mitad de estos desempleados lleva más de dos años estancados en esa situación. Además, los parados mayores se han triplicado desde el inicio de la crisis de 2008. A la vez, «nuestra tasa de actividad es inferior a la de nuestros vecinos europeos: hay menos séniores en España dispuestos a trabajar que en otras partes de Europa», describe Ortega.
«Nuestra tasa de actividad es inferior a la de nuestros vecinos europeos: hay menos séniores en España dispuestos a trabajar que en otras partes de Europa»
Ignacio Ortega
No es el caso, por ejemplo, de Paloma Frial. Su relación con el sector de la alimentación empezó a los 13 años y a sus 66 primaveras es presidenta de FrialTec, centro avanzado de investigación y desarrollo alimentario con productos como Vidalim, un complemento de Omega3 que aporta la cantidad mínima diaria recomendada por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) para una dieta saludable.

Frial ni siquiera ha pensado todavía en cuándo retirarse a ese plácido limbo de la jubilación: «no entiendo eso de marcar una fecha, porque ya lo hará la propia vida… Ocurrirá cuando se pierda la ilusión o cuando creas que ya no te encuentras con fuerzas para seguir con lo que estás haciendo». Frial pertenece a ese rango de edad en el que trabajar, según el Mapa del Talento Sénior 2021, es «muy excepcional»: «la mayoría de los activos sénior se concentra en el grupo de 55 a 59 años (60 %). El siguiente tramo reúne un 35 % y, a partir de los 65 años, las cifras son irrelevantes… todo lo cual confirma la cultura predominante en el país de un abandono temprano del trabajo». «Me parece que es una pérdida muy grande de ese conocimiento adquirido a través de los años», subraya la ejecutiva, «puede haber muchísima ilusión, y de hecho la hay, porque no siempre la edad es motivo de tener más fuerza o ganas, depende de muchas circunstancias… Conozco a jóvenes de 80 [años] y no tan jóvenes de 30; lo siento, es la realidad».
El Mapa del Talento Sénior es, en este sentido, un espléndido baño de realidad. Vayamos con una lluvia de datos: la población mayor de 55 años en España engloba a más de 15,5 millones de personas, que suponen el 32 % del total. De modo que casi uno de cada tres españoles es sénior y una de cada cinco personas activas también lo es. Tres cuartas partes de los ocupados mayores trabajan en el sector privado, frente a solamente un cuarto que trabaja en el sector público. El nivel educativo de estos trabajadores ha mejorado, aunque todavía hay una tercera parte que no ha pasado de la primera etapa de la secundaria. Buena prueba de esa mejora es que un tercio de los hombres y un 40 % de las mujeres empleadas tienen título universitario. El reverso de esas cifras es que la población desempleada mayor de 55 años se ha triplicado desde el año 2008, hasta sumar un total de 508.000 personas. En cuanto a brecha de género, se constata que hay más paradas que parados.
El purgatorio laboral de tener más de 55 años
«Las posibilidades de encontrar un trabajo por cuenta ajena a partir de los 50 años son muy bajas», confirma Alonso Jiménez, doctor en Psicología y también autor del estudio (el tercero de los autores es Rafael Puyol, doctor por la Universidad Complutense de Madrid, donde ha sido catedrático de Geografía Humana). Ante esa dificultad casi insalvable, muchos séniores han optado por el autoempleo, donde poseen algunas ventajas frente a los jóvenes, como tener redes de contactos más desarrolladas, posiciones financieras más fuertes, capacidad de movilizar recursos y de dotar de legitimidad a sus proyectos. Hoy, uno de cada cuatro afiliados a la Seguridad Social es autónomo (unas 900.000 personas) y «en el tramo de los setenta y más años llega a ser el 72 % de los afiliados», confirma Jiménez. Ser autónomo, sin embargo, no es una opción «emprendedora», en gran medida es una necesidad para seguir activo en los últimos años de vida laboral.
La población mayor de 55 años en España engloba a más de 15,5 millones de personas, que suponen el 32 % del total. De modo que casi uno de cada tres españoles es sénior y una de cada cinco personas activas también lo es
«A un trabajador de más de 50 años recién despedido le aconsejaría que evite de inmediato establecer relación causaefecto entre su situación y sus capacidades», recomienda Benigno Lacort, consejero delegado de Atenzia, empresa especializada en el ámbito social y de la salud. Lacort tiene 58 años y se define como un babyboomer (perteneciente a la generación que nació entre 1957 y 1977) con mucha vida e ilusiones por delante». Está especialmente sensibilizado contra el edadismo en el mercado laboral. Pero como no hay mejor prédica que el propio ejemplo, en su empresa han puesto en marcha el programa Atenzia 45/45, que se resume en tener un mínimo del 45 % de la plantilla con edades por encima de 45 años. ¿El objetivo? «La retención del talento tratando de asegurar largas carreras profesionales en una compañía, como la nuestra, cuyo gran activo es la experiencia de nuestros profesionales».

A nivel internacional, grandes empresas están integrando en sus organizaciones distintas estrategias para aprovechar el talento sénior. Amazon tiene el programa Upskilling 2025 para dotar a los trabajadores, especialmente aquellos más vulnerables como los mayores, con nuevas capacidades, habilidades y competencias. La compañía sueca Vattenfall propone a sus empleados mayores de 58 años la posibilidad de reducir su horario laboral al 80 %, manteniendo el 90 % del salario y el 100 % de las aportaciones al plan de pensiones. Google (Alphabet) ha creado el grupo de trabajo de los greyglers, que ayuda a la compañía a defender las necesidades de los usuarios del buscador y sus aplicaciones a medida que envejecen. Y la marca de refrescos Aquarius del grupo Coca Cola selecciona todos los años los mejores proyectos de emprendimiento liderados por séniores.
Estas iniciativas pioneras son solo unos ejemplos de cómo las buenas prácticas en recursos humanos empiezan a calar en las empresas más concienciadas. Pero lo cierto es que, como denuncia Iñaki Ortega, en las ofertas de trabajo, «de un modo natural, la mayoría de los currículos no pasa el primer filtro solo por la edad… Tendríamos que tener currículos ciegos, en los que no se vean tus años, que no lleven a un prejuicio». Y es que el edadismo se ha instalado en la cultura española sin que se hayan puesto límites desde las instituciones y solo ahora la sociedad parece empezar a tomar conciencia de la pérdida económica y vital que supone. Como revela el Mapa del Talento Sénior de Fundación MAPFRE, la economía española sufre «una pérdida de oportunidades en términos de riqueza que diferentes estudios internacionales han tasado en varios puntos del PIB».
Cuando la recuperación de los estragos de la pandemia por coronavirus todavía es tímida, no podemos permitirnos perder oportunidades de desarrollo como es el aprovechamiento de la llamada economía plateada o silver economy, a través, precisamente, de quienes mejor conocen ese mercado. En una medida cada vez más parecida a lo que fue la lucha contra el racismo o el machismo en la esfera laboral, el edadismo también necesita de su propio movimiento de denuncia. Del mismo modo que la diversidad de razas y sexos de una plantilla es una fuente de riqueza, también lo tiene que ser la edad. Y España tiene las mejores circunstancias para ser el país de referencia en la silver economy, como confirma el informe, «por su liderazgo en longevidad, sistema sanitario y de dependencia y apertura al exterior». Esta oportunidad se alejará si los séniores no están presentes en un mercado laboral que ha de ser naturalmente diverso.
A nivel internacional, grandes empresas están integrando en sus organizaciones distintas estrategias para aprovechar el talento sénior

Pero ¿qué hace a España diferente a otros países de nuestro entorno en esta concepción de la edad y el trabajo? «Es un conjunto de circunstancias», confirma Ortega: «tenemos un sistema de previsión social generoso y sólido, que ha permitido también las prejubilaciones a través de convenios, que se ha fomentado desde lo público y las empresas». Además, se ha extendido la falsedad de que destruir empleo sénior crea empleo joven. Todo esto lleva a que «los propios séniores se convierten en edadistas y acaban aceptando estas situaciones de buen grado», asegura Ortega. Para luchar contra esa sensación de ser «mayor» para el trabajo que se está haciendo o al que se aspira, Benigno Lacort recurre a ese superpoder de la demografía: «según el Banco de España, en 2050 habrá dos mayores de 65 por cada tres personas en activo. En otras palabras, que deje de sentirse “mayor” para empezar a sentirse “normal”».
Cuando la recuperación de los estragos de la pandemia por coronavirus todavía es tímida, no podemos permitirnos perder oportunidades de desarrollo como es el aprovechamiento de la llamada economía plateada o silver economy
Llegado este punto, ¿qué caminos y soluciones pueden construir un mercado laboral más justo para todos? Elena Sanz, directora general de Personas y Organización de MAPFRE y colaboradora en este Mapa, cree necesario «un cambio de mentalidad en los líderes para que no amorticen el talento a partir de los 55 años, y un cambio de mentalidad en las propias personas, que sepan que tienen que seguir evolucionando, aprendiendo y ser parte de nuevos proyectos y de esa transformación de las capacidades que va a necesitar tanto la empresa como el trabajo autónomo». Un rediseño de la carrera profesional de los séniores en el que se incluya la flexibilización, tanto en la relación contractual como en la horaria, además de una adaptación del espacio laboral atendiendo a los criterios de ergonomía, salud y bienestar son algunos pasos que muchas empresas empiezan a dar.

Hoy, el 90 % de los trabajadores sénior tiene contratos a tiempo completo, si bien existe una diferencia clara por sexos: los varones alcanzan un porcentaje del 95 % y las mujeres únicamente del 80 %. A este respecto, Ortega defiende la necesidad de buscar formas de contratación temporal o a tiempo parcial para el activo sénior: «es una oportunidad, creo que es mejor trabajar con esas condiciones a no hacerlo… El trabajo es una forma de socializar, de tener ingresos, una mejor vejez, mejor salud mental».
El papel del marco legislativo es también muy relevante para el impulso del talento sénior, como subraya Íñigo Sagardoy, presidente de Sagardoy Abogados y catedrático de Derecho del Trabajo de la Universidad Francisco de Vitoria. Entre sus diez reformas propuestas, destacan por ejemplo «reforzar legalmente el derecho de la “igualdad generacional” mediante un reconocimiento pleno y más explícito de la igualdad de trato y de oportunidades con independencia de la edad». O «ampliar el contenido de los actuales Planes de Igualdad al ámbito generacional, incluyendo protocolos de acoso por razón de la edad».