TEXTO: ÁNGEL MARTOS               IMAGEN: THINKSTOCK

La provincia verde. Así conocen los ecuatorianos a Esmeraldas, tierra más rica en paisajes que en piedras. En sus playas se bañan los quiteños, tiene parques naturales con los manglares más altos del mundo y su selva aún acoge a comunidades indígenas como los cayapas, los épera o los awá. Una exuberancia natural que mostró su lado más cruel en 2016, con el terremoto del 16 de abril, de 7,8 grados en la escala Richter, y sus sucesivas réplicas durante el resto del año. Ninguna de las 670 personas que murieron en la catástrofe pertenecía a la parroquia pesquera de San José de Chamanga, una de las zonas más afectadas por el seísmo. Pero el 90 por ciento de sus casas cayeron desplomadas. Incluido el colegio Monseñor Enrique Bartolucci, en el que estudiaban 400 alumnos menores de 14 años.

Hoy las clases se siguen dando bajo carpas provisionales, a la espera de que la ayuda internacional reconstruya un centro que era referencia educativa en la región. Manos Unidas, la ONG de la Iglesia Católica en España, lidera este proyecto, y cuenta con Fundación MAPFRE como una mano más. Una alianza con la música de Bach y los villancicos tradicionales como banda sonora, interpretados en diciembre pasado por la orquesta barroca del Real Conservatorio de Madrid. El concierto solidario, celebrado en la iglesia de los Jerónimos, contó con la presencia de la Infanta Doña Elena y logró recaudar 10.000 euros.

Pero la relación entre Fundación MAPFRE y Manos Unidas en España nace años atrás y tiene su lado más celebrativo en los Premios Manos Unidas. Son distinciones a los trabajos que siembran la semilla de la solidaridad entre los países más necesitados. Fundación MAPFRE impulsa el Premio Especial Manos Unidas que, en su última edición, se entregó a Julián del Olmo, sacerdote y periodista director del programa de Televisión Española Pueblo de Dios.