Las tecnologías digitales deben ser un derecho para los niños, pero para poder ejercerlo es necesario darles la oportunidad de acceder a ellas, eso sí, incidiendo en la importancia de la formación para hacer un uso saludable de las TIC y fomentando la educación digital de niños, niñas y adolescentes frente a los delitos online.
TEXTO: ISABEL PRESTEL
En febrero de 2021 Henrietta Fore, directora ejecutiva de UNICEF, alertaba sobre el incremento del uso de Internet en niños y adolescentes. Un problema que, aunque iba en aumento, se vio notablemente agravado por la pandemia de COVID-19, durante la que «la vida de millones de niños y jóvenes quedó limitada a sus hogares y sus pantallas», decía Forte. Y añadía: «la salud física y emocional de los niños es cada vez más preocupante, y existen pruebas que sugieren que pasar más tiempo en internet conlleva realizar menos actividades al aire libre, reduce la calidad del sueño, aumenta los síntomas de ansiedad y fomenta hábitos de alimentación poco saludables».
Otras cifras que han ido apareciendo en los últimos meses no hacen sino confirmar las razones de esta preocupación. Por ejemplo, que el 10,3 % de los jóvenes entre 14 y 18 años realiza apuestas en internet, según un informe del Ministerio de Sanidad. O que el 52 % de los adolescentes practican el vamping, es decir, consultan sus dispositivos electrónicos siempre o casi siempre antes de irse a dormir, porcentaje que se eleva hasta el 68 % entre los 15 y 17 años, afirma un estudio realizado por el laboratorio PiLeJe. Por otro lado, los menores están más expuestos que nunca a una infinita interacción con un elevado grado de anonimato, lo que les puede suponer acceder a contenidos nocivos o no aptos para su edad; por ejemplo, a grooming, o acoso sexual por adultos; o a ciberbullying o acoso por parte de iguales.
Contra la brecha digital
Por otro lado, no se puede pasar por alto el hecho de que precisamente las TIC han favorecido la escolarización durante la crisis sanitaria de millones de niños porque, como dice la propia Henrietta Fore «la tecnología y las soluciones digitales ofrecen oportunidades considerables para que los niños sigan estudiando y se mantengan entretenidos y conectados». Pero tampoco se puede olvidar que a menudo en la solución está el problema, al menos para una parte de la población. Es lo que se llama la brecha digital.
Precisamente de este tema habló Carmen Gayo, directora de la Oficina del Alto Comisionado para la lucha contra la pobreza infantil, en unas jornadas organizadas por Fundación MAPFRE y Pantallas Amigas titulada Derechos de la infancia y mediación parental en el contexto digital. Porque, en España, para uno de cada cuatro niños y niñas, que viven en hogares sin recursos, no es posible vivir en un mundo digital, para el que se necesitan conectividad —uno de cada cinco hogares en España no tiene acceso a banda ancha—, equipamientos —235.000 hogares tan solo cuenta con un móvil para acceder a Internet— y la capacidad y el conocimiento para usarlos. En ese sentido, Gayo afirmó que «si queremos que las TIC sean un derecho para los niños, deben tener la oportunidad de acceder a ellas».
Iniciación temprana en Internet
En esa misma línea se manifestó Borja Adsuara Varela, experto en derecho, estrategia y comunicación digital: «el mayor riesgo para los menores ahora mismo es no estar en Internet». En efecto, el uso de las TIC los capacita para un futuro digital, tanto laboral como social, pero necesitan contar con las herramientas y la información necesaria para defenderse. Porque, con los datos en la mano, es muy probable que se tengan que enfrentar a alguna situación no deseable. Y es una tendencia en ascenso, si tenemos en cuenta que la edad de iniciación tecnológica es cada vez más temprana. En concreto, Félix Barrio, subdirector de Ciberseguridad para la Sociedad INCIBE, Instituto Nacional de Ciberseguridad, afirmó que en la actualidad está en los nueve años. Por eso se incide tanto en empezar a educar en el buen uso de la tecnología desde la infancia. Lo que Camino Rojo, directora de Políticas Públicas y Filantropía de Twitter España, denominó ofrecer a los niños «alfabetización digital».
Los menores están más expuestos que nunca a una infinita interacción con un elevado grado de anonimato, lo que les
puede suponer acceder a contenidos nocivos o no aptos para su edad
Que los niños y niñas reciban educación en el buen uso de Internet es tarea de los padres porque, como dice Begoña Ibarrola, psicóloga, escritora y especialista en educación emocional, que sean «nativos en uso» no significa que lo sean en «el buen uso». En ese sentido es esencial el acompañamiento parental en lugar de la prohibición. «Si les evitamos la exposición a los riesgos y peligros pierden las herramientas necesarias. Deben saber enfrentarse a las piedras en el camino». Y eso se hace, según la psicóloga, trabajando la autoestima con ellos, para que no lleguen a ser nunca esclavos del like ni caigan en la «tiranía de la alegría» a la que les somete a menudo Instagram. Sin embargo, los progenitores no siempre estamos preparados para ello, como se deduce de los datos aportados por Violeta Assiego, directora general de los Derechos de la Infancia y de la Adolescencia del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, quien aseguró que «dos de cada tres chicos perciben que los adultos no les creen cuando se quejan de una situación de violencia online».
Tipos de mediación parental
Hacer el esfuerzo por parte de los adultos para acompañar digitalmente a nuestros hijos, compensa. Y mucho. Los datos que ofreció Maialen Garmendia, investigadora principal en EU Kids Online, red internacional de referencia en el estudio de la infancia y adolescencia y las TIC, no dejan lugar a dudas. Los padres que median con más frecuencia, así como los más permisivos con los asuntos relacionados con Internet y las redes sociales son los que más frecuentemente conocen las experiencias negativas de sus hijos en ese ámbito. Estas son las conclusiones de un estudio elaborado en 2019, en el que se tratan los tres tipos de mediación parental: habilitante, restrictiva e inversa. Aunque la primera, la más efectiva, va ganando adeptos, Garmendia recomendó comenzar pronto con el acompañamiento digital. «Del mismo modo que el uso de los dispositivos y plataformas digitales es cada vez más temprano, también debería serlo la mediación de las familias, con el fin de fomentar hábitos digitales más seguros y responsables. No debemos ignorar que los niños y niñas son más permeables a nuestras recomendaciones que los adolescentes», concluyó.
En Save The Children también abogan por la «educación positiva», centrada en ofrecer las herramientas a los niños, pero también a padres y madres. Así lo afirmó Lucía Martínez, responsable de Incidencia Social en Save the Children, para quien «el control y la supervisión tiene más limitaciones». Según los informes de esta ONG, en 2020 se denunciaron 3.430 casos de delitos online como el grooming, el ciberacoso o el sexting sin consentimiento, que tenían como víctima a un niño o una niña. Y el 75 % de los niños, niñas y adolescentes habían sufrido algún tipo de violencia online en alguna ocasión. Antes estas cifras, solo vale la acción, la educación y la formación.

Los 10 mandamientos de la salud digital
- No abusarás de los dispositivos digitales.
- Reservarás momentos para la desconexión.
- Seguirás solo el consejo de profesionales.
- Comprobarás que tus fuentes de información son fiables.
- Utilizarás la información que encuentres para cuidarte más y mejor.
- Aprenderás a navegar de forma segura por la red.
- Limitarás el uso de dispositivos digitales a los más pequeños.
- Fomentarás el equilibrio entre lo real y lo virtual entre los más jóvenes.
- No compartirás en las RRSS más de lo necesario.
- Enseñarás a los mayores el uso de los dispositivos digitales.
Fundación MAPFRE presenta el proyecto ENDING
El abandono escolar es uno de los principales problemas con los que se enfrenta el sistema educativo en los diferentes países de la Unión Europea. Uno de los factores que más incide en su aumento en los últimos años es el relacionado con el uso inadecuado de las nuevas tecnologías, tanto por su mal uso como por su uso abusivo, así como los riesgos que conlleva la exposición al entorno digital a edades cada vez más tempranas. Los riesgos físicos y psicológicos del abuso de las nuevas tecnologías, junto con la desinformación o falta de pensamiento crítico, suponen un elemento de inestabilidad que puede conducir al abandono escolar, especialmente en el caso de colectivos en riesgo de exclusión.
En este contexto, durante la jornada «Ciudadanía conectada» Alicia Rodríguez Díaz, del Área de Promoción de la Salud de Fundación MAPFRE, presentó el proyecto ENDING, financiado por la Unión Europea a través del programa Erasmus+. Este proyecto consiste en el desarrollo de una metodología enfocada a propiciar un uso responsable de las nuevas tecnologías por parte de los adolescentes. Para ello, se crearán diferentes materiales para profesores, jóvenes y familias que facilitará herramientas y conocimientos para prevenir situaciones de riesgo, siempre desde una perspectiva de promoción de los derechos de la infancia y con énfasis en el pensamiento crítico, la salud y la alfabetización mediática y digital.
El consorcio que realiza este proyecto, liderado por Fundación MAPFRE, está conformado por otras cuatro instituciones de tres países europeos (España, Alemania y Portugal) que cuentan con una dilatada experiencia en su campo de actividad: Pantallas Amigas, Policía Nacional, Universidad Politécnica de Oporto y Stiftung Digitale-Chancen.
