TEXTO: CRISTINA BISBAL IMÁGENES: CEDIDAS POR FUNDACIÓN MAPFRE

Desde que entendimos la dimensión del problema sanitario en el que estábamos inmersos, hemos puesto en marcha distintas iniciativas en 27 países para luchar contra la mayor pandemia que nuestra sociedad ha conocido, a las que hemos dedicado en total 35 millones de euros. Muchas de ellas ya han finalizado, pero otras siguen en pleno desarrollo; aún seguimos luchando.

Lo que al inicio de año se presumía como un periodo de recuperación económica y cierta estabilidad política, se tornó en marzo en uno de los periodos más difíciles de nuestra historia reciente. Ante ello, dejamos atrás la programación de exposiciones y de todas nuestras actividades para centrarnos en la lucha contra la COVID-19, esta terrible enfermedad que ha cambiado nuestras vidas de un día para otro y se ha llevado tras de sí la de miles de personas en todo el mundo. La cantidad y variedad de iniciativas que hemos puesto en marcha desde el inicio de la pandemia tienen como objetivo de protegernos frente al virus, ayudar a los desfavorecidos y salir de esta crisis lo antes posible. Y sí, hay esperanza para ello.

Para entender la dimensión de los proyectos a los que nos referimos basta con citar unos cuantos números: 5 millones de euros para investigación; 10 millones para compra de material sanitario y equipos de protección y 20 millones de euros para actividades asistenciales destinadas a los colectivos más vulnerables. Pero las cifras son solo el comienzo. Porque lo que hay detrás son seres humanos. Aquellos a los que han ido a parar todos nuestros recursos. Por ejemplo, los mayores y los enfermos de las residencias y hospitales en los que estaban ingresados; o los trabajadores autónomos que se han beneficiado del asesoramiento y apoyo que se ha puesto a su disposición. Porque muchos han sido y son los sectores que se han visto afectados y a los que hay que destinar toda la ayuda y los medios que estén en nuestra mano.

«Lo importante ahora es actuar». Las palabras de Antonio Huertas, presidente de Fundación MAPFRE, no dejan lugar a dudas. Tampoco la tradición de una institución que lleva 45 años «intentando hacer del mundo un lugar mejor, comprometidos en aumentar la calidad de vida de las personas y apoyar a aquellos que más lo necesitan».

Respiradores The Open Ventilator en España

Investigación: en busca de una solución

En total, son 12 las acciones principales que se concentran en tres líneas básicas de actuación. La primera de ellas es el apoyo al equipo de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en el conocimiento de la enfermedad y la obtención de una vacuna. Con este objetivo hemos donado cinco millones de euros de los que el CSIC podrá disponer libremente para realizar un estudio integral de esta pandemia, profundizar en el conocimiento del virus y sus mecanismos de transmisión, así como propiciar no solo una vacuna frente al mismo, sino también base científica para proteger mejor a la población frente a futuras pandemias. «Nos sentimos muy orgullosos de contribuir a la investigación que está liderando el CSIC y esperamos que sean más las entidades que se sumen a este esfuerzo para la consecución de la vacuna que necesita la población mundial», ha declarado Antonio Huertas.

Pero la situación también requería soluciones inmediatas ante la falta de material. Por eso se financió mediante 100.000 € el desarrollo y fabricación de The Open Ventilator, un respirador diseñado por un equipo de investigadores españoles, gracias al apoyo de la Universidad Rey Juan Carlos y Celera. Se caracteriza por el bajo coste de su producción, que lo convierte en una buena alternativa cuando se carece de respiradores estándar, por ejemplo en los países de Latinoamérica en los que tenemos presencia activa. También eran necesarios equipos de protección (EPIs) para que los sanitarios que trabajan en primera línea del frente pudieran hacerlo con absoluta seguridad. Con ese objetivo se donaron 30.000 € a la Universidad Francisco de Vitoria. Sus voluntarios, con ayuda de la empresa E-Rescue, se encargaron de su fabricación.

Tras muchos años dedicados a la ayuda nacional e internacional, tenemos la experiencia y la capacidad para poner en marcha planes de emergencia de manera rápida y eficiente en distintos países del mundo

Planes de emergencia para 27 países

Tras años dedicados a la ayuda nacional e internacional, tenemos experiencia y la capacidad para poner en marcha planes de emergencia de manera rápida y eficiente en distintos países del mundo. Y eso es exactamente lo que hicimos cuando se evidenció que la pandemia crecía más deprisa que el material sanitario necesario; y que la crisis había pillado desprevenido a los servicios de salud de la mayoría de los países. Entonces se decidió destinar un total de 20 millones de euros por 27 países para la adquisición de material médico, de protección sanitaria y respiradores, para poner en marcha unidades médicas de emergencias y hospitales de campaña, y para realizar pruebas de confirmación diagnóstica PCR para la detección de la COVID-19. Y se hizo en coordinación con las autoridades de cada país y apoyados en una importante red de voluntarios, así como en la logística que tenemos en los numerosos países en los que está presente.

Perú, Brasil y República Dominicana han sido tres de los países que se han visto beneficiados por estas ayudas. Pero también España, donde se ha distribuido material sanitario en numerosas residencias de mayores, en hospitales y en entidades sociales asistenciales. Entre todos ellos se han distribuido 50 respiradores, 100.000 mascarillas FFP2, 525.000 mascarillas quirúrgicas, 3.000 gafas de protección, 130.000 batas desechables y 750.000 guantes de nitrilo. Además, la Policía Nacional en España ha recibido dos equipos portátiles de desinfección valorados en 15.000 euros cada uno. El alto valor económico de estos equipos se debe a que están basados en una tecnología de última generación diseñada por la Universidad de Alcalá de Henares, que permite una desinfección mucho más eficaz y completa que
los medios convencionales.

Llegada ayuda IMG a Venezuela

Hacer frente a la crisis económica

Para numerosas pequeñas empresas y trabajadores autónomos, el parón que ha supuesto el confinamiento va a suponer una crisis sin paragón de la que va a ser difícil salir. Para apoyar la generación de empleo, el programa Accedemos financia durante nueve meses contrataciones de trabajadores a tiempo completo y tiempo parcial. Tampoco se ha querido olvidar a los escolares que, lejos de las aulas, se han quedado sin su principal comida diaria. Porque no solo pierden conocimientos, sino también salud. Para paliar esta terrible situación, se ha desarrollado un programa de micro ayudas destinadas a que puedan adquirir bienes de primera necesidad, como alimentos y artículos de limpieza e higiene corporal.

Nuestro objetivo ha sido trabajar duro (teletrabajar en la mayoría de los casos, para preservar la seguridad) duro para que la esperanza llegue hasta el último rincón de aquellos países en los que estamos presentes. Gracias a todos estos esfuerzos podemos dec ir, en palabras de Antonio Huertas, que «estamos seguros de que vamos a superar esta terrible situación y lo vamos hacer con aquello que más nos define, la solidaridad. Y hagámoslo siendo realistas, conociendo a la perfección a qué nos enfrentamos, para que en el plazo más breve posible logremos lo que hoy parece imposible»

Ayuda con el duelo no presencial

Perder a un ser querido durante lo más duro de la pandemia ha sido una terrible experiencia. A la tristeza de la pérdida se añade la imposibilidad de la despedida, lo que puede suponer un inicio de duelo incompleto. Para aliviar el dolor de estas personas, hemos puesto en marcha un plan de ayuda psicológica destinada a quienes han perdido a algún familiar por la COVID-19. Realizada en colaboración con Grupo Luria Psicología y la Asociación Nacional de Servicios Funerarios (PANASEF ), el plan consiste en prestar atención telefónica de unos 45 minutos a quien lo necesite.

Aunque esta enfermedad ha afectado a todos los géneros y grupos de edad, Lucila Andrés, psicóloga especialista en duelo de Grupo Luria Psicología, comenta que ha habido una «mayor prevalencia de llamadas de mujeres de más de 60 años que habían perdido a sus maridos. Aunque también han acudido bastantes adultos pidiendo consejo para tratar a sus padres y abuelos». La soledad del confinamiento, el no poder compartir con normalidad el sufrimiento del fallecimiento con allegados y seres queridos, la rapidez del proceso letal y la ausencia del ritual de despedida «han provocado una gran necesidad de ser acompañado, escuchado y comprendido en su dolor», añade la psicóloga.

Buena parte de su trabajo al otro lado del teléfono ha consistido en «normalizar sus emociones y ayudar a entender más del proceso que han vivido. En muchos casos, los usuarios han podido expresar el dolor sin que se produjera el contagio emocional que se produce si lo hacen delante de familiares (“no quiero llorar delante de mi hijo para que no sufra”)». También es importante para los familiares de los fallecidos «poner en palabras su sufrimiento y compartirlo con alguien que es capaz de guiarles y comprenderles. Esa experiencia les ha confortado mucho». Y por eso, las muestras de agradecimiento han sido muchas, muy sinceras y emocionantes.

No es fácil consolar a quien ha vivido una experiencia tan traumática. «No debemos olvidar que la pérdida de un ser querido es una de las vivencias más duras por las que pasan las personas», comenta Andrés. Por eso es importante «acompañar a la persona entendiendo su estado emocional: culpa, pena, enfado…». Todos esos sentimientos son aún más complicados de digerir si no ha podido haber si quiera una despedida. Por eso «sugerimos ideas sobre que existen muchas formas de despedirse y que solamente es un aplazamiento. El día en el que se pueda hacer la despedida que se merecen todos llegará».

«Es importante convencerlos de la importancia de organizar su vida cotidiana con los ritmos adecuados de comida descanso, ejercicio y relaciones. En esta misma línea es aconsejable poder incorporar poco a poco el recuerdo de la persona fallecida y la vida que se ha compartido. Cada persona y cada familia lo conseguirán hacer con sus rituales de oraciones (cuando los tengan), de conversaciones, de visón de fotos de acontecimientos familiares», continúa la psicóloga, para quien no se puede descartar la idea de acudir al médico si así se requiere. Más aún si se trata de personas mayores, cuyo organismo se puede resentir por el shock que supone la pérdida.