Farid, de Honduras. Yomara, de Nicaragua. Darich, de Nicaragua. Darlyn, de Guatemala. María, de Honduras. Ever, de Bolivia. Son los seis jóvenes huérfanos que durante todo este curso se van a beneficiar de uno de los programas internacionales que apoya Fundación MAPFRE en Estados Unidos: el proyecto NPH Leadership Institute.

TEXTO: RAQUEL VIDALES

¿Quién piensa todavía que un niño sin recursos no puede convertirse en un líder capaz de cambiar el mundo? Cada año estudiantes desfavorecidos de Latinoamérica y el Caribe tienen la oportunidad de mejorar su inglés y desarrollar su capacidad de liderazgo.

Fundación MAPFRE apoya varios programas en Estados Unidos que demuestran que la educación es clave para revertir los efectos de la pobreza. Durante diez meses estos jóvenes estudian inglés y viven en Seattle con familias de acogida para conseguir una completa inmersión cultural. Pero además asisten a seminarios sobre liderazgo, conocen mentores, visitan empresas y realizan servicios a la comunidad para, de vuelta en sus países, estar mejor preparados y brindar ese talento a su comunidad.

«Este programa es una invitación para crecer personal y profesionalmente. Nuestros alumnos pasan mucho tiempo ponderando los desafíos que les proponemos, pero también celebrando sus éxitos. Trabajamos la autoconciencia, la comunicación, las habilidades sociales y el liderazgo. Admiro el coraje y la audacia de los estudiantes al examinar su pasado, discutir su presente e imaginar lo que sus caminos futuros podrían sostener bajo el pretexto de liderazgo», explica en su blog la directora del programa, Jacqueline Shrader. «Ahora bien, con demasiada frecuencia el liderazgo se asocia con el prestigio y la autoridad. No lo entendemos así nosotros: al contrario, el liderazgo lo entendemos como un servicio. Un líder, para nosotros, es una persona flexible, responsable y compasiva; capaz de promover cambios que contribuyan a mejorar la vida en sus comunidades», aclara la directora.

De izquierda a derecha: Ever, Maria, Darich, Darlyn, Farid y Yomara. Imagen cedida por NPH Leadership Institute

Liderazgo, justicia y libertad

A finales de junio pasado se celebró la graduación de los seis jóvenes que se beneficiaron de este programa el curso pasado. Durante la ceremonia, a través de sus discursos finales, se pudo comprobar el tremendo impacto que tuvo en sus vidas su estancia en Seattle. «He recorrido un largo camino hasta un lugar donde ni siquiera podía imaginarme antes de este programa; un lugar donde sé que puedo convertirme en la mejor versión de mí mismo. Puedo decir con orgullo que soy capaz de identificar quién soy como ser humano y como líder. Ahora estoy seguro de que estoy en el camino correcto para convertirme en el hombre que siempre he soñado», dijo emocionado Samuel, de Haití, en su exposición.

Saravia, de Honduras, habló de liderazgo, justicia y libertad: «Para mí el liderazgo significa algo más que dirigir un grupo o tener el control. Creo firmemente que un buen líder es alguien que es capaz de ponerse en la piel de los demás. Alguien que se esfuerza por beneficiar a todo el grupo, no sólo a él mismo. Este es el tipo de líder que quiero ser. Mi tiempo en Seattle también me ha enseñado a luchar por la igualdad, la justicia social y la libertad de expresión». Y David, de Guatemala, contó sus planes de futuro: «Estoy deseando regresar a casa y continuar mis estudios en la universidad. Estoy estudiando Psicología y un día abriré mi propia clínica para ayudar a gente con problemas. Es muy importante no perder de vista nunca esta filosofía: ser un miembro productivo para la sociedad».

«Ahora puedo decir con orgullo que soy capaz de identificar quién soy como ser humano y como líder. Ahora estoy seguro de que estoy en el camino correcto para convertirme en el
hombre que siempre he soñado»

Acceso a una educación de calidad

El programa NPH Leadership Institute lo desarrolla desde 2011 la organización Nuestros Pequeños Hermanos, una entidad sin ánimo de lucro internacional que proporciona alojamiento, educación, atención médica y una familia a menores vulnerables de Latinoamérica y el Caribe. Fue fundada en 1954 por el sacerdote estadounidense William Wasson, a raíz de un episodio que marcaría su vida y, en adelante, la de miles de niños desfavorecidos. Ocurrió en Cuernavaca (México), donde conducía una parroquia en un barrio bastante pobre. Un día, la policía arrestó a un menor por robar la caja de limosnas de esa iglesia, pero el padre Wasson se negó a presentar cargos contra el muchacho; al contrario, pidió su custodia y el juez se la concedió. Una semana después el mismo magistrado le envió otros ocho niños desamparados más para que se hiciera cargo de ellos. Al final del año ya vivían con él 32 pequeños.

Así nació Nuestros Pequeños Hermanos. Desde entonces cerca de 20.000 niños se han criado con ayuda de esta organización, que ahora mantiene hogares de acogida para menores en nueve países: México, Honduras, Haití, Nicaragua, Guatemala, El Salvador, República Dominicana, Perú y Bolivia. En torno a 1970 el padre Wasson puso en marcha un programa para que los jóvenes más prometedores que habían crecido bajo su amparo aprendieran inglés y tuvieran la posibilidad de estudiar y convertirse en modelo para los pequeños que crecían con ellos. Entre ellos se elige ahora a los participantes del programa Leadership en Seattle.

 

No es este el único programa de creación de líderes que se sostiene con fondos aportados por Fundación MAPFRE en Estados Unidos. Recientemente la Fundación ha firmado otro convenio con la organización Teach for America para financiar la formación de 10 nuevos profesores que serán maestros de 625 niños de comunidades con bajos ingresos en la ciudad de Boston (Massachusetts). Esto quiere decir que estos nuevos profesores deben estar preparados no solo para transmitir conocimientos académicos a sus alumnos, sino también para ayudarles a mejorar sus condiciones de vida por medio de la educación. Y por supuesto, para abrirles la oportunidad de acceder a estudios superiores.

Este proyecto está teniendo un gran impacto en la sociedad, ya que permite el acceso a una educación de calidad a niños desfavorecidos. Desde su fundación, en 1990, Teach for America recluta a graduados universitarios y profesionales sobresalientes para que se comprometan por un periodo inicial de dos años a enseñar en escuelas de barrios de bajos ingresos para luchar contra la desigualdad educativa en Estados Unidos. Para ello los futuros maestros reciben un curso de formación específico, diseñado especialmente para colegios de zonas desfavorecidas, que se rige sobre todo por un lema básico: la educación puede cambiar vidas.

En el área de Massachusetts hay otra entidad que también recibe fondos de Fundación MAPFRE. Se llama United Way of Webster and Dudley y es una especie de red de ayuda que sostiene a 17 organizaciones locales sanitarias y humanitarias que trabajan directamente con más de 7.000 personas en riesgo de exclusión en las localidades de Webster y Dudley.

Imagen cedida porTeach For America

Sí, se puede

Elisa Villanueva Beard se convirtió en profesora de Teach For America en 1998 en Phoenix. Dos años más tarde conoció al que sería su marido, Jeremy Beard, que también enseñaba en un instituto asociado a la organización. Casi dos décadas después ella se ha convertido en CEO de la organización y ambos siguen luchando por lo que les unió: construir un mundo mejor para sus hijos. «Cuando trabajamos por la igualdad educativa, trabajamos para cambiar la realidad. Luchamos contra la segregación, el racismo, la xenofobia, la desigualdad. Así que esto es mucho más que un programa educativo. Es un programa para cambiar el mundo», explicó Villanueva Beard en su discurso de bienvenida a los nuevos profesores del curso pasado.

«Hace dieciocho años, cuando empecé en Teach for America, la gente todavía discutía acerca de si era o no posible que los niños que crecen en comunidades de bajos ingresos alcancen el mismo nivel que sus compañeros más ricos. Todavía había gente que se preguntaba si se podía hacer, si los estudiantes de color realmente podían ser tan buenos como los estudiantes blancos en la escuela. Hoy en día esa no es una pregunta honesta. Sabemos que pueden. Por supuesto que pueden. Podemos señalar cientos de escuelas en las zonas urbanas y rurales de Estados Unidos que lo demuestran todos los días», continuaba el discurso. «Hoy, rechazamos el mundo tal como es y nos comprometemos a crearlo como debería ser», concluyó emocionada la CEO de la organización.

 

Imagen de apertura:  Saravia en su discurso de graduación. Foto cedida por NPH Leadership Institute