La arquitectura es una seña de identidad imprescindible de nuestras ciudades. Al recorrer calles, avenidas y miradores se asientan en nuestro imaginario los perfiles de los edificios, sus líneas y estilos hasta formar parte de nuestro paisaje cotidiano, de nuestra cultura y vida.
TEXTO: ANA SOJO Y ROCÍO HERRERO. FUNDACIÓN MAPFRE
Todos admiramos algunas construcciones emblemáticas que forman el escenario arquitectónico de las urbes que habitamos, pero se desconoce que algunos de los edificios más bellos fueron construidos por compañías aseguradoras. Estas fueron responsables de edificar sedes grandiosas que, a través de su majestuosidad, enviaban a sus clientes un claro mensaje de estabilidad y solvencia. Se trata de un interesante patrimonio arquitectónico cuyo origen no es suficientemente conocido y que ha cimentado la estética y la personalidad de las ciudades hasta el punto de que se han convertido en auténticos iconos dotados de singularidad y belleza. Veamos algunos ejemplos:
Madrid, edificio de La Unión y el Fénix
El viajero que llega a Madrid sin duda paseará por la Gran Vía, esa arteria urbana que transformó por completo la fisonomía de Madrid y que fue proyectada como mejora de la red viaria y nexo entre los nuevos ensanches de la ciudad.
Las obras de la Gran Vía se iniciaron en 1910 y su planificación mostraba el deseo de dotar a Madrid de una vía amplia, cuajada de edificios elegantes y cosmopolitas, que representaran la modernidad acorde a la capital de un país europeo. Para ello se derribaron casas y angostas calles para obtener así el espacio necesario en el que construir tan magna obra. Las grandes compañías de seguros fueron protagonistas en la configuración del nuevo espacio porque invirtieron en la construcción de magníficos edificios que configuraron para siempre parte de la esencia de la ciudad. Entre las arquitecturas más representativas destaca, en la esquina resultante entre la calle Alcalá y Caballero de Gracia, el imponente edificio de la Unión y el Fénix, hoy Metrópolis, que refleja las construcciones propias del París de 1900 gracias a su fachada y a su airosa cúpula.

Los hermanos Fevrier, ganadores del concurso internacional convocado para la construcción del edificio, y el arquitecto Luis Esteve dejaron patente la primacía del estilo francés en este primer tramo de la Gran Vía.
El edificio original estuvo coronado por una escultura del ave Fénix (símbolo de la compañía La Unión y el Fénix) hasta 1975, fecha en la que cambió la titularidad del inmueble. Desde este momento, la imagen que cubre la cúpula es una Victoria alada, obra de Federico Coullaut.
Sin lugar a dudas, el paseante que se acerque a la Puerta de Alcalá y tome como referencia la plaza de Cibeles, asistirá a una de las vistas más bellas de la ciudad, la que se despliega ante nuestros ojos como un escenario teatral compuesto por la «proa» del edificio Metrópolis circundado por los jardines del palacio de Buena Vista y por otros espléndidos monumentos.
American Insurance Union Citadel en Columbus, Ohio
Inaugurado en el año 1927 por la compañía American Insurance Union, fue el quinto edificio más alto del mundo, diseñado por el arquitecto Howard Crane, en un brillante estilo art déco. Constituye hoy en día, casi cien años después, uno de los edificios más característicos de la ciudad y dibuja una parte fundamental del perfil del downtown de Columbus. El edificio tuvo una excelente acogida y de acuerdo con la revista Architectural Forum fue descrito como espléndido e impresionante. Crane dijo inspirarse en la arquitectura bizantina para su concepción, en particular en su interior. El arquitecto, originario de Detroit, tuvo una larga y exitosa carrera como artífice de cines y teatros monumentales.
La construcción del edificio no estuvo exenta de dificultades. Sufrió innumerables sobrecostes. En la gran depresión, la compañía se declaró en bancarrota y aunque sobrevivió algunos años más, desaparecería en el año 1934. El edifico fue comprado por Lesley LeVeque y John Lincoln en 1945 y hoy en día se conoce como LeVeque tower.
Las compañías aseguradoras fueron responsables de edificar sedes grandiosas que, a través de su majestuosidad, enviaban a sus clientes un claro mensaje de estabilidad y solvencia.
Torre olímpica MAPFRE en Barcelona
En el siglo XX, la elección de Barcelona para albergar los Juegos olímpicos en 1992 provocó diversas actuaciones urbanísticas que transformaron la ciudad convirtiéndola en una de las más bellas y modernas de Europa.
El legado de los juegos a la ciudad fue su apertura al mar recuperando, entre otras, la zona del antiguo barrio de Sant Martí para el disfrute de los barceloneses. Y fue en este espacio donde se construyeron dos torres parecidas (pero no iguales), siendo una de ellas la torre olímpica MAPFRE.
La Torre MAPFRE es un edificio de 154 metros de altura proyecto de los arquitectos Íñigo Ortiz y Enrique de León. Fue en su momento el segundo edificio más alto de España y sigue siendo el más alto de la ciudad junto a la vecina torre del Hotel Arts.
El edificio se encuentra en el puerto olímpico y es visible prácticamente desde cualquier punto de la ciudad. Forma parte imprescindible de su skyline.
Recientemente ha sido reconocida como el segundo edificio más eficiente de toda España. Además, la Torre MAPFRE y su sensibilidad ante la sostenibilidad y la innovación se han utilizado como caso de estudio en universidades y foros internacionales.

La Nacional Seguros en Ciudad de México
Construido entre 1930 y 1932, la edificación fue promovida por la compañía de seguros La Nacional (Compañía de Seguros sobre la Vida, S.A.), que convocó un concurso arquitectónico que ganaría el equipo formado por Manuel Ortiz Monasterio, Bernardo Calderón y Luis Ávila. Fue un importante reto arquitectónico dado el terreno lacustre sobre el que se cimentó la estructura y el conocido riesgo sísmico de la ciudad. Marcó un hito al superar el techo de los 50 metros de altura y fue en su tiempo el edificio más alto y moderno de México y un caso de estudio para muchos proyectos que llegarían después.
De estilo arquitectónico art déco con inspiración en las pirámides escalonadas egipcias y aztecas dibujan su silueta líneas rectas y sobrias donde el volumen y los ángulos le confieren su singular contorno. Como tema decorativo principal destaca el hermoso bajo relieve que corona el acceso principal. Representa la alegoría al seguro de vida en la que un ángel despliega sus alas amparando a tres figuras humanas que representan las edades del hombre: niñez, madurez y vejez. Es obra del artista Manuel Centurión.
Como en los anteriores ejemplos, este edificio también se convirtió en emblema de la ciudad. Este hecho se corrobora en el cartel publicitario de la Asociación Mexicana de Turismo, en el que se muestran cuatro símbolos inequívocos de Ciudad de México: el Palacio de Bellas Artes, las pirámides de Teotihuacán, la catedral y el edificio La Nacional Seguros. La imagen de este edificio emblemático, seña de identidad de la ciudad, sigue desafiando a las fuerzas de la naturaleza hasta nuestros días.

Estos son solo algunas pinceladas de la riqueza patrimonial aportada por las compañías de seguros. Por todo ello, merece la pena que, cuando caminemos por nuestras ciudades, alcemos la vista y nos dejemos sorprender por estos edificios, cargados de historia y vida.