TEXTO: ANA SOJO Y ROCÍO HERRERO.Fundación MAPFRE
IMÁGENES: COLECCIONES FUNDACION MAPFRE Y MUSEO DEL SEGURO
«Un grito en la pared». Así definió Josep Renau al cartel, creando, probablemente, una de las maneras más acertadas de referirse a este medio de comunicación, que contó con vocación comercial, educativa y propagandística desde el siglo XVIII. La presencia del cartel en las ciudades europeas y americanas tuvo su momento de esplendor desde la segunda mitad del siglo XIX hasta los años sesenta del siglo pasado y España no fue una excepción, porque contamos con algunos autores memorables que nos dejaron grandes ejemplares. Algunos de ellos se han convertido en auténticas obras de arte, o también, como en el caso que nos ocupa, en testimonios de una época.
En 1933 nació MAPFRE como mutualidad fundada por la Agrupación de Propietarios de Fincas Rústicas Españolas en respuesta a los cambios legislativos que se produjeron en la II República, en concreto, la ampliación del seguro de accidentes de trabajo en el sector de la agricultura. La sede inicial se situó en la calle Santa Catalina de Madrid. Tal y como apunta la primera Memoria de 1934, al año siguiente de su fundación la aseguradora tuvo que trasladar su sede a un espacio mayor, concretamente al paseo de Recoletos, 25 (actual sede de MAPFRE RE), ya que debido al enorme crecimiento que experimentó en su primer año de actividad, se vio en la necesidad de contratar más empleados y ampliar sus oficinas. Por ello, existen versiones de la placa con distintas direcciones: Santa Catalina, 7, Paseo de Recoletos, 25 y Avenida Calvo Sotelo, 25 (anterior nombre del Paseo de Recoletos).
Para la realización de la primera imagen de marca de la compañía se encargó al dibujante y pintor Rafael de Penagos (Madrid, 1889-1954). Ignacio Hernando de Larramendi en su libro Así se hizo MAPFRE comenta: «Parece incomprensible que (Penagos) hubiese aceptado el encargo de MAPFRE…». Este comentario se debe a que el artista madrileño estaba considerado como el dibujante comercial más representativo de su época, además de un extraordinario cartelista, y gozaba de un gran reconocimiento profesional. Colaborador habitual en las principales publicaciones del momento —La Esfera, Nuevo Mundo, Blanco y Negro—, Penagos aportó a la imaginería de la época ilustraciones que mostraban una sociedad moderna y cosmopolita. Además, ganó numerosos concursos de carteles convocados por industriales y casas comerciales que le aportaron un gran prestigio.
Desde un punto de vista artístico, destaca la sencillez de la composición, realizada
a base de tintas planas y simplificaciones formales
En este primer cartel de MAPFRE, Penagos muestra la figura de un segador, con una mano vendada y cubierta de sangre, que vuelve el rostro hacia el espectador, mientras que sus compañeros continúan trabajando. Los cuatro individuos son representados con igual vestimenta y sus rostros apenas evidencian rasgos físicos personalizados. Probablemente, el autor pretendió crear un prototipo de jornalero, de apariencia anónima, con el fin de que otros trabajadores se vieran reflejados en un acontecimiento dramático e inesperado y entendieran la necesidad de protección ante el revés que supone un accidente laboral. Desde un punto de vista artístico, destaca la sencillez de la composición, realizada a base de tintas planas y simplificaciones formales.
La imagen del segador se convirtió en un icono para MAPFRE y la figura se trasladó a las placas metálicas que se entregaban a los mutualistas para colocar en los centros de trabajo asegurados. En las pólizas de aquellos años, se consignaba el pago de la placa además del pago de la prima. Asimismo, en la primera Memoria de MAPFRE, en 1934, se detalla el gasto de 10.790,50 pesetas en placas producidas para sus asegurados. La imagen del segador se imprimió en distintos soportes y dio lugar a numerosas versiones con textos, colores y tamaños diversos.
Las placas se grabaron en la Societé Generale des Cirages Français. De origen francés, la Societé, se estableció en Santander en 1877 y, además de funcionar como imprenta litográfica, fabricó envases de hojalata, latón litografiado y placas publicitarias.
El segador se mantuvo como firme seña de identidad hasta los años cincuenta. En esta década la compañía se transformó y quiso transmitir una visión diferente que mostrase su diversificación en otros ramos del seguro. Para ello se hizo una adaptación de la imagen tradicional que lograra combinar los sectores agrícola e industrial. El resultado final fue la utilización del busto de la figura del segador, pero con un paisaje bien distinto al del cartel original: las casas de labranza se sustituyeron por arquitecturas fabriles y el humo de sus chimeneas se desplaza por buena parte del cielo. Todo ello englobado dentro de un espacio circular enmarcado, una mitad, por una espiga de trigo y la otra mitad por una rueda dentada.
Aunque la figura del segador ha quedado relegada por otros logotipos e imágenes actualizadas acordes con el mundo de la estrategia corporativa y la comunicación, es interesante recordar cómo se desarrolló la primera imagen de la compañía y, sobre todo, la importancia que supuso contar con el dibujante más afamado de su época, Rafael de Penagos. El inmenso legado que dejó el artista madrileño, fiel testigo de una trepidante y difícil época, queda constatado tanto en los numerosos y excelentes dibujos que forman parte de las colecciones artísticas de Fundación MAPFRE como en las placas históricas del segador que se pueden contemplar en el Museo del Seguro.