Empresas e instituciones privadas se han convertido, gracias a la Agenda 2030, en actores sociales fundamentales para conseguir un mundo más justo y sostenible en el que la seguridad vial ha pasado a la primera línea de prioridades al figurar entre las 169 metas de los ODS.

TEXTO: GABRIELA DE NICOLÁS IMÁGENES: ISTOCK

En septiembre de 2015, la Asamblea General de la ONU adoptó la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, con 17 Objetivos a alcanzar que se resumen en la promesa central y transformadora de «no dejar a nadie atrás».

En este marco, las empresas juegan un papel fundamental debido al carácter inclusivo de los ODS. De hecho, la nueva Agenda 2030 no solo se dirige a gobiernos y agencias de desarrollo, como hacía la Agenda 21, sino que exige una mayor participación de todos los actores, incluida la sociedad civil y el sector privado. Ahora es más que nunca una responsabilidad compartida. Al hilo de esta corresponsabilidad numerosas empresas persiguen un nuevo equilibrio entre el beneficio de capital y el beneficio social. Son «empresas con un propósito», «empresas sociales», un concepto que se está haciendo imprescindible.

Pues bien, la seguridad vial se ha situado en primera fila en la carrera por llegar a tener un mundo más justo, sostenible y responsable. Lo ha hecho con el fin de dejar atrás las cifras escalofriantes a las que no conseguimos acostumbrarnos: las muertes en carretera representan, a día de hoy, la principal causa de fallecimiento en grupos de edades de niños y jóvenes de entre 5 y 29 años; cada cuatro minutos, un niño pierde la vida en las carreteras del mundo, lo que significa un total de 500 niños al día.

Sin duda, estar presente en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas supone un gran avance, como confirma Jesús Monclús, director de Prevención y Seguridad Vial de la Fundación MAPFRE: «Por primera vez la seguridad vial entra a formar parte de los ODS a nivel global. Y esto es fundamental porque traslada a la sociedad la importancia de reducir las lesiones de tráfico. En segundo lugar, porque llama a la acción a todos los ciudadanos y a todas las empresas y permite establecer vínculos y sinergias con otros asuntos de la agenda 2030, como el medio ambiente».

Las empresas pueden promover y facilitar la prevención de incidentes de circulación de diferentes maneras

La seguridad vial es un asunto que nos afecta a todos y sobre el que todos debemos actuar. La prueba más evidente es que la iniciativa global Decenio de Acción 2011-2020 para la Seguridad Vial de Naciones Unidas, ha sido clave para «frenar» la cifra mundial de siniestralidad mortal. «Sin este documento de orientación para los países y el trabajo de todos, el balance global de víctimas mortales sería de 1,9 millones en lugar de 1,3 millones», ha afirmado Monclús. Con el objetivo de concienciar a las empresas de su responsabilidad sobre este asunto, así como de proporcionar una rápida visión general de las oportunidades que se presentan en el área de la seguridad vial, Fundación MAPFRE ha elaborado un amplio y completo informe: ODS y Seguridad Vial: una guía para organizaciones del sector privado. Presentado durante la jornada Aplicación de los ODS para la «Mejora de la Seguridad Vial» se trata del primer documento de este tipo que ha sido elaborado con el objetivo de ayudar a las empresas y entidades privadas a incrementar su compromiso con la seguridad vial a través de la Agenda 2030.

Una ayuda imprescindible si tenemos en cuenta estas palabras de Etienne Krug, director de la Comisión sobre Determinantes Sociales para la Salud de la OMS: «Al ritmo actual, 20 millones de personas morirán y 1.000 millones resultarán heridas en incidentes de tráfico en las próximas dos décadas a menos que se tomen medidas realmente eficaces para prevenirlos». Krug, que ha participado en el documento de Fundación MAPFRE, afirma que es necesaria una «voluntad política mucho mayor» para garantizar que los países apliquen «más medidas y más eficaces» para reducir los siniestros viales. «Si lo logramos evitaremos la muerte y las lesiones de muchas personas, haremos posible que puedan caminar y moverse en bicicleta de forma segura y garantizaremos mayor bienestar social», ha concluido. 

Es importante que recordemos cuáles son algunas de las principales causas de siniestralidad vial en el mundo. Entre ellas destacan comportamientos irresponsables de conductores y pasajeros, utilización de teléfonos móviles, mal estado técnico de los vehículos y la insuficiente calidad o mantenimiento de las infraestructuras y señalizaciones viales. «La mayor carga la asumen los peatones, ciclistas y motociclistas, que representan el 54 % de todas las muertes por choques y atropellos de tránsito».

Se trataría de cumplir el objetivo 3.6 de los ODS para reducir las muertes por tráfico en un 50 % para 2020; y el objetivo 11.2 para proporcionar acceso a sistemas de transporte seguros, asequibles, accesibles y sostenibles para todos en 2030. Ya sabemos que al primer objetivo no hemos llegado y, de hecho, ahora se está planteando su renovación hasta 2030. Y que para llegar al segundo es necesaria la participación de las empresas privadas.

¿Cómo pueden ayudar las empresas?

Las empresas pueden promover y facilitar la prevención de incidentes de circulación de diferentes maneras. Entre ellas, las que producen bienes o prestan servicios con un impacto directo en la seguridad vial pueden:

  • Producir vehículos y construir carreteras teniendo en cuenta la seguridad.
  • Brindar servicios a los heridos que sean accesibles para todos.
  • Comportarse de manera responsable, como evitar la comercialización de alcohol hacia los jóvenes.
  • Asegurar que el transporte público sea seguro.

El resto de las empresas pueden:

  • Garantizar la seguridad de su propio personal y de sus propias flotas, en caso de que sean voluminosas.
  • Apoyar intervenciones comprobadas de seguridad vial a través de sus esfuerzos de responsabilidad social corporativa.
  • Participar en campañas de seguridad vial dirigidas a sus empleados, las familias de sus empleados y las comunidades en las que operan.
  • Usar su influencia política para alentar la acción de las autoridades nacionales y locales.

Fundación MAPFRE y la seguridad vial

«Aunque queda mucho por hacer, la buena noticia es que cada vez hay más empresas comprometidas con la seguridad vial», ha comentado Jesus Monclús, director de Prevención y Seguridad Vial de Fundación MAPFRE. De hecho, esta entidad invierte anualmente más de 6 millones de euros a través de actividades y programas educativos en 25 países del mundo con el objetivo de educar y sensibilizar acerca de la importancia de la seguridad vial para prevenir y reducir los siniestros de tráfico.

Varias empresas han participado en la elaboración del informe Seguridad vial y los ODS, comunicando sus experiencias en este ámbito. Algunas de ellas tienen programas de prevención de incidentes de tráfico, como Gescamp, que trabajan para reducir la siniestralidad vial creando piezas para los vehículos que absorben los golpes y con mayor resistencia. Gonvarri, para cuyo director de Comunicación y Sostenibilidad, «el coche autónomo va a suplir aquello que las personas no terminan de conseguir y será el golpe definitivo a la siniestralidad vial». Mobileye que trabaja en una tecnología apoyada en visión artificial que identifica cuándo hay una situación de peligro y avisa al conductor o al vehículo para que actúe. O ALSA. Su director de Relaciones Institucionales, Ignacio Pérez-Carasa, afirma: «Hemos aprendido que la seguridad es algo que podemos gestionar. Hemos observado que la mayoría de los accidentes son prevenibles y, por lo tanto, pueden evitarse con las acciones preventivas relevantes».