La revolución tecnológica exige ideas innovadoras y la FP se encuentra a la vanguardia para encabezar e impulsar esa transformación. Pero es necesario que las empresas dicten el camino e incluso formen a los profesores, dicen los expertos. Cada vez más alumnos eligen la formación profesional: un 47% de los estudiantes de enseñanza superior en Europa cursan esta opción y en España han aumentado un 71% en los últimos diez años.
TEXTO: MIGUEL ÁNGEL BARGUEÑO IMÁGENES: ISTOCK
Los coches sin conductor. Las gafas de realidad aumentada. Las cápsulas hyperloop. Las cocinas automatizadas. A diferencia de los inventos del pasado, los actuales se suceden a gran velocidad. Estamos inmersos en un momento cambiante, en el que continuamente aparecen nuevos empleos que requieren a su vez de personas con la formación adecuada para desempeñarlos. Este frenesí innovador supone un desafío para la educación, que no puede quedarse descolgada. En ese punto, la Formación Profesional tiene un papel clave.
La FP ya no es lo que era
Aunque en el pasado se haya elegido por descarte, o por imposibilidad de entrar en la facultad, en la actualidad, la FP ofrece exactamente lo que muchas empresas demandan: especialización, conocimientos prácticos e incorporación inmediata. Los jóvenes, que carecen de los prejuicios del pasado y están a la última en novedades tecnológicas, la eligen cada vez más: según datos del Ministerio de Educación, en el curso 2017-2018 fueron 810.621 los alumnos matriculados en Formación Profesional, 17.000 más que en el periodo anterior.
Sin embargo, quizá por esa mala fama de otros tiempos, en nuestro país sigue siendo una formación minoritaria en comparación con otros países de Europa. Casi la mitad (un 47,3%) de los estudiantes de enseñanza superior secundaria en el continente cursan Formación Profesional. En países como Holanda, Austria, Luxemburgo, Eslovenia o Eslovaquia, superan el 60%. En España, representan solo el 35,2%, según el Centro Europeo para el Desarrollo de la Formación Profesional. En palabras de José Carlos Díez, profesor de Economía en la Universidad de Alcalá, uno de los ponentes en la jornada La Formación Profesional ante el futuro del empleo, celebrada el pasado mes de octubre en Madrid, «los países con un porcentaje más alto de personas con FP tienen un nivel más alto de renta por habitante, y a la inversa».
Las instituciones de FP deben ser mucho más flexibles y responder a la necesidad de renovar su oferta, las empresas deben convertirse en un socio activo en el diseño y brindar oportunidades para el aprendizaje basado en el trabajo, y las personas deben aceptar el aprendizaje permanente.
Parece que en el futuro esa tendencia al alza se consolidará. Como augura el informe Descubre la FP, realizado por Fundación MAPFRE, en 2020 un 35% de los puestos de trabajo en Europa requerirán un título universitario, mientras que la mitad de los empleos serán para profesionales con una cualificación intermedia, precisamente la que oferta la Formación Profesional.
José Ramón Pin Arboledas, profesor de IESE y uno de los autores del informe, destaca que esa percepción negativa que incluso a día de hoy se tiene en España es algo que hay que modificar. «Es una formación práctica y orientada a lo concreto. Dado que existen distintas inteligencias, se trata de aprovechar al máximo la que cada uno tiene. Al ser más concreta, requiere menos tiempo, lo que hace que la persona pueda engarzarse en el mundo laboral antes. Y como es práctica, es más útil para la empresa. Eso hace que la persona pueda ser económicamente independiente antes, y pueda madurar con mayor rapidez», opina. En este sentido, la FP puede tener influencia incluso en el ámbito de lo social: si actualmente la edad media a la que los jóvenes se emancipan en España es de 29 años, progresivamente nos acercaríamos a la de Suecia, donde se sitúa en los 19,7 años. Esto podría tener consecuencias favorables en cuanto a crecimiento demográfico, pues los jóvenes formarían familias antes. También en términos de satisfacción personal. «Cuando uno tiene capacidad de independencia personal, su autoestima aumenta. Eso hace que la gente se sienta más segura de sí misma», añade Pin Arboledas.
Cantera de especialistas
¿Qué le falta a la FP actualmente para que pueda consolidarse como cantera de especialistas para los nuevos puestos de trabajo? Parece obvio que, para empezar, la formación que imparte también esté a la última. En este sentido, resulta crucial que los profesores tengan conocimientos avanzados. Esto puede conseguirse de dos formas. Una, que las personas que están en vanguardia se acerquen a los centros de formación. La otra, que se fomente un nexo entre las empresas y los profesores. «Deben estar temporadas en las empresas para saber lo que se está haciendo», propone el profesor Pin Arboledas. Algunas compañías ya han iniciado planes de formación para profesores de FP. Este impulso para la FP es una prioridad en Europa. Como sostiene João Santos, jefe adjunto de la Unidad de Formación Profesional de la Dirección General de Empleo en la Comisión Europea, «la vida útil de las habilidades es cada vez más corta. Para hacer frente a este reto, las instituciones de FP deben ser mucho más flexibles y responder a la necesidad de renovar su oferta, las empresas deben convertirse en un socio activo en el diseño y brindar oportunidades para el aprendizaje basado en el trabajo, y las personas deben aceptar el aprendizaje permanente para mantener su empleabilidad, ciudadanía activa y calidad de vida».
Los jóvenes que empiecen a trabajar ahora tendrán una vida laboral de cerca de 50 años. En ese tiempo tendrán que reciclarse cuatro o cinco veces. Hoy en día lo lógico es que la gente no acabe de estudiar nunca.
Contenidos actualizados
Según los expertos, la administraciones públicas locales deberían fomentar esa renovación de los contenidos educativos. «A veces la administración es demasiado rígida», dice Pin Arboledas. «Y cuando acepta una asignatura, a lo mejor se ha quedado anticuada. Los centros deben tener más libertad para que, junto con las empresas, diseñen los currículum académicos, de modo que sean mucho más ágiles y cambiantes». En este sentido, también puede resultar esencial que se preste especial atención a las competencias transversales, como los idiomas. En algunas multinacionales con sede en España se emplea el inglés como lengua oficial, y es posible que hasta los manuales de instrucciones de la maquinaria más moderna estén en un idioma distinto al español. La propuesta del profesor Pin Arboledas es que «tiene que haber un Erasmus también en la FP, para que parte de los estudios se hagan fuera, con prácticas en multinacionales de países punteros: si los estudios son de electromecánica, en Alemania; si son de restauración, en Italia; si son de moda, en Francia».
Merece la pena contemplar la FP como un paso más en la formación, no como el final del camino. A la velocidad con que se producen los cambios, de ahora en adelante será obligado someterse a un aprendizaje constante. «Los jóvenes que empiecen a trabajar ahora tendrán una vida laboral de cerca de 50 años. En ese tiempo tendrán que reciclarse cuatro o cinco veces. Hoy en día lo lógico es que la gente no acabe de estudiar nunca», recuerda el profesor Pin Arboledas. Por su versatilidad, ahí también puede aportar soluciones la Formación Profesional, a la que las personas pueden acceder en cualquier momento de sus carreras. «La formación profesional y la formación universitaria deben estar interconectadas», propone Pin Arboledas. «En Alemania puedes encontrarte gente que ha terminado su doctorado e inicia una FP. Puedes encontrar presidentes de empresas que empezaron con Formación Profesional». En España hay universitarios que acaban su grado y para encontrar trabajo cursan un módulo de FP, mucho más práctico por ejemplo en enseñanzas de temas de software.
Una necesidad para las empresas
La FP Dual refuerza ese nexo entre la formación y la experiencia laboral. Combina «los procesos de enseñanza y aprendizaje en la empresa y en el centro de formación», como la define el Real Decreto que la regula. «No es que el alumno se incorpore pronto al mundo laboral; es que empieza en el mundo laboral. De modo que ve la aplicación práctica de lo que está aprendiendo en el entorno laboral», subraya Pin Arboledas. La FP Dual nació en 2013 como una estrategia para combatir el desempleo juvenil. Su evolución no deja dudas: según el estudio Implantación y evolución de la formación profesional dual española (2017), si en el curso 2012-2013 el número de alumnos asociados a la FP Dual era de 4.292 y las empresas adscritas, 400, en el curso 2016-2017 los alumnos eran 24.000 y las empresas, 10.000. El número de estudiantes se había multiplicado por seis y el de empresas, por 25. Estas cifras no hacen sino reforzar la idea de la FP como una modalidad viva que crece y se reinventa.
«Descubre la FP»
Partiendo de la idea de que la FP es la gran desconocida de la formación en España, Fundación MAPFRE y la Fundación Atresmedia trabajan desde hace años en la difusión y puesta en valor de esta modalidad educativa a través del proyecto Descubre la FP. Este 2018, y en colaboración con IESE Business School, publicaron el estudio Reflexiones sobre la formación profesional de grado medio y superior en España, que se elaboró mediante una revisión de la literatura sobre el tema, dos encuestas y un encuentro con jóvenes. Sacaron conclusiones muy interesantes, como que muchos jóvenes desconocen la gran variedad de titulaciones que la Formación Profesional ofrece o que son conscientes de que el mundo laboral actual requiere una formación práctica. El informe también aporta propuestas entre ellas, mejorar la cooperación entre todos los actores de la FP y mostrarla como una opción de primera categoría, destacando su empleabilidad.