El hambre oculta o malnutrición afecta a más de 2.000 millones de personas en el mundo y al 24,3 % de la población europea menor de 5 años. Para luchar contra esta situación, Fundación MAPFRE ha apoyado una iniciativa para desarrollar una supergalleta, un producto alimenticio que garantiza el 50 % de las vitaminas y minerales que necesita una persona al día.

TEXTO: CRISTINA BISBAL

Los datos de la FAO, Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, ofrecen una idea bastante clara de la situación: se estima que unos 690 millones de personas pasan hambre en todo el mundo o, lo que es lo mismo, el 8,9 % de la población mundial. En los últimos cinco años esta cifra ha aumentado en 60 millones. Y eso que hablamos de números ofrecidos por la organización en verano de 2020, por lo que no se cuenta la verdadera dimensión que ha adquirido la desnutrición tras la pandemia por COVID-19.

El hambre no es el único problema grave que afecta a la población en lo que a alimentación se refiere. Lo que se denomina hambre oculta o malnutrición afecta a más de 2.000 millones de personas en el mundo y al 24,3 % de la población europea menor de 5 años; y se refiere a la situación de quienes viven con un consumo no adecuado de energía. Es decir, que no llegan a cubrir las necesidades de micronutrientes como vitaminas A y D, hierro y zinc. España es, en concreto, uno de los países de la Unión Europea con tasas más altas de desnutrición infantil, con el impacto que ello supone para el desarrollo y crecimiento de los niños.

Conocedora de esta durísima situación, Fundación MAPFRE quiso implicarse en la búsqueda de soluciones. Y encontró una con la que contribuir a la mejora de la nutrición infantil, un asunto que importa especialmente a la institución. Lo explica Daniel Restrepo Manrique, director del área de Acción Social de Fundación MAPFRE: «supimos del desarrollo de una galleta nutricional por parte del Grupo Siro. Vimos entonces que un producto de estas características ayuda de forma muy importante a suplir estas carencias nutricionales de un modo rápido, eficaz y con costes muy asumibles. De esta manera, iniciamos un proyecto piloto en España donde afortunadamente no hay desnutrición, pero sí hambre oculta, especialmente tras la pandemia». Así comenzó su colaboración con la Súper Galleta o Galleta Nutricional. En concreto, Fundación MAPFRE ha actuado como aceleradora y financiadora de la iniciativa promoviendo la experiencia piloto en España. Pero no ha querido quedarse ahí, sino que se ha planteado también «como facilitadora de su difusión internacional».

No es una galleta como las demás

Pero, ¿qué tiene esta galleta que la hace tan especial? Su principal característica es que garantiza el 50 % de las vitaminas y minerales que necesita una persona al día porque contiene vitaminas A, B1, B2, B3, B5, B6, B12, C, D y E y ácido fólico, así como proteínas, calcio, hierro, magnesio, yodo y alto contenido en fibra. Todo esto supone que con solo 30 céntimos, que es lo que representa el coste de 100 gramos de producto, se puede suministrar una importante ingesta de alimento. Para su desarrollo y elaboración —por el departamento de I+D de Grupo Siro tras un complejo proceso de más de dos años— se han utilizado harinas integrales, aceite de girasol alto oleico y cantidades de sal y azúcares por debajo del límite crítico estipulado por la OMS, lo que ha permitido obtener una calificación de Nutriscore A.

Con todo ello se ha llevado a cabo una primera campaña con la que se han distribuido en España y Portugal un total de dos millones de supergalletas con el objetivo de ayudar a cubrir las deficiencias nutricionales de 20.000 familias con carencias en su dieta. A continuación llegó el salto fuera de nuestras fronteras. Primero en Guatemala, donde la Fundación Grupo Siro ha donado ya un total de 40.000 kilos de galletas nutricionales. La elección de este país latinoamericano tiene que ver con que, actualmente allí, casi la mitad de los menores de cinco años sufren desnutrición crónica, lo que convierte a Guatemala en el primer país de América Latina y el cuarto del mundo con mayor desnutrición infantil, según datos de Unicef.

Un producto de estas características ayuda de forma muy importante a suplir las carencias nutricionales de un modo rápido, eficaz y con costes muy asumibles

Esta colaboración ha supuesto, además, el inicio de un estudio clínico liderado por Fundación de Investigación HM Hospitales, en colaboración con Cáritas Arquidiocesana de Guatemala y Digisalud. Esta investigación se realizará con 200 niños de entre 3 y 6 años, que recibirán esta galleta y ayudará a determinar «con exactitud su grado de eficacia en la lucha contra la desnutrición. Nuestra idea de futuro es distribuir gratuitamente esta galleta en nuestros Proyectos Sociales Internacionales», afirma Restrepo. Y confirma: «ahora vamos a repartir 30 toneladas más de la galleta nutricional en Venezuela y México».

Tanto Fundación MAPFRE como Fundación Grupo Siro son conscientes del potencial de la Galleta Nutricional. Afirma Daniel Restrepo: «en el mundo existen algunos productos similares aunque con un carácter más local. Esta galleta puede suponer una enorme ayuda para que muchas personas puedan disponer de un suplemento alimenticio de gran calidad, fácilmente transportable y conservable, y a un coste muy reducido comparado con otros suplementos de la misma naturaleza. La galleta nutricional solo podrá donarse, por lo que su acceso será totalmente gratuito para los usuarios que lo necesiten». En efecto, no está disponible para la venta al público, lo que garantiza que no se comercialice con ella.

Esto sí que es un «superalimento»
Fotografía: Fundación Grupo Siro

Distribución con todas las garantías

Cuando Fundación MAPFRE y Fundación Grupo Siro se plantearon distribuir la Galleta Nutricional en nuestro país, quisieron contar con una institución que supiera cómo resolver los retos que esta tarea supondrían: la Federación Española de Bancos de Alimentos (FESBAL). Esta organización sin ánimo de lucro sabe perfectamente cómo es la situación de pobreza dentro de nuestras fronteras. Lo cuenta Agustín Vidal Aragón de Olives, presidente de la Fundación Banco de Alimentos de Sevilla: «la situación en nuestro país respecto a los niveles de desnutrición es complicada y preocupante, por lo menos para nuestra Fundación. Según el indicador AROPE, el 26,4 % de la población española en este momento se encuentra en riesgo de pobreza, y eso conlleva que afecte directamente a la posibilidad de acceder a los recursos alimentarios. Para muchas personas estos datos serán sorprendentes, pero es cierto que en el Banco de Alimentos de Sevilla lo vemos cada día, ya que 45.000 personas en este momento necesitan de nuestra ayuda». El asunto se hace aún más grave si hablamos de desnutrición infantil: «según el último Informe del Fondo de la ONU para la Infancia, 1 de cada 3 menores de 3 años en el mundo no recibe la alimentación adecuada para su buen desarrollo. Por ello, desde el Banco de Alimentos no solo nos preocupamos de que tengan alimentos, sino que aquellos que les lleguen sean saludables y en las cantidades que deben de consumir». Y otro problema adicional: el hambre oculta, que «genera problemas como retraso en su crecimiento y desarrollo, problemas cardiovasculares, obesidad o diabetes infantil. Como dato, el 35 % de la población infantil en España tiene obesidad».

España es, en concreto, uno de los países de la Unión Europea con tasas más altas de desnutrición infantil, con el impacto que ello supone para el desarrollo y crecimiento de los niños.

No se puede obviar el hecho de que esta situación empeoró con la pandemia, como afirma Vidal Aragón de Olives: «es cierto que antes de la pandemia ya había sectores de la población muy vulnerables en los que este problema estaba cronificado, pero a raíz de la COVID-19 han aparecido nuevos colectivos que han hecho que el número de personas afectadas sea aún mayor. Como reflejo de esta situación, durante los meses de la pandemia el Banco de Alimentos experimentó un aumento del 25 % de sus beneficiarios, llegando a atender a más de 62.000 personas». Las cifras, como siempre, nos ponen los pies en la tierra.