«Muchas veces nuestro trabajo llega tarde. El diagnóstico precoz es clave»
Catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Oviedo, dirige el Área de Psiquiatría del Departamento de Medicina de dicha Universidad, jefe de Servicio de Psiquiatría del Área Sanitaria de Oviedo e investigador principal del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM) de Oviedo. Es presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica (SEPB) y presidente del Consejo Español del Cerebro integrado en el European Brain Council, entre otros cargos.
TEXTO: NURIA DEL OLMO @NURIADELOLMO74 FOTOS: MÁXIMO GARCÍA
El presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría dirige una entidad que nació hace 17 años con el objetivo de contribuir al avance científico de la psiquiatría, de la salud mental en España. También para defender los intereses de esta especialidad médica, en la que actualmente se invierte el 6% del presupuesto de Sanidad. El llamamiento de esta entidad es que se alcance el 10%, como en otros países de Europa.
El catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Oviedo, Julio Bobes (Oviedo, 1952), acaba de aterrizar en Madrid, donde se encuentra la sede de la Sociedad Española de Psiquiatría, que preside desde hace tres años. El máximo responsable de salud mental de todos los centros de salud y hospitales de Oviedo tiene claro los retos de la asociación: reducir las desigualdades en la atención de cada comunidad, potenciar la psiquiatría infantil y juvenil, reducir la discapacidad que estos trastornos provocan y dotar al sistema de mayor número de profesionales.
Según las últimas cifras, más de un millón de personas padece en España una enfermedad mental grave. Más de la mitad de quienes necesitan tratamiento no lo reciben y un porcentaje significativo no accede al adecuado. ¿Qué desafíos tenemos por delante?
El mayor de ellos es contribuir a prevenir los trastornos mentales y de comportamiento, que muchas veces no se pueden prevenir pero en otras ocasiones se pueden hacer diagnósticos precoces, que son claves para que el tratamiento sea lo más efectivo posible. Si tratamos a una persona después de 10 años de enfermedad, los resultados son mucho más pobres. No se puede perder tiempo.
Otro gran reto en salud mental es mejorar la calidad de vida de estas personas
Hemos mejorado mucho en los últimos años y actualmente disponemos de instalaciones comunitarias y de rehabilitación mental en los hospitales, que sin duda contribuyen a que cada vez prestemos mejores cuidados. Sin embargo, todavía hay mucho por hacer. Gran parte de nuestro trabajo llega tarde. Unas veces porque no detectamos a tiempo un trastorno y otras muchas porque los afectados no acuden a su médico de cabecera, no son conscientes de su enfermedad y así es difícil ayudarles.
Es usted un claro defensor de la investigación científica. ¿Vamos por el buen camino?
Seguimos avanzando. Hay que partir de la base de que la mayor parte de los fondos se destinan a oncología y a la enfermedad cardiovascular. La neurociencia está en tercer lugar y actualmente cuenta con menos presupuesto que en la década de los 90, donde se dieron pasos de gigante en esta materia. Si no se apuesta por la investigación, los progresos son muy escasos.
Preocupa el índice de mortalidad de estas personas.
Así es. Los enfermos mentales tienen una esperanza de vida 20 años menor que cualquier otro ciudadano, fallecen antes de lo esperado, debido principalmente a que no se llevan a cabo las medidas preventivas a tiempo y no se atiende a su estado de salud en general. Es uno de los retos. Los médicos de familia deberían esforzarse más en tratar a estas personas. No deberían dejarlo todo en nuestras manos.
En España mueren por suicidio 10 personas al día. Son cifras dramáticas.
En efecto. Sabemos que 9 de cada 10 personas que se quitan la vida cada año sufre una enfermedad mental grave, como la esquizofrenia, los trastornos bipolares y de personalidad. También debido a la adicción a las drogas y al alcohol, que hacen mucho daño. En este capítulo, España ha evolucionado lentamente, y esto sí que supone una asignatura pendiente. Necesitamos que se apruebe un Plan Nacional de Prevención del Suicidio para poder invertir la tendencia. Hemos pasado de ser un país con nivel bajo a uno con riesgo medio, con tasas cercanas al 9%, lo que significa que el suicidio es en estos momentos la primera causa de muerte entre los menores de 35 años.
¿Puede decirse que la salud mental sigue siendo tabú?
Sin duda existe un gran estigma social y muchos prejuicios que conducen a que se produzca rechazo y exclusión. Por lo general, la sociedad no muestra una buena actitud ante los enfermos mentales y menos cuando están cerca, lo que implica que las oportunidades que tienen estas personas a la hora de integrarse en el sistema son menores.
Las familias también son víctimas.
Las familias hacen auténticos milagros y sacrificios a la hora de convivir con estas personas. Muchas veces no saben qué ocurre con ellos hasta que alguien les anima a asistir al médico de familia. Otras veces se ponen la venda y esperan a ver si con el tiempo mejora la situación, algo que no suele ocurrir, porque en la mayoría de los casos estas personas suelen empeorar, y como decía anteriormente, llegamos con retraso.
¿Considera que los centros educativos deben contar con más medios para detectar enfermedad mental entre sus alumnos y saber gestionarlo?
Creo que es fundamental. Los colegios deberían prestar mejor atención y los docentes deberían estar mejor preparados para tratar a alumnos con trastornos, como el TDAH, por
ejemplo, para que estas personas, con gran inteligencia y potencial en muchas ocasiones, no tengan dificultades escolares y puedan competir en igualdad de condiciones con el resto de niños. Es un trabajo en el que toda la comunidad escolar, padres y profesores incluidos, debe involucrarse.
«Para ser feliz hay que querer serlo. Tener una buena red social ayuda mucho»
Por su experiencia, ¿qué facilita que un niño desarrolle enfermedad mental?
Cuando tratamos a menores nos encontramos con verdaderas sorpresas, como situaciones frecuentes de abuso,violencia, acoso, que hacen que un niño no rinda y que son decisivas para que desarrolle un trastorno antes o después. Cuidar el entorno familiar es básico. Los niños, que afortunadamente nos cuentan lo que ocurre en casa, necesitan ambientes de afecto, donde prime la armonía, la cordialidad y el diálogo. Necesitan que sus padres les dediquen tiempo.
¿En qué momento deberíamos tener la sospecha de que algo no funciona bien? ¿Qué conductas deben alertarnos?
Quienes más nos deben preocupar son los chicos que desgraciadamente no son capaces de seguir el ritmo de sus compañeros, no porque no tengan capacidad, sino porque dedican la mayor parte del tiempo a obsesionarse con ideas falsas que surgen en su imaginación o con personas que creen que les persiguen. Son conductas propias de la psicosis, y que son frecuentes en personas que consumen drogas, sustancias que pueden llegar a despertar una enfermedad mental. También deben alertarnos los cambios a peor. Por ejemplo, niños que siempre han rendido bien académicamente y que de repente no lo hacen, o que dejan de relacionarse con sus amigos.
Estudiar el sistema nervioso también aporta mucha información
Las técnicas de neuroimagen nos permiten reconocer las funciones del sistema nervioso. También nos ayudan a detectar las enfermedades que tienen que ver con el estado de ánimo y con el pensamiento. Cuando una persona alucina, está demente o se encuentra apática no es por casualidad.
¿Qué hábitos recomienda para ser feliz?
Lo más importante es querer serlo y desde luego trabajarlo. Ayuda mucho conocerse bien, ser conscientes de cómo somos, hablar de nuestros problemas, sonreír (fortalece el sistema inmunitario) y muy importante, tener una buena red social, buenos amigos y buenos compañeros. Con respecto al trabajo me gustaría destacar la importancia del equilibrio. Trabajar en exceso es tóxico a largo plazo. El equilibrio trabajo-ocio no debería ser una opción, sino un elemento indispensable para la salud mental.
JULIO BOBES. Investigador principal del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM) de Oviedo, Julio Bobes es, entre otros cargos, presidente del Consejo Español del Cerebro integrado en el European Brain Council. Sus actividades incluyen tanto la docencia así como la investigación y la práctica clínica. Sus intereses investigadores le han llevado a ocuparse de trastornos psicóticos, afectivos, de ansiedad y psicofisiológicos así como del estudio y la prevención de comportamientos suicidas.