«Es necesario revisar el modelo de crecimiento vigente, orientándolo hacia la inclusión y la sostenibilidad»

TEXTO: NURIA DEL OLMO IMÁGENES: LAURA GONZÁLEZ LOMBARDIA

Más de 43 millones de españoles se beneficiaron en 2019 de las actividades realizadas por las fundaciones, una cifra que según los expertos se ha incrementado tras la crisis de la Covid-19. Las más de 9.000 entidades sin ánimo de lucro que componen este sector, entre ellas Fundación MAPFRE, aportan valor social y económico, generan miles de puestos de trabajo y permiten canalizar el capital social del voluntariado. Son datos de El sector fundacional en España: atributos fundamentales (2008-2019), la fotografía más reciente del sector, que no solo muestra su capacidad de adaptación a la crisis, sino también la respuesta decidida a las demandas y necesidades actuales.

La pandemia ha tenido muy ocupado a este profesor y doctor en Economía. Durante el último año, Simón Sosvilla (Santa Cruz de Tenerife, 1961) ha estudiado la triple crisis (sanitaria, económica y social) para tener una visión completa de las consecuencias (que son muchas y graves) y ha trabajado en una investigación para poner de manifiesto la importancia de las fundaciones en el desarrollo social y económico, algo que, a su juicio, poca gente conoce. Este año, su principal reto será profundizar en el impacto económico de la soledad no deseada en España, un asunto preocupante y especialmente relevante en meses de confinamiento.

Aseguran que la pandemia ha tenido un impacto negativo en el mundo fundacional debido a que las necesidades se han multiplicado en poco tiempo. ¿Cómo cree que se han reorientado las actividades de muchas de ellas para seguir atendiendo a las nuevas demandas sociales?
Sin duda alguna, las fundaciones han experimentado estrés organizativo, laboral y financiero al tener que dar respuesta a la multiplicación de demanda social que se ha producido debido a la crisis. A ello se suman las necesidades aún no resueltas durante los años precedentes, en los que se desaprovechó la oportunidad que brindaba la fase expansiva del ciclo económico. Ante este reto, el sector se ha reinventado para atender prioritariamente a los colectivos más frágiles, ha adoptado un estilo de proximidad y se ha apoyado en la lógica del bien común. También ha explorado nuevas vías de acercamiento al ciudadano y ha mejorado las sinergias internas para ser más ágil, eficaz e innovador y superar la fragmentación territorial con proyectos transversales.

La pandemia está generando muchas desigualdades. ¿A qué problemas más graves nos enfrentamos?
La desigualdad se ha incrementado en el mundo como consecuencia de la pandemia. En España, aunque su efecto sobre la distribución de la renta se ha visto mitigado, en parte por el activismo del Estado y básicamente a través de las prestaciones y los expedientes de regulación temporal de empleo, los últimos estudios indican que la desigualdad ha escalado hasta niveles máximos, algo que afecta especialmente a jóvenes, mujeres y migrantes debido a su precariedad en el mercado de trabajo. Para paliar esta situación, creo que se deberían eliminar las limitaciones existentes para poder acceder en igualdad de condiciones a la educación. Hay que promover incentivos como las becas, proteger los derechos de las mujeres en el entorno laboral y aumentar su participación en el mismo. También es importante crear oportunidades de trabajo decente, generar medios de vida seguros para todos y reforzar las políticas redistributivas con el establecimiento de impuestos justos y adecuados. Subyacente a estos retos, se sitúa la urgente necesidad de revisar el modelo de crecimiento vigente, orientándolo hacia la inclusión y la sostenibilidad mediante la promoción de sectores de alto valor añadido y alta productividad y asegurando un entorno institucional estable que haga posible que las empresas prosperen.

Los gobiernos trabajan cada vez más estrechamente con el sector privado y las instituciones para reforzar la red de seguridad económica de sus ciudadanos.

Hablamos de millones de beneficiarios de un sector que da respuesta rápida y eficaz a sus necesidades. ¿Puede destacar cuáles son?
Sanidad, vivienda, educación e investigación son las áreas de actividad que más han incr ementado su peso en los últimos años. Sin embargo, las que más han retrocedido han sido aquellas relacionadas con la cultura y los programas internacionales.

¿Cree que los gobiernos y los ciudadanos estamos preparados para hacerles frente?
La crisis de la COVID-19 ha revitalizado el contrato social. Los gobiernos de todo el mundo trabajan cada vez más estrechamente con el sector privado y el tercer sector para reforzar la red de seguridad económica de sus ciudadanos, apoyando el acceso a bienes y servicios básicos y asegurando las rentas de trabajadores y empresas. Estas actuaciones han incrementado las expectativas que determinan la forma en que los riesgos y las ganancias se comparten entre las personas y las instituciones, lo que debería aprovecharse para replantear los acuerdos institucionales que rigen los aspectos económicos del contrato social, favoreciendo la igualdad de oportunidades y las redes de apoyo mutuo de manera que nadie se quede atrás.

¿Cómo considera que ha afectado esta crisis a las fundaciones? 
La COVID-19 ha supuesto un nuevo desafío para el sector fundacional español y ha generado una gran incertidumbre sobre el devenir de su modelo de trabajo, pero al mismo tiempo, también ha sido una oportunidad para su redefinición de cara al futuro. Los resultados de nuestro estudio sugieren que la pandemia tendrá un impacto negativo en las fundaciones, si bien será un impacto pasajero. Se reducirá su nivel de actividad medio y se enfrentará a un descenso de la financiación que reciben estas entidades. Aun así, las fundaciones presentan una visión más optimista que la que ofrecen las empresas privadas.

Destacan a las fundaciones como agentes clave en el desarrollo de nuestro país. ¿Qué fortalezas destacaría de todas ellas?
Llama la atención su buen comportamiento en el mercado laboral. Durante las fases expansivas, estas entidades son más dinámicas para crear puestos de trabajo y durante las recesiones no sólo no destruyen la ocupación, sino que siguen manteniendo su pujanza. Destacaría, además, su capacidad de adaptación a las nuevas necesidades que van surgiendo, y muestra de ello es que el número de beneficiarios se incrementará en 2021. Como actor fundamental del Estado de Bienestar, considero que las fundaciones deberían recibir más ayuda europea, ya que no solo colaboran activamente en la lucha contra los efectos sociales negativos de la pandemia, sino que sustituyen en muchos casos a la intervención pública y cubren necesidades que no puede atender ni el sector público ni el privado.

Simón Sosvilla

¿Cree que nuestro sector es diferente al resto de los países? ¿En qué nos alejamos más?
Al igual que en otros países de nuestro entorno, el sector fundacional depende del desarrollo de la sociedad civil y del Estado de Bienestar. El papel de la sociedad civil española organizada es aún relativamente escaso respecto a otros países europeos. Aunque durante la pandemia se han registrado iniciativas reseñables en favor de los colectivos más vulnerables, creo que es necesario mayor compromiso cívico. En España, la respuesta a la COVID-19 ha puesto de manifiesto las limitaciones fiscales e institucionales del Estado de Bienestar y, en consecuencia, la necesidad de conjugar el fortalecimiento institucional del Estado con el fortalecimiento y sostenibilidad del Tercer Sector.

¿Cree que son ciertas las críticas que dicen que el sector es poco transparente?
Es cierto que la dispersión de fuentes complica la transmisión veraz de información relativa al número de fundaciones efectivas, a la actividad desarrollada, a los recursos con los que cuenta y a cuántas personas benefician, entre otros aspectos. De ahí la necesidad de realizar estimaciones cada cierto tiempo para obtener una imagen lo más fiel posible del sector y completarlo con el Indicador de Actividad Fundacional, que permite valorar la percepción que tiene el sector fundacional sobre la realidad económica y social española. Por otra parte y con el fin de incrementar la transparencia del sector, también creo que sería muy recomendable aumentar la presencia de las fundaciones en Internet y en las redes sociales, clave para que sean conocidas por la sociedad. Curiosamente, en 2019 únicamente un 39,83 por ciento de las fundaciones activas españolas disponía de página web propia y escasamente un 10% participaba en redes sociales.

El número de personas comprometidas con el sector en calidad de patronos, voluntarios y empleados directos e indirectos es cada vez mayor. ¿Cómo animaría a los ciudadanos a que se involucraran más en la actividad fundacional, como voluntarios por ejemplo?
Colaborar con el tercer sector aporta muchos beneficios, entre ellos, sentirse útil, crear lazos con la comunidad, poner a prueba nuestras capacidades, mejorar el concepto de uno mismo, fomentar la generosidad y convertirse en agente de cambio. El sector fundacional ofrece un amplio abanico de oportunidades en las que contribuir con el bien más escaso que existe, que sin duda es el tiempo, que no se puede almacenar para futuros usos. También con las habilidades, inquietudes y aptitudes propias de cada uno, que permiten cubrir parte de las necesidades de la sociedad y del entorno