Miriam Alía. Enfermera de pediatría del Hospital Gregorio Marañón y responsable de vacunación y respuesta a epidemias de Médicos Sin Fronteras.

TEXTO: CRISTINA BISBAL     FOTO: ALBERTO CARRASCO

 

Está vinculada desde 2005 a la organización médica y humanitaria internacional Médicos Sin Fronteras. En un primer momento, compaginaba su labor como enfermera en terreno (esto es, en los destinos con proyectos internacionales de la organización), con su trabajo en el Gregorio Marañón. Cuando le propusieron pasar al área de Emergencias MSF cambió su vida. Desde entonces lleva una existencia poco convencional, pero llena de satisfacciones.

¿Por qué fue tan importante para usted el cambio de enfermera en terreno a Emergencias?
Cuando estaba como enfermera, trabajaba seis meses en el Hospital Gregorio Marañón, seis meses para Médicos sin Fronteras, con una excedencia. Cuando empecé a hacer Emergencias en puestos de coordinación intermedios, era más difícil compatibilizarlo con el trabajo en el hospital. Hubo un momento en que me dijeron que había agotado todos los permisos menos los de maternidad… (risas). Así que decidí pedir una excedencia de un año. Luego otro, después otro… ¡Y todavia sigo aquí!

¿Qué lo hacía más difícil de compatibilizar?
En Emergencias en terreno tienes un teléfono, te llaman y te avisan con unos días de que te vas a un destino. En dos ocasiones incluso me lo han dicho de un día para otro. Como cuando fui a Zambia, donde se había declarado una epidemia de cólera. O mi primera vez en Siria: la persona que tenía que ir no pudo y me llamaron para que me fuera en ese mismo momento al aeropuerto. Esa noche, cuando mis amigos me llamaron porque les había dado plantón, les dije que no podía ir porque ¡estaba en Estambul!

¿Y a nivel emocional?
Desde el principio, sencillamente, me enamoré. Porque es un trabajo en el que ves la pertinencia y el impacto positivo enseguida. Es muy gratificante. Me di cuenta de que ese era mi sitio. En MSF hay tantos proyectos diferentes, que es difícil no encontrar algo que te apasione. Hay muchas oportunidades y hay que probar para encontrar lo que te gusta y en lo que eres útil. Yo lo encontré en Emergencias.

¿Qué le ha aportado su profesión de enfermera al trabajo en terreno?
Creo que la clínica ha sido un valor añadido. Pero sobre todo, la sensibilidad hacia la infancia, porque los niños y las mujeres son la población más vulnerable.

¿Considera que con su decisión ha perdido algo desde el punto de vista profesional?
Al contrario, he ganado. Porque en un trabajo como el de MSF tienes unas posibilidades de formación y desarrollo profesional diferentes. Y a nivel personal… ¡no te cuento! El crecimiento personal que te ofrece este trabajo no se puede cuantificar. Tú das mucho, pero recibes mucho más. Es un privilegio.

Pero sí es una renuncia económica, ¿no?
En MSF todos tenemos contrato y trabajamos de manera remunerada, porque queremos gente muy profesional y muy involucrada, y la parte técnica es muy importante. Es cierto que el primer año el sueldo es muy justo. Pero a partir de ahí se tiene un sueldo digno, más bajo que en otras organizaciones, es cierto, pero digno. Este trabajo no lo haces con ánimo de lucro, aunque te tiene que permitir vivir.

¿Con tanto viaje, se puede tener vida privada?
Claro que sí. Es que yo soy muy disfrutona. Cuando voy a terreno, disfruto. Cuando estoy aquí, también disfruto. Quizás no te deja llevar una vida convencional. Sencillamente, tu vida personal va más ligada a tu vida profesional.

 

 

* En la imagen de apertura, Miriam (a la derecha) junto a Carolina López, compañera de trabajo y jefe de misión en distintos países. Carolina es educadora social y empezó en Médicos Sin Fronteras en 2006, en exclusiva para la organización. Al contrario que Miriam, no trabaja en sede, siempre está en terreno, salvo sus periodos de descanso.