«Hay una tendencia a negar la enfermedad. Hay más obesos y más sedentarismo y eso se traduce en más riesgo de ictus»
TEXTO: NURIA DEL OLMO. @NDELOLM074 FOTOGRAFÍA: MÁXIMO GARCÍA
Hace tres años, Julio Agredano (Madrid, 1972) creó la asociación Freno al Ictus. Fue después de sufrir dos infartos cerebrales, una circunstancia que ocurrió el último día de unas vacaciones familiares de verano, con 39 años y a pocos días de retomar su frenética vida profesional. La recuperación le llevó tiempo. Hace unos años apenas podía hablar y escribir. Tuvo que empezar de cero y hoy casi no tiene secuelas. Recorre el mundo para compartir su experiencia, dar a conocer la enfermedad en empresas y colegios y, muy especialmente, concienciar a adultos y niños sobre la importancia de cuidarse, de que la salud, mental y física, es clave para prevenir esta enfermedad.
¿Qué sentiste cuando sufriste un ictus?
Lo recuerdo perfectamente. Me sentía aturdido y veía doble. No podía imaginar que se trataba de un ictus. ¡Fue un shock!
¿Qué hiciste?
Me metí en la cama. El ictus es una enfermedad que en la mayoría de los casos no duele, por lo que muchos que lo sufren lo achacan al cansancio y esperan al día siguiente a que se pasen los mareos y la debilidad. Esto es un grave error, porque esperar es justo lo que no hay que hacer.
El ictus no es una enfermedad solo de ancianos. También afecta a gente más joven. ¿A qué se debe?
Efectivamente, el ictus no es sinónimo de gente mayor. Afecta al 35% de la población en edad laboral. A mí me pilló joven, eso sí con 113 kilos de peso, colesterol e hipertensión. Por entonces era director comercial en una gran empresa y llevaba un ritmo de trabajo imparable, muy exigente. Desde Freno al Ictus insistimos mucho en que esta enfermedad se debe fundamentalmente a un desconocimiento de los hábitos de vida saludables.
¿Se están incrementando los factores de riesgo?
Sin duda. Pese a que nunca ha habido tanta información disponible para llevar una vida sana, los factores de riesgo siguen al alza. Existe una tendencia a la negación de la enfermedad. Cuando preguntamos a los afectados por qué creen que han sufrido un ictus, muchos lo achacan a los nervios, al estrés, a un susto, a la mala suerte y no a que coman mal, fumen, beban y no hagan ejercicio. De ahí la importancia de la promoción de la salud.
Insistes en una frase, que hay que morir joven lo más tarde posible
Efectivamente. España es uno de los países con mayor esperanza de vida, pero no en calidad de vida. En otros países viven menos pero hasta el último día están activos y con buena salud.
¿Qué hábitos cambiaste?
A partir de los 30 dejé de hacer deporte y esto me pasó factura. Ahora he retomado el ejercicio e incluso formo parte de un equipo de ciclismo. Se ha convertido en un hábito. La actividad física es una herramienta de prevención buenísima. Todo son ventajas.
El estrés es uno de los grandes enemigos. ¿Qué se puede hacer cuando se ha elegido una profesión exigente?
Creo que es muy importante parar. Tenemos que aprender a buscar tiempo para nosotros. Eso sí, siempre sin móvil y desde la libertad, sin sentirnos presionados por nadie. Para que funcione tiene que ser voluntario.
¿Cómo se rescata un cerebro que ha sufrido un ictus?
Salí del hospital casi sin poder andar. Integrarse en la sociedad después de un trance de esta clase exige mucho esfuerzo personal pero también familiar. En este sentido el sistema falla. Los recursos que existen son insuficientes.
Volvió a trabajar al cabo de un año.
Pedí el alta voluntaria con el 75% de las capacidades. Mi día a día consistía en vender, hablar, exponer, convencer. La actitud es fundamental, sobre todo en los primeros meses. Tuve la suerte de que mi empresa lo entendió.
¿Considera que la prevención de la enfermedad vascular debería empezar en la infancia?
Así es. Desde Freno al Ictus recorremos colegios, institutos y empresas de media España para acercar la enfermedad a la sociedad. Insistimos mucho en los hábitos. Falta divulgación y concienciación para que la gente actúe, para ponerle freno