Es uno de los psiquiatras con mejor reputación en España y el jefe de Servicio de Psiquiatría del Hospital Ramón y Cajal (Madrid) desde hace 25 años. Su pasión por la docencia, la clínica y la investigación le ha hecho retrasar la jubilación varias veces y seguir al pie del cañón, tanto en la planta sótano del hospital madrileño, donde semanalmente atiende a unas 20 personas con enfermedad mental, como en la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid), donde forma a las futuras generaciones sobre esta especialidad médica, sobre la importancia de escuchar, de empatizar con el paciente.
TEXTO: NURIA DEL OLMO @NURIADELOLMO74 FOTOS: MÁXIMO GARCÍA
Su tono de voz es bajo y tranquilo. Reconoce que está acostumbrado a la intimidad, a la puerta cerrada. La enfermedad mental en España es aún el gran tabú, algo de lo que todavía no está bien visto hablar. Entrevistamos a Jerónimo Saiz (Madrid, 1948) en su despacho, a primera hora de la mañana, poco antes de pasar consulta y en la misma mesa en la que charla con depresivos, bipolares y esquizofrénicos, los campos que mejor conoce. Admite que le cuesta sonreír. «Todos los médicos tenemos casos difíciles e incurables».
¿En qué consiste su trabajo?
En este hospital tenemos asignada una población de más de 600.000 personas. Hay mucho trabajo. Asistimos todo tipo de enfermedades mentales, desde leves, como la ansiedad y el estrés, cada vez más comunes, a otras más graves, como la esquizofrenia, el trastorno bipolar o la depresión, que es una de las que más nos preocupa. Contamos con una unidad de hospitalización y un hospital de día donde se lleva a cabo la psicoeducación, que permite ayudar a las familias a lidiar con el desconcierto, el enfado y la frustración que implica convivir con un enfermo mental. Nuestro objetivo es tratar a los pacientes como un enfermo más y no como personas potencialmente impredecibles, violentas o incurables.
¿Qué tipo de personas pasan por su consulta?
Muchos de nuestros pacientes enferman en la adolescencia, cuando todavía son jóvenes. Ocurre por ejemplo con el trastorno bipolar, que tarda hasta diez años en diagnosticarse y que afecta ya a cerca del 2% de la población. La mayoría de los pacientes llegan a nosotros con recelo, con cierta hostilidad y desconfianza, pero con necesidad de obtener consejo, a veces de forma voluntaria, y muchas otras por insistencia de los padres, que también sufren muchísimo. Los enfermos son conscientes de que algo no funciona bien, pero muchas veces su trastorno distorsiona su percepción y dificulta su colaboración. Muchos necesitan tratamiento a lo largo de la vida.
«Faltan medios, la enfermedad mental sigue sin ser prioridad en la agenda política»
Asegura que la depresión es un problema de salud pública de primer orden.
Sin duda. Se trata de una enfermedad que produce enormes dosis de incapacidad, de sufrimiento, tiene una gran repercusión económica y en los casos más graves puede llevar al suicidio. Es una realidad ignorada. La depresión es difícil de detectar y hay muchos enfermos que no llegan a ser diagnosticados ni, por tanto, tratados.
¿Faltan medios?
España ha mejorado mucho en investigación y, en términos generales, tenemos una excelente red asistencial, que además es pública, gratuita y universal, pero los medios se quedan siempre cortos. Los servicios sanitarios y sociales están cada vez más desbordados ante el aumento de consultas por cuestiones que hace años no eran problemas y que están motivadas por conflictos y malestares muy diversos que proceden del ámbito laboral, familiar o de pareja, así como por patologías emergentes como las relacionadas con adicciones (alcohol y juego) o trastornos en la conducta alimentaria. Los centros psiquiátricos también se quedan sin plazas. La enfermedad mental sigue sin ser prioridad en la agenda política.
Visitamos mucho el gimnasio, pero prestamos menos atención a nuestra salud mental. ¿No somos conscientes de su importancia?
Efectivamente, la salud mental es tan importante como la salud física. No hay salud sin salud mental. Deberíamos cuidar todos los aspectos que tienen que ver con nuestro bienestar emocional, entre ellos el concepto que tenemos de nosotros mismos, la capacidad de resolver problemas y establecer relaciones de calidad. Por otro lado, no deberíamos sufrir en silencio ni con vergüenza una situación difícil. Es importante reconocer que uno está pasando por una mala racha y que debe pedir ayuda.
¿Qué mejora nuestra salud mental?
Mantener relaciones sociales importantes y significativas es clave para nuestra salud mental. Hay que rodearse de gente positiva, que nos aporte. La generosidad también es fundamental. Las personas empáticas, que están dispuestas a compartir y que son agradecidas, son más alegres y por lo tanto más felices. Lo contrario se produce con la gente negativa, que suele ser egoísta y en consecuencia más enfermiza, más pobre y más sola.