«Ya es posible retrasar las patologías del envejecimiento y aumentar la longevidad»

TEXTO: NURIA DEL OLMO

Para poder eliminar cualquier enfermedad lo primero que hay que hacer es conocer su origen. Lo afirma María Blasco, directora científica del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas de España (CNIO), quien, junto a su equipo investiga las causas que están detrás del envejecimiento del organismo, un elemento clave para poder curar las enfermedades que más nos afectan hoy, como el cáncer, el riesgo cardiovascular y las lesiones degenerativas. Hablamos con ella unos días después de impartir una conferencia magistral en Fundación MAPFRE, para profundizar en el envejecimiento como origen de las enfermedades y en la relación entre la economía y la longevidad.

Han pasado más de 30 años desde que María Blasco (Alicante, 1963) se formara como Bióloga Molecular en el laboratorio de Margarita Salas, su madre científica, su maestra, como ella la describe. Desde junio de 2011 es la directora del CNIO, una institución en la que entró después de su experiencia como científica en el Centro Superior de Investigaciones Científicas de España (CSIC), y en la que hoy, cerca de 500 personas trabajan en la investigación del tratamiento del cáncer. En su avance tiene mucho que decir la telomerasa, una proteína que está presente en las células y que está siendo fundamental para poder retrasar las enfermedades y estudiar el envejecimiento y la longevidad. Su último descubrimiento ha sido poder desarrollar una terapia para el tratamiento de la fibrosis pulmonar, basada precisamente en la activación de la telomerasa, y que próximamente podrá aplicarse en ensayos clínicos, es decir, en pacientes para los que de momento no existe un medicamento que cure su enfermedad.

Asegura que el envejecimiento es la causa de las enfermedades que nos matan. ¿En qué consiste exactamente ese envejecimiento? ¿A partir de qué momento se produce?
El envejecimiento se produce por la acumulación de daño en nuestras células, daño que está asociado a la multiplicación de las mismas para regenerar los tejidos. Uno de los daños más nocivos y persistentes que se producen asociados a la multiplicación celular es el acortamiento de los telómeros, unas estructuras protectoras de nuestros cromosomas, parecidas al trozo de plástico que hay al final de un cordón de zapato, y que se deforman conforme nuestro organismo se regenera por completo, algo que ocurre cada 10 años. El hecho es que, cada vez que estas regeneraciones ocurren se van agotando esos telómeros y como resultado se produce el envejecimiento y las enfermedades. La pérdida de telómeros puede producirse desde el inicio de la vida, por ejemplo, durante el desarrollo embrionario, y también durante los primeros años de vida, ya que durante este periodo hay muchísimas multiplicaciones celulares para formar al nuevo individuo y que este llegue al tamaño final.

¿Se puede decir entonces que el envejecimiento es inevitable? Con los avances actuales, ¿se puede alargar de algún modo la juventud?
No todas las especies tienen la misma velocidad de envejecimiento, incluso hay algunas que parecen no hacerlo, lo que nos indica que no hay un límite biológico o físico a la vida, sino que distintas especies han desarrollado diferentes longevidades, seguramente ajustadas a su capacidad para sobrevivir en la naturaleza. En los últimos años, hemos averiguado algunos de los mecanismos moleculares que determinan la longevidad de las especies. Como decía anteriormente, uno de ellos es la velocidad de acortamiento de los telómeros y en este sentido, en mi grupo, hemos demostrado que aquellas especies que tienen longevidades más cortas son las que tienen un acortamiento de los telómeros más acelerado. Dentro de una misma especie, si los telómeros se acortan más rápido de lo normal, por ejemplo, debido a ausencia de telomerasa —enzima que es capaz de alargar los telómeros—, esto hace que se envejezca más rápido. Pero, por el contrario, si los telómeros se mantienen largos durante más tiempo, podemos ralentizar el envejecimiento. Ya lo estamos haciendo con ratones, para que sean jóvenes durante más tiempo, y así lograr retrasar las patologías del envejecimiento y aumentar la longevidad.

Ha sido una pionera en el estudio de los telómeros, fundamentales para entender el origen del cáncer y otras enfermedades asociadas al envejecimiento. ¿Qué cree que es lo que más ha aportado esta investigación? ¿Cómo están avanzando este tipo de investigaciones?
Hemos demostrado que, si destruimos los telómeros de las células del cáncer es suficiente para frenar el crecimiento del tumor, y esto es así porque, a diferencia de las células normales y sanas, que son mortales y acortan sus telómeros, las células tumorales son inmortales debido a que mantienen sus telómeros largos de manera aberrante. Por otra parte, hemos visto que, si mantenemos los telómeros largos durante más tiempo, los ratones viven más y tienen menos enfermedades, incluido el cáncer.

«La mujer sigue siendo mayoritariamente responsable de los cuidados, lo que hace que la conciliación de la vida familiar y laboral sea más difícil y haya menos en puestos de dirección»

Caminamos hacia una esperanza de vida cada vez mayor. ¿Cree que, además de vivir más años, lo haremos con mayor calidad de vida?
Lo que vemos en las investigaciones que llevamos a cabo es que cuando conseguimos que los ratones vivan más es porque sufren menos enfermedades y tienen mejor calidad de vida. Conseguimos que ratones viejos tengan el aspecto de un ratón joven. Siempre que se aumenta la longevidad y se enlentece el envejecimiento, también se aumenta la calidad de vida.

Señala que el cáncer es el resultado de un daño en nuestras células que ocurre por el simple hecho de estar vivos y que aumenta conforme nos hacemos viejos. También advierte de que hay ciertos hábitos de vida que pueden favorecer que haya más o menos mutaciones. ¿Puede ponernos algún ejemplo?
Sí, me refiero a que hábitos de vida que impliquen una mayor exposición de nuestras células a agentes tóxicos, como el humo del tabaco, por ejemplo, van a resultar en una mayor acumulación de mutaciones en nuestro ADN, un mayor daño y, por lo tanto, un envejecimiento molecular más rápido y un mayor riesgo de enfermedades.

La evolución de la longevidad va a contribuir a que las personas entre 55 y 75 años puedan seguir aportando al conjunto de la sociedad. ¿Qué otros elementos cree que son necesarios para que este grupo de edad siga teniendo oportunidades?
Son temas que corresponden a otros especialistas, pero, sin duda, creo que el aumento de la esperanza de vida hará que se produzcan ajustes en la regulación del trabajo, en los tiempos de formación, y en la decisión de las personas a la hora de crear una familia.

¿A qué edad le gustaría a usted jubilarse?
Personalmente, creo que, me jubile más pronto o más tarde, me gustaría poder seguir ejerciendo mi trabajo. Creo que es difícil que un día llegue a decir, voy a dejar de pensar en ciencia y jubilarme.

¿Cómo ha conseguido que el 70 % de quienes trabajan en el CNIO sean mujeres? ¿Qué considera que queda pendiente para que exista igualdad de género en el campo de la ciencia?
En general, en el mundo de la investigación biomédica hay más mujeres que hombres en los distintos niveles de formación y de carrera profesional. La desigualdad aparece cuando hablamos de puestos de dirección, ya sea en un grupo de investigación o en un laboratorio. Aquí hay menos mujeres que hombres y creo que uno de los motivos es que nosotras seguimos siendo mayoritariamente responsables de los cuidados, lo cual hace que la conciliación de la vida familiar y laboral sea más difícil.

SEMINARIO ACADÉMICO 2021 SOBRE ECONOMÍA Y LONGEVIDAD

«En las próximas décadas empezaremos a curar enfermedades hasta ahora incurables»

«Estamos mandando naves al espacio, robots a Marte, pero no sabemos cómo curar la mayor parte de las enfermedades degenerativas». Con esta y otras reflexiones comenzó María Blasco su charla magistral en el marco del Seminario Académico 2021 sobre economía y longevidad, organizado por el Centro de Investigación Ageingnomics Fundación MAPFRE. El centro, creado en 2020, tiene como objetivo investigar y divulgar el conocimiento sobre la economía del envejecimiento e impulsar los debates necesarios que permitan a la sociedad adaptarse en positivo a la realidad que viene y permita construir un nuevo modelo productivo que aproveche las oportunidades de vivir más años.

Durante su conferencia, la directora científica del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) se refirió al cáncer como «una enfermedad que empieza a ser prevalente a partir de los 40 y 50 años, edades en las que aumenta muchísimo el riesgo» y ello es debido al envejecimiento de nuestras células. «Si descubrimos en qué consiste este proceso de envejecimiento podremos saber qué tipo de personas están en riesgo de desarrollar estas enfermedades, antes de que las desarrollen, así como ser capaces de prevenirlas —retrasando este proceso de envejecimiento de nuestras células— y frenar su progresión, porque todas ellas son enfermedades degenerativas».

La bióloga alicantina, de 56 años, vinculó esta realidad con «un problema socioeconómico importante» que tiene que ver con el hecho de que, al aumentar el número de personas de más de 65 años, también se incrementa la incidencia de sufrir enfermedades como el cáncer, cardiovasculares y degenerativas, como el Alzhéimer, por ejemplo. Así mismo, se refirió al «mercado gigantesco» que puede llegar a originarse si realmente hay medicamentos o fármacos que sean capaces de prevenir o curar esas enfermedades una vez que aparezcan, e hizo referencia a que durante los últimos 10 años han desarrollado una terapia génica que permite la activación de telomerasa, parecido a una vacuna que se introduce en el organismo. «Ahora estamos en un momento en el que vamos a ver cómo se aplica todo este conocimiento, algo sin duda emocionante en las próximas décadas porque podremos empezar a curar enfermedades que hasta ahora hemos sido incapaces de curar».