Socio fundador de Kuvu
«Queremos generar relaciones sociales genuinas y acabar con el aislamiento»
La soledad es uno de los grandes problemas contemporáneos en el primer mundo. Tanto, que hay países como Reino Unido o Japón que ya han incorporado a sus gobiernos ministerios de la soledad. A la vez, las estadísticas y nuestra propia experiencia confirman que vivir sin compañía es cada vez más caro, sobre todo en los extremos de la pirámide poblacional: cuando eres joven o cuando tu sostén es ya únicamente una pensión no siempre holgada.
Para afrontar este doble reto nace Kuvu, una empresa bilbaína que ha ganado en 2022 uno de los Premios a la Innovación Social de Fundación MAPFRE en la categoría de Economía Sénior. Su primer objetivo es mejorar la calidad de vida de las personas mayores previniendo y reduciendo la soledad no deseada. Y para ello, les ayudan a compartir su casa particular con personas más jóvenes a través de una plataforma online. Ya se pueden encontrar sus servicios en 55 municipios, siendo su primer mercado el País Vasco, y están creciendo fuertemente en Madrid y Barcelona. Entrevistamos a uno de sus fundadores, Eduardo Fierro, economista de formación y «startupero» social de vocación.
¿Cómo a alguien tan joven (30 años) se le ocurre que convivir con una persona mayor puede ser una buena idea?
Yo mismo estuve viviendo con mi abuela durante dos años ¡y ha sido la mejor compañera de piso que he tenido! En una conversación con mis socios nos preguntamos sobre cómo podía ser que, habiendo personas mayores que quieren compartir su casa, no lo hagan por miedo. Y que por otro lado, tantos jóvenes tengamos problemas para encontrar un alojamiento. ¡Necesitábamos una solución que ayudara a trabajar eso!
Hay iniciativas de algunas administraciones que abundan en ese modelo, ¿no?
España ha sido uno de los países pioneros en programas de alojamiento compartido intergeneracional, con edades medias de 89 años. Lo que veíamos es que necesitábamos darle una vuelta digital y poder ampliar el espectro. Nuestros mayores tienen una edad media de 62 años, lo que nos permite prevenir ese mal de la soledad mucho antes.
¿Cómo casa el modelo de negocio de Uber o Airbnb con vuestra dimensión social?
Es uno de los grandes retos. Queremos generar relaciones sociales genuinas. En base a esa idea, el algoritmo de la plataforma es capaz de indicar quiénes son más compatibles para la convivencia.
¿Pero qué pasa si hay una buena conexión pero el precio no acompaña?
Nosotros queremos crear también alojamiento asequible y para ello una de nuestras reflexiones es limitar los precios. Pero hay personas que han puesto habitaciones por 600 €. ¿Y si corresponde a un espacio que es casi un estudio en el centro de Barcelona? ¿Vamos a dejar fuera a esa persona porque tiene una vivienda mejor aunque esté buscando también relaciones genuinas?
Y al contrario, si el precio es justo y sube mucho la demanda, ¿podría haber solicitantes cuyo interés sea más ahorrarse unos euros que conectar?
Para nosotros la clave es no obligar, tenemos un contrato marco general y nos centramos en la compatibilidad. Hay muchas personas que abren su casa porque no llegan a final de mes, que cobran pensiones no contributivas, 5900 € al año de media, y con Kuvu pueden añadir unos 2900 € al año por una habitación.
¿Cómo se sabe si las personas van a convivir bien?
Realizamos un test de compatibilidad. Por ejemplo, preguntamos por cómo tienes las especias dispuestas en la cocina. ¡Es un buen indicador de tus hábitos de orden! También hay preguntas relacionadas con dónde te gusta comer, si prefieres solo en el cuarto o acompañado en el salón, sobre tu horario de trabajo o estudio…. Para nosotros la clave está en crear un marco que permita que la relación fluya. Y es ahí donde realmente sientes que esa persona no lo está haciendo por obligación o por ahorrar, sino porque quiere.
Y se les hace un seguimiento…
Sí, hay un mes de prueba, para ver si se encaja. Luego en el mes tres, cuando empiezas a conocerte un poco más, en el mes seis, cuando ya puedes haber tenido alguna discusión… ¡Siempre hay situaciones que se repiten! El resto se basa en un modelo de atención e incidencias, en cualquier momento nos pueden llamar.
¿Cómo es vuestro cliente tipo entre los mayores?
Tenemos a partir de 55 años, personas que a lo mejor son divorciadas, o que sus hijos ya no están en casa y tienen una habitación disponible pero no quieren que entre cualquiera. La persona mayor que se ha inscrito por sí misma en la plataforma tiene 89 años. Y la mayor, de 92 años, ha entrado por su hija.
¿Hay mayoría de mujeres?
Sí, el 80 % son mujeres. Con los hombres tenemos un reto. Se sabe que una vez nos jubilamos perdemos un montón de relaciones sociales y nos cuesta abrirnos. Estamos pensando en cómo podemos trabajarlo.
¿A qué vais a dedicar el premio en metálico (40 000 €)?
Estamos desarrollando ahora la aplicación móvil, la teníamos parada por falta de recursos y con este premio en metálico aceleraremos el proceso. También puede ser una oportunidad a nivel de difusión, para abrir un diálogo con otras organizaciones. Nosotros creamos Kuvu como un medio, no un fin, nuestra misión va mucho más allá: acabar con el sistema del aislamiento social.