Director general de Save the Children España desde 2014

«Aunque los niños y niñas no son las principales víctimas de la emergencia sanitaria, van a ser las principales víctimas de la emergencia económica, social y educativa»

TEXTO: ÁNGEL MARTOS IMÁGENES: LAURA MARTINEZ LOMBARDÍA

La infancia es una etapa fundamental en el desarrollo de todo ser humano, ese tiempo en el que cada uno de nosotros determina su futuro. Por esa razón, la ONG Save The Children lleva más de un siglo luchando por los derechos de los más pequeños, esos que en un futuro harán de este mundo un lugar mejor. Ante la COVID-19, la infancia se ha visto sometida a todas las tensiones impuestas por la situación sanitaria. Como subraya Andrés Conde, director general de la ONG en España, los niños y las niñas no van a padecer con dureza esta nueva enfermedad pero sí «van a ser las principales víctimas de la emergencia económica, social y educativa» consecuencia de la pandemia. Hablamos con él para conocer el estado de la infancia en el mundo y vislumbrar la solución a los problemas que sufren.

Los cuentos infantiles son historias de terror. Y por más que Disney (pero no solo) los haya convertido en ficciones con el tacto cálido de un peluche, lo cierto es que en todos ellos la verdad se filtra tras su Érase una vez… como una advertencia sobre la realidad. En Pinocho y Cenicienta se habla de la esclavitud infantil. En Hansel y Gretel, del secuestro de niños. Caperucita Roja es la historia de un acoso y La Bella y la Bestia, la metáfora de un matrimonio forzado. En este sentido, los cuentos populares son pura estadística sobre un mundo de adultos en el que los niños y las niñas pueden ser las víctimas. Contra ese mal destino nació en Londres, hace ya más de un siglo, la ONG internacional Save The Children. Una lucha que hoy se ha recrudecido por la inmensa fatalidad que supone la pandemia por coronavirus, y de la que hemos hablado con el director ejecutivo de la organización en España, Andrés Conde.

Cuando nos acercamos a los datos sobre la infancia en el mundo, sobrecoge pensar en tantos millones de niños que todavía sufren una niñez penosa y un futuro incierto. ¿No hay noticias buenas sobre la infancia?
Muy buenas, de hecho. Cuando uno mira los indicadores más importantes de infancia en materia de salud, nutrición, educación, protección, el progreso de la humanidad en el último siglo es espectacular. Solo en los últimos 20 años, el número de niños y niñas que mueren por causas que podemos prevenir, porque les falta una vacuna o acceso a agua potable, o porque no se nutren adecuadamente, se ha reducido a la mitad. Es increíble. Si nos pusiéramos a ello, en otros 15 o 20 años ningún niño moriría por causas que podemos evitar. Lo mismo en educación o en la lucha contra la violencia hacia la infancia, los progresos han sido muy importantes. Las noticias son buenísimas, pero todavía quedan bolsas de pobreza extrema, de violencia extrema, de injusticia extrema que es preciso erradicar.

¿Qué lugares y situaciones son terribles para ser niño o niña hoy en día?
Hay lugares geográficos que son verdaderos infiernos para los niños y las niñas. Todos los que nacen en circunstancias de conflicto armado ven dificilísimo su desarrollo. En Yemen, en Afganistán ser niño es una heroicidad. Hay lugares castigados por sequías, por efectos del cambio climático, donde también las condiciones de vida para niños y niñas son terribles, como el cuerno de África, del golfo de Bengala, el Sahel. Y luego hay circunstancias personales, minorías étnicas, niños con diferente orientación sexual, con discapacidad, que siguen siendo, a nivel global, los grandísimos olvidados.

Y en este fresco con muchos claros y algunos oscuros, irrumpe la pandemia de COVID-19. ¿Cómo está afectando a la infancia?
Nosotros decimos que, aunque los niños y niñas no son las principales víctimas de la emergencia sanitaria, van a ser las principales víctimas de la emergencia económica, social y educativa, sin ninguna duda. Hemos calculado que 100 millones de niños y niñas adicionales van a caer en la extrema pobreza por culpa de los confinamientos en todos los países, con el parón económico y la reducción de ingresos familiares. La otra causa es que, por primera vez en la historia, más de 1.000 millones de niños y niñas tienen interrumpido su proceso educativo, simultáneamente, en un montón de países. En el momento pico [de los confinamientos] llegaron a ser 1.600 millones de niños y niñas sin poder ir a la escuela.

Pero, ¿qué supone esa interrupción temporal de la educación? Hay quien minimiza su importancia.
En un país frágil o en desarrollo la escuela es el único lugar de garantía alimentaria, donde los niños reciben una comida asegurada y equilibrada al día. Es el espacio de supervisión del estado de salud de los niños. Es el lugar, lógicamente, de aprendizaje y de socialización primaria. Y es también el lugar de protección contra la violencia. Mientras están en las escuelas, están protegidos. Llevamos 6 meses en los que la escuela, que es el gran polo de desarrollo para la infancia, ha estado cerrada. Y además, ha sido lo primero que se ha cerrado en todos los países, incluido el nuestro. Se cierran las escuelas y los parques infantiles porque sus consecuencias políticas no son tan grandes. Esto nos lleva una situación que nosotros llamamos de emergencia educativa global.

¿Cuáles son los riesgos que conlleva esta situación?
Hay un riesgo muy grande de que muchos de esos niños no vuelvan a la escuela, porque el deterioro económico de sus familias les ha llevado al trabajo. Hay una situación de desprotección muy grave para las niñas, concretamente estamos viendo un aumento enorme de los matrimonios forzados por razones económicas. También cuestiones relacionadas con la protección de las niñas como es la mutilación genital femenina, o la violencia de género, se han disparado, porque el contexto intrafamiliar suele ser el lugar de la violencia, y el confinamiento ha provocado que esta haya aumentado mucho.

En ese contexto global, ¿dónde se sitúa España? Usted hablaba en una reciente comparecencia en el Congreso de los Diputados de este país como una excepción en Europa, para mal.
No tenemos una percepción de la gravedad de la situación la infancia en España porque somos una sociedad «familista», donde en principio hay una valoración muy positiva y un cariño grande hacia nuestros niños y niñas. Pero cuando uno va a los datos sobre el estado educativo, sanitario y emocional de nuestra infancia, se da cuenta de que no es así. Nuestro país, por ejemplo, lo decía en la comparecencia en el Congreso, invierte la mitad de la media europea en políticas de familia e infancia. Eso es ya un signo de lo que te importa la infancia. Tiene la tasa de abandono educativo más alta de la UE desde hace mucho tiempo y no hemos sido capaces como sociedad de corregirlo. Convivimos con la tasa de pobreza infantil más alta, después de Rumanía, desde hace mucho tiempo y no lo estamos atendiendo (y no sería tan complejo resolverlo)… Recuerdo la primera vez que hablé con Pedro Sánchez, antes de ser presidente del Gobierno, y le dije que España no es un buen país para ser niño. Se quedó muy sorprendido, porque no lo esperaba. Pero es que es así. Si naces en la familia adecuada, seguramente te va a ir bien, pero como lo hagas en una familia del quintil de renta más pobre, estás condenado a repetir la vida de tus padres.

En nuestro entorno privado, los niños son las personas más importantes y que suscitan todo nuestro amor y protección. ¿Por qué esos sentimientos no somos capaces de convertirlos en políticas?
Nosotros decimos que las cuestiones de infancia son de alto consenso, pero de muy baja intensidad. Es muy fácil encontrar acuerdo en torno a su importancia, pero en cuanto se trata de poner en marcha medidas, destinar presupuestos, la infancia es la gran olvidada siempre. Pero hablamos de 8 millones de ciudadanos en España, un 15 % de la población. En el mundo, en muchos países la cifra supera el 50 %… En nuestro país, está relacionado también con la cultura mediterránea, en la que se asume que niños y niñas son asunto familiar, algo de responsabilidad privada, y no ese bien social que toda la sociedad debe proteger. Esto, sin embargo, no es así en absoluto en los países nórdicos, que son los más avanzados en la protección y el cuidado de la infancia. Allí se entiende que es responsabilidad colectiva y pública asegurar el bienestar y correcto desarrollo de sus niños y niñas.

«Si naces en una familia de renta más pobre, estás condenado a repetir la vida de tus padres»

Una de las cosas más interesantes de su intervención en el Congreso fue ver que, pese la gravedad de las cifras, existía la posibilidad de corregirlas con medidas concretas.
Tenemos evidencias de otros países que han sido capaces de reducir a la mitad la pobreza infantil en una legislatura. El Reino Unido lo consiguió, es una cuestión de propósito. La pobreza es un problema económico y requiere de recursos económicos para acabar con ella, pero se puede hacer. Tenemos el caso de Irlanda, que parte de tasas de pobreza infantil iniciales más altas que las nuestras y son las políticas públicas las que consiguen reducirlas muy significativamente. Tenemos países educativamente mucho peores que el nuestro, que sin embargo no sufren tasas de abandono educativo como nosotros. Claro que existen políticas, es cuestión de priorizar y de invertir.

Más allá de los representantes públicos, ¿qué podemos hacer cada uno de nosotros al respecto?
Yo creo que ganar consciencia, interesarnos por la naturaleza de esos problemas. Me consta que hay un cierto negacionismo de la pobreza infantil, me enfrento a eso todos los días. Tiene que ver con cierta imagen estereotipada de la pobreza. Cuando decimos pobreza infantil la gente imagina niños harapientos, mendicantes, y no es eso, al menos en España. Un niño en situación de pobreza en nuestro país nunca puede hacer una actividad extraescolar, no tiene dinero para pagar los materiales educativos, su hogar no tiene la temperatura adecuada en invierno, come muy mal porque en su casa no se pueden permitir comprar pollo o pescado dos veces a la semana, como recomienda la OMS… En Alemania, Francia, Suecia, hay ayudas a la crianza de entre 100 y 200 euros mensuales. Aquí, las pocas familias que tienen ayudas alcanzan los 28 euros al mes, que evidentemente no te resuelve nada: en Save The Children calculamos que criar a un hijo en España cuesta entre 500 y 600 euros al mes.

Ahora empieza el curso escolar y se sigue hablando de la necesidad de avanzar en la educación online. ¿Cuál es su opinión sobre este formato?
Nos hemos visto obligados a la generalización de la educación a distancia en un contexto en el que nadie estaba preparado. Han sido milagrosos los esfuerzos que han realizado la comunidad docente y las familias para intentar mantener un cierto proceso educativo. En Save The Children hemos estado atendiendo desde una semana después del estado de alarma a 3.000 familias en España. Todas en situación de pobreza que nos habían derivado los servicios sociales. Un 40 % de ellas no tenían ninguna forma de acceso a internet ni dispositivos. La educación a distancia a través del medio digital ha sido un parche necesario pero no es una solución de ninguna manera, y castiga especialmente a los niños en situación vulnerable, porque hay una brecha digital descomunal, que no es solo de dispositivos y conectividad, que también, sino de formación y capacitación básica.

Andrés Conde

Cuando hablamos de buenas noticias para la infancia en España, el foco también se pone en la nueva Ley Orgánica de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia.
Es un avance espectacular. Esperamos que ocurra este año. Hasta ahora, no existía un marco legal destinado a proteger a los niños contra la violencia, como sí existe por ejemplo para proteger a las mujeres de la violencia de género. Si vamos a las estadísticas de denuncias a la policía y el Ministerio del Interior, veremos que uno de cada dos delitos denunciados de abusos y agresiones sexuales tienen como víctima a un menor. El año pasado fueron 38.000 denuncias… Considerando que la mayoría de las veces se producen en el entorno familiar y por tanto no es denunciado, esa cifra es solo la punta de un iceberg de algo mucho más grande.

¿Cómo viviríamos su puesta en marcha?
Después de esta ley veremos entornos educativos, deportivos y de ocio que tendrán un nivel de vigilancia y cuidados mucho mayor sobre la situaciones de violencia, que serán entornos seguros para nuestros niños y niñas. Con el paso del tiempo notaríamos una tolerancia social menor hacia formas de violencia que sufre la infancia, como el abuso, el acoso, las agresiones de todo tipo. En España hay una cierta comprensión de que ciertas formas leves de violencia hacia los niños son estrategias de carácter educativo, de que es legítimo utilizarlas como padres e incluso de que es positivo hacerlo. Hay otras sociedades donde esto no se puede ni decir. Como sociedad mediterránea lo tenemos muy incorporado, pero estoy seguro de que poco a poco irá abandonándose. Es algo muy extendido, pero mucho menos grave que situaciones de abuso o agresión.

Usted habla de los niños como ciudadanos, ¿habría que darles más voz e influencia para que hagan valer sus derechos?
Es un debate interesante. En esta sociedad «adultocéntrica» que tenemos, entendemos que los adultos somos perfectamente capaces de interpretar lo que sienten, piensan y necesitan los niños, y no hace falta preguntarles. Pero cuando lo hacemos nos sorprenden siempre, porque sus ángulos y sus perspectivas son muy distintos. Por otra parte, si a los 16 años una persona puede casarse, ¿por qué no puede ejercer su derecho al voto? Hay muchas sociedades que se lo plantean. Nosotros somos partidarios de abrir el derecho al voto a partir de los 16 años. También porque tenemos una base electoral fuerte y progresivamente envejecida, y políticas que están maltratando o tratando insuficientemente a los más jóvenes. Por lo tanto, rejuvenecer la base electoral creo que sería sano para el país.

En pocas palabras

ADULTO: Responsable
ONG: Plataforma de cambio
JUGAR: Un derecho
DINERO: Imprescindible
FUTURO: Esperanza
RRSS: Odio y alcance
POLÍTICA: Oportunidad de cambio
VIOLENCIA: Enemigo invisibilizado
AMOR: Base imprescindible
UN SUEÑO: convertir este país en uno de los mejores lugares para ser niño o niña
UNA PELÍCULA: Los miserables (francesa de menores extranjeros) UNA PALABRA: Cambio