«Cuando todo se pone difícil, nos unimos más. Es una forma de protegernos»

La psicóloga, escritora e investigadora, Alejandra Vallejo-Nágera (Madrid, 1958) vive este tiempo con prudencia y calma, aprendiendo a reinventar el modo de trabajar y con la esperanza de que la crisis actual cambie el mundo, porque de lo contrario, todo esto habría carecido de sentido y habría sido inútil. Ha vivido sola el confinamiento y, como docente, se ha visto obligada a cambiar la forma de enseñar y conectar con el alumnado. Admite que la formación online es un buen recurso, pero que la capacidad de concentración es más frágil cuando hay que mantener la atención en una pantalla durante horas.

Durante los últimos meses ha enseñado a muchas personas a reducir la ansiedad y la angustia. ¿Cuáles han sido sus claves para sobrevivir emocionalmente al encierro del coronavirus?
He sido muy rigurosa en los horarios, procurando que fuesen los mismos a la hora de levantarme y acostarme, y haciendo una distinción en el fin de semana, donde desconectaba por completo de teléfono, ordenador, noticias y trabajo. También he sido bastante cuidadosa con la alimentación, he practicado ejercicio a diario en grupo a través de la plataforma Zoom, lo que me ha ayudado mucho a conectar con otras personas. Además, he cuidado el aseo personal, me he vestido cada día como si fuese a trabajar, y he dormido entre 7 y 8 horas diarias durante la noche. Por primera vez he recordado los sueños y he tenido alguna pesadilla.

¿Qué debemos aprender para sentirnos mejor?
Este confinamiento nos ha dado la oportunidad de dedicar tiempo a lo que tenemos al alcance, algo que quizá antes nos pasaba desapercibido porque teníamos el foco en cumplir con una montaña de tareas profesionales y sociales. Ha sido impresionante la conexión a través del teléfono, de las videoconferencias con personas queridas. Algunas personas han hablado más que nunca con sus padres y hermanos, y creo que todos hemos recibido mensajes y llamadas de gente con la que habíamos perdido el contacto. Cuando todo se pone difícil, nos unimos más. Es una forma de protegernos.

Asegura que buena parte de las dolencias que padecemos tienen una causa emocional. ¿A qué se refieres?
La ciencia médica cuenta con miles de estudios que avalan la correlación entre cuerpo y mente. El problema es que el inconsciente humano no distingue las experiencias traumáticas del pasado de lo que sucede en el presente, lo que le lleva a anticipar situaciones negativas ante señales muy débiles. El temor nos impide dormir, nos acelera el ritmo cardiaco y nos lleva a comer y beber de una forma desordenada. El cortisol y la adrenalina se disparan y al cabo de un tiempo comenzamos a padecer lesiones de todo tipo.

Y en tiempos de alarma, ¿la situación es peor?
En estas circunstancias, no somos capaces de ver las soluciones. La Covid-19 ha puesto en riesgo nuestras vidas y ha puesto patas arriba planes, agendas, proyectos, trabajos, relaciones, en realidad, casi todos los campos en los que nos desenvolvíamos relativamente bien. Ha sido una crisis en toda regla, en la que hemos tenido que desaprender los hábitos que teníamos adquiridos para aprender otros nuevos. Lo extraño, es que cuando ya nos hemos empezado a adaptar a lo nuevo, toca volver a lo normal, pero, claro, lo de ahí fuera ya no es normal. En la historia de la humanidad esta experiencia se ha repetido en múltiples ocasiones y siempre hemos salido del trance. Ahora también lo haremos. Estoy segura.

«En la historia de la humanidad esta experiencia se ha repetido en múltiples ocasiones y siempre hemos salido del trance»

¿Qué es lo que da sentido a su vida?
Para mí representa todo aquello que me motiva a levantarme con disponibilidad de ánimo todas las mañanas, aunque no haya razón para ello. Es lo que permite a una persona luchar cuando tiene un cáncer, a mantener una actitud positiva cuando le han amputado una pierna. Es la razón por la que no nos quitamos la vida, aunque estemos pasando un periodo difícil. En mi caso, el sentido siempre me lo han dado las personas a las que quiero. Los vínculos afectivos me han ayudado a sentirme útil y a hacer las cosas por algo y para alguien. No tengo ningún miedo a la muerte, pero sí al dolor y a la decrepitud.

¿Qué gran enseñanza le gustaría transmitir a los demás?
Di y demuestra qué quieres y a quién quieres. Y hazlo a tiempo.

¿Cómo afronta el nuevo panorama? ¿Qué oportunidades de cambio ve?
Ante todo, soy positiva, lo que significa que las cosas podrán ser mejores si hacemos algo para conseguirlo. No me siento capaz de anticipar nada en concreto, pero creo que hemos recuperado la idea de la importancia de la familia como bien social y la profunda necesidad de conectar con las personas. Antes de la Covid-19, vivíamos sumidos en la prisa y en el cada cual a lo suyo, actitudes que nos llevaban a escribir un correo a un compañero de trabajo en lugar de levantarnos de la mesa para decírselo de viva voz.

Como psicóloga, acompaña a personas en los últimos momentos de su vida, escribe y da conferencias. ¿Qué proyectos tiene para este año?
Reinventarme, lo que significa aprender a trabajar de una forma virtual. Creo que me va a costar bastante esfuerzo adaptarme a una relación terapéutica o docente a través de una pantalla. No sé si seré capaz de pasarlo tan bien dando clase virtual como cuando estoy en contacto directo con los alumnos. Ya veremos