La juez de menores Reyes Martel lidera un novedoso programa de reinserción en Canarias, en el que participa Fundación MAPFRE Guanarteme, que contiene distintos programas educativos, de empleo y deportivos para que los menores que han pasado por su tutela no vuelvan a delinquir.
TEXTO RAQUEL VIDALES IMAGEN DE PORTADA THINKSTOCK
Son muchos los sinsabores que sufre a diario la magistrada Reyes Martel en el juzgado de menores número 1 de Las Palmas de Gran Canaria. La ley le obliga a trabajar para reinsertar a los chicos que pasan por allí, pero no tiene los recursos suficientes. Por eso un buen día se lió la manta a la cabeza y empezó a moverse para sacar dinero de debajo de las piedras. Y lo consiguió: ha convencido a varias empresas y entidades, entre ellas Fundación MAPFRE Guanarteme y el Club Deportivo Las Palmas para que se impliquen en su proyecto Up2U, que contiene distintos programas educativos, de empleo y deportivos para menores en riesgo de exclusión social.
Es imposible no creer a la juez cuando expone su tesis con el convencimiento que da la experiencia: los niños que cometen delitos no son culpables; todos son recuperables para la sociedad si les ofrecemos un camino. «Lo importante es averiguar qué es lo mejor para cada uno de ellos. Estamos obligados a ofrecerles un abanico de posibilidades para que puedan elegir dónde se sienten más cómodos. Hay que preguntarles, intentar comprenderlos. Es lo mismo que hacemos con nuestros hijos: a unos les gusta la música, a otros las matemáticas, a otros el deporte; si les obligamos a hacer algo que aborrecen, fracasaremos», afirma.
Hay muchos casos que demuestran lo que subraya esta magistrada. Ella misma lo ha vis to con sus ojos. «Por ejemplo, un chico que conocí al poco tiempo de llegar al juzgado de menores de Las Palmas en 2013. Estaba internado en el centro de menores de Tenerife. Se le había enviado allí después de haber pasado una infancia de hogar en hogar, con un padre preso y una madre toxicómana. Desde muy pequeño callejeaba, consumía drogas y robaba. Al principio era imposible hablar con él, se negaba o r espondía con violencia. Así que empezamos a estudiar qué podría gustarle a ese chico. Descubrimos que se le daba bien la cocina y le ofrecimos un taller», recuerda Martel. A partir de ahí todo cambió para ese joven: se convirtió en otra persona. Terminó el curso y fue aceptado para hacer prácticas en uno de los mejores restaurantes de Tenerife. Hace un año montó su propio restaurante.
El camino que marca la ley está claro: el castigo no funciona con los menores, sino que hay que buscar las medidas de reinserción adecuadas en cada caso para que no vuelvan a delinquir. «Los juzgados de menores no emiten penas, sino medidas», explica Martel. «Nuestro trabajo consiste, básicamente, en estudiar caso por caso para saber por qué un menor comete un delito. Hay muchas razones: pobreza, problemas familiares, trastornos de conducta, etc. Después, emitimos un diagnóstico y recetamos un tratamiento de reinserción. El problema es que la Administración no tiene dinero suficiente para aplicar ese tratamiento. Todo el esfuerzo de diagnóstico que hacemos en los juzgados no sirve para nada si luego no hay recursos. Y eso es lo que me llevó a buscarlos fuera». Cuando la magistrada empezó a buscar esos recursos, se encontró con que había ya muchas empresas que estaban trabajando con menores como parte de sus planes de responsabilidad social corporativa: cursos para aprender oficios, actividades deportivas, prácticas laborales… Algunas entidades, como Fundación MAPFRE Guanarteme, mantienen siempre activa una línea específica de programas para jóvenes. Solo había que canalizar esos proyectos dispersos para aunar esfuerzos. Así es como nació Up2U (siglas alfanuméricas de Up to You, que en español significa «depende de ti»).

IMAGEN CEDIDA POR UP2U
La magistrada está ilusionada porque muchas de las cosas que soñó ya se están haciendo realidad. Pero avisa: no hay que bajar la guardia. «Estos niños son aún maleables, todos son recuperables, pero hay que actuar rápido», insiste. «Nuestro sistema es demasiado lento. Tenemos listas de espera para la ejecución de medidas. Si un chico comete un delito y ve que eso no tiene ninguna consecuencia inmediata porque lo que ordena el juez no se puede ejecutar hasta seis meses después, seguirá cometiendo delitos durante ese tiempo porque le hemos creado una sensación de impunidad. Además, crecen rápido: en seis meses pueden cambiar muchas cosas en un adolescente. Puede empezar a drogarse, cometer delitos más graves. Normalmente, todo empeora. Si no actuamos a tiempo, llegan a los 18 con muchos más problemas: a partir de esa edad todo es más difícil».
El poder saludable del plátano
Fundación MAPFRE Guanarteme ha aportado 20.000 euros al proyecto Up2U para la realización de un programa de formación profesional en plantaciones plataneras de Gran Canaria el que participarán 20 menores que han pasado por la tutela de los juzgados de menores de la isla por haber cometido algún delito.
Tras recibir unos cursos de formación técnica en agricultura, en los próximos diez meses los menores trabajarán en plantaciones plataneras de cooperativistas para que puedan aprender el oficio y encontrar un empleo. «El beneficio es doble. Por un lado, los chicos aprenden un oficio con el que ganarse la vida. Y por otro, aportan nuevas ilusiones a un sector tan local como es el cultivo del plátano que, actualmente, corre el riesgo de desaparecer porque cada vez menos gente quiere trabajar en el campo», comenta la juez Reyes Martel.