Todos las hemos sufrido en mayor o menor grado. Su etiología, diagnóstico y tratamiento ha sido y es objeto de amplios estudios, no así su epidemiología: ¿quiénes, cuándo, dónde, cómo y por qué nos quemamos? El Informe epidemiológico de lesionados por quemaduras en España (2011-2017) responde a estas preguntas y ofrece un bálsamo de información, datos positivos y tratamientos esperanzadores.
TEXTO: LAURA SÁNCHEZ IMÁGENES: ISTOCK
«No hay nada más profundo que nuestra piel», afirmaba el poema de Paul Valéry. Nos relacionamos con el mundo a través de esa gran membrana que conforma el órgano más extenso de nuestro cuerpo. Aproximadamente dos metros cuadrados en una persona adulta y cinco kilogramos de peso capaces de proteger, comunicar, sentir y regular el equilibrio y la relación que configura nuestro organismo y todas sus particularidades. «La vida se cobija tras una membrana, que la diferencia del exterior […]. La vida es posible porque se esconde y parapeta tras unos límites que la salvaguardan» escribe el arquitecto Luis González-Boado en su artículo «La piel. La membrana».
Cuando nos quemamos perdemos ese primer parapeto que nos protege dejando vía libre a infecciones y a fallos en nuestros órganos. De hecho, la quemadura está considerada como la agresión traumática más dolorosa y destructiva que puede sufrir el ser humano. Pero curiosamente, aunque su etiología, diagnóstico y tratamiento han sido profusamente estudiados, la epidemiología de las quemaduras a nivel global aún suscita debate: existe mucha dificultad a la hora de comparar tasas y datos entre países y continentes. La OMS ha sido el organismo encargado de elaborar los estudios más completos al respecto. Sin embargo, su complejidad y el elevado tiempo de realización hacían que quedaran obsoletos al poco tiempo de publicarse.
España no ha sido una excepción en experimentar dificultades a la hora de recoger y analizar datos. Y ese ha sido precisamente el motivo que ha llevado a Fundación MAPFRE y a la Asociación Española de Quemaduras y Traumatismo Eléctrico (AEQUE) a trabajar conjuntamente en la elaboración del Informe epidemiológico de lesionados por quemaduras en España (2011-2017).
«Nosotros ya veníamos colaborando desde hace diez años con la Asociación Profesional de Técnicos de Bomberos (APTB) en la publicación del mayor estudio nacional sobre fallecidos por fuego en España, pero no habíamos indagado en la parte hospitalaria de los lesionados por quemaduras» —afirma Jesús Monclús, director del Área de Prevención y Seguridad Vial de Fundación MAPFRE—. Este nuevo estudio nos permite complementar datos y construir una obra más completa que aúne las dos fuentes de información claves en este ámbito: los cuerpos de bomberos y los centros sanitarios especializados».

«El proceso no ha sido fácil — explica el doctor Enrique Monclús Fuertes, presidente de AEQUE y coordinador médico en la Unidad de Grandes Quemados del Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza—. Hemos tardado tanto en tener datos fehacientes porque no teníamos información homogénea, no sabíamos cómo recogerla y compararla entre regiones. Por eso, hace doce años nació la red de Centros, Servicios y Unidades de Referencia del Ministerio de Sanidad (CSUR), que estableció una serie de criterios para poder recoger datos. Lo que hemos hecho ahora, después de una larga serie de años, es presentar al público la información del periodo 2011-2017 recopilada por el Ministerio de Salud y procedentes de las siete Unidades de Referencia Nacional de Quemados Críticos existentes en España.
Pronto podremos compartir las conclusiones finales referidas a toda la década».
El estudio revela que cada año en España una media de 6.500 personas precisa atención de urgencia en un hospital por haber sufrido una quemadura. Dicho de otra manera: diariamente se atienden a más de 18 personas por este motivo, de las que un 20 % —entre 3 y 4 personas—, precisarán ingreso hospitalario. Desgraciadamente, de ese 20 % que ingresa, cerca de un 5 % (exactamente un 4,4 %) no podrá superar las lesiones y fallecerá a consecuencia de las quemaduras. Dicho de otro modo: de las 6.500 personas que precisan al año atención de urgencia por quemaduras, 59 fallecen. En cuanto a las causas de las quemaduras, el doctor Monclús Fuertes establece una gran diferenciación entre adultos y niños. La llama es la causa más frecuente en los primeros, mientras que las quemaduras de los más pequeños suelen ser escaldaduras por líquidos calientes (ollas, teteras, cazos con agua hirviendo o, en el caso de los bebés, baños con una temperatura demasiado elevada para su frágil piel).
«Respecto a los niños hay una circunstancia que consideramos especialmente relevante: los ingresos hospitalarios por quemaduras en edad pediátrica han descendido considerablemente en los últimos años. De hecho, el grupo de menores de 14 años es el que registra menos casos de ingresos —explica el doctor Monclús Fuertes—. Y hay que decir que existe una gran diferencia entre niños y niñas, acaparando los primeros el 69,4 % de la muestra. El motivo del menor número de casos en estas edades puede deberse a las campañas de prevención y a la educación en la prevención, tanto en el ámbito familiar como en el escolar».
La epidemiología de las quemaduras a nivel global aún suscita debate: existe mucha dificultad a la hora de comparar tasas y datos entre países y continentes
¿Ser varón comporta un mayor riesgo de sufrir quemaduras? Las cifras son rotundas: casi dos de cada tres personas ingresadas son varones. Y este patrón se repite en todos los grupos de edad, excepto en los mayores de 65 años, donde la tendencia se invierte: en ese segmento etario son las mujeres las que representan casi un 60 % de todos los ingresos.
Un dato para la esperanza: el número de intervenciones a las que los pacientes quemados han de someterse no ha hecho sino reducirse en los últimos años. El motivo se llama bromelaína, un tratamiento que se utiliza en todas las Unidades de Referencia de Quemados de nuestro sistema sanitario y que está ofreciendo unos resultados extraordinarios. «Comenzamos a utilizarlo en 2015 —explica el doctor Monclús Fuertes—. Se aplica en forma de pomada y sus propiedades se extraen del tallo de la piña. Elimina las quemaduras en pocas horas, cuando antes tardábamos muchos días y muchas cirugías en poder eliminarlas en un paciente gran quemado. Ahora mismo, la media de intervenciones a realizar en estos pacientes es de 1,1 con tendencia a la baja. La estancia media en el hospital es de 13 días, también bajando. Conforme pasan los años, nuestros pacientes se van antes a casa».
Todas las Unidades de Quemados de España han referido un descenso muy pronunciado en la cantidad de urgencias de pacientes quemados atendidos durante la pandemia de SARS-CoV-2 (un descenso de entre un 80 y un 90 %). Aun así, estas unidades han tenido que cambiar y reorganizar plantillas, recursos materiales y circuitos de ingreso de los pacientes quemados para separar casos COVID positivos y negativos: «solo hemos tenido constancia de 4 casos positivos hasta el final de abril, principios de mayo», afirma el doctor Monclús.
Lo que no ha cambiado, en opinión de los doctores que atienden estas unidades, es algo que el Barón Dupuytren —el famoso cirujano francés del siglo XIX que también revisó y corrigió la clasificación de las quemaduras— ya advertía en 1839: «El tratamiento de las quemaduras ha sido objeto, en todos los tiempos, de las tentativas más extravagantes del empirismo», decía el barón. Han pasado más de ciento ochenta años, pero la frase sigue vigente.
«Aunque las quemaduras son algo muy común, la mayoría de las veces la población no sabe bien qué hacer y recurre a muchos remedios caseros que empeoran aún más la quemadura —explica el doctor Monclús—. Lo primero que tenemos que hacer es apartarnos de esa fuente de calor que nos está provocando la quemadura, aunque resulte obvio. Luego, si se nos ha quemado algo de ropa, retirarla o apartar los objetos metálicos (como joyas) que se hayan quemado con nosotros. Después, remojarnos en agua fría durante 2, 3 o 4 minutos. Es importante no aplicar hielo, solo agua fría. Cuando ya nos hayamos remojado, veremos la magnitud de la quemadura y sabremos si hay que acudir a un centro sanitario. Nada de pincharse las ampollas. Los médicos necesitamos valorarlas también. Nada de pasta de dientes o remedios como la yema de huevo. Siempre agua fría durante unos minutos y, para favorecer la cicatrización, hidratación en la zona».
