Los accidentes provocan numerosas muertes y secuelas en niños y adolescentes cada año. La prevención mediante tecnología digital y gamificación puede ser una poderosa herramienta para inculcar comportamientos más seguros entre los niños.
TEXTO: RAMÓN OLIVER FOTOGRAFÍAS: PLANETA ODS
La infancia es una etapa de la vida determinante ya que en ella quedan definidos los rasgos de la personalidad y empiezan a marcarse los caminos que más tarde recorrerá esa persona cuando sea adulta. Una época de aprendizajes, de descubrimientos, de juegos… Y, precisamente, por ello, también un periodo lleno de riesgos para la integridad física de los niños.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 90 % de las lesiones que sufren los niños en todo el mundo se deben a siniestros involuntarios que se producen en el seno del hogar, en el colegio, transitando por calles y carreteras o en playas y piscinas y que causan cerca de 2300 lesiones al día y 830 000 muertes cada año entre la población infantil. Las lesiones son, de hecho, la primera causa de muerte en personas de entre 5 y 18 años en la Unión Europea.
Y es que los más jóvenes son un colectivo especialmente vulnerable a sufrir este tipo de lesiones no intencionadas. Por un lado, su inmadurez y falta de experiencia hacen que se comporten de un modo más imprudente ante determinadas situaciones potencialmente peligrosas, bien porque subestiman el riesgo que corren, bien porque, directamente, lo desconocen. El deseo de exploración del niño o la fase de rebeldía, a veces temeraria, en los adolescentes, son innatas y forman parte de su proceso de desarrollo. Pero también constituyen un claro factor de riesgo que hacen de estas edades tempranas especialmente proclives a los accidentes.
Los factores físicos también influyen. En el caso de los atropellos, por ejemplo, la menor estatura y volumen corporal de los niños los hacen menos visibles ante los conductores. Un cuerpo, masa muscular y estructura ósea todavía no completamente desarrollados les hacen, además, más propensos a sufrir lesiones graves que los adultos.

Juega con tu familia, enséñales a protegerse
Proteger a la familia de sufrir siniestros y lesiones potencialmente peligrosas no es ningún juego… O tal vez sí. Porque, paradójicamente, el juego es una excelente manera para que niños y adolescentes aprendan a hacerlo. Este es el audaz planteamiento del programa educativo PLANETA ODS, una original iniciativa que Fundación MAPFRE ha puesto en marcha para que los niños y sus familias conozcan y sean conscientes de los riesgos a los que se exponen en su vida cotidiana y sepan cómo actuar ante ellos.
PLANETA ODS es el Mundo Virtual y Seguro de Fundación MAPFRE, un universo 100 % digitalizado, seguro y gamificado en el que niños y adolescentes pueden adentrarse en un entorno de simulación y descubrir por sí mismos los riesgos que se esconden en lugares que les resultan familiares como una vivienda o la calle.
De un modo muy didáctico y completamente experiencial, los chicos aprenden «jugando» a evitar esos peligros o a actuar en caso de que se produzcan. Una experiencia inmersiva que usa las técnicas del juego para favorecer el aprendizaje de hábitos seguros, y que sirve también para mejorar la accesibilidad visual y la navegación espacial de los usuarios.
Este universo virtual presenta distintos escenarios interactivos en los que el usuario debe completar una serie de retos. Uno de ellos es el Hogar Virtual, un desarrollo que permite navegar por las distintas estancias de una casa y descubrir los riesgos que se ocultan en ellas. En total, se han escondido 47 peligros distribuidos en las distintas dependencias de este hogar virtual, compuesto de cocina, baños, salón y dormitorios. Cada vez que el usuario identifica y sitúa el cursor de su ratón sobre un elemento susceptible de constituir un riesgo de lesión no intencionada, se abre un menú con una advertencia sobre el riesgo que entraña ese elemento y un consejo acerca de cómo evitarlo.
En otro de estos escenarios virtuales, Seguridad Vial y Movilidad 3S, el usuario recorre las calles de una ciudad para convertirse en un experto en movilidad sana, segura y sostenible. En esta ocasión, el reto consiste en descubrir las 30 «safecoins» que muestran algunas de las claves para moverse por la ciudad con seguridad y de una manera respetuosa con el planeta.
Con esta apuesta por la prevención, la educación y la digitalización como vía para combatir las lesiones no intencionadas, Fundación MAPFRE busca conseguir comportamientos más seguros y concienciar a los más pequeños de los peligros que les acechan en su vida cotidiana. Y es que, aunque tendemos a pensar que vivimos en un entorno perfectamente seguro y a salvo de contratiempos para nuestra integridad física, la más inocente de las imprudencias puede cambiar radicalmente esa percepción en un segundo.
El 90 % de las lesiones que sufren los niños en todo el mundo se deben a los siniestros involuntarios
El hogar, territorio hostil
Las caídas son las lesiones más frecuentes en niños. Y aunque la mayoría de estos percances no tienen consecuencias graves, son la primera causa de ingreso por lesiones en la Unión Europea (UE) en menores de 19 años. Quemaduras, intoxicaciones, cortes, mordeduras y picaduras de animales, descargas eléctricas, insolaciones, golpes de calor o ahogamientos también forman parte de ese cuadro de los horrores de los peligros que amenazan la integridad física de los más jóvenes.
Más de la mitad de los incidentes infantiles tienen lugar en el seno del hogar, donde escaleras, enchufes, muebles puntiagudos, piezas o juguetes pequeños en el suelo o puertas y ventanas abiertas son auténticas trampas para los bebés que empiezan a gatear o que dan ya sus primeros pasos.
El cuarto de baño es una zona especialmente peligrosa. Resbalones, cortes con tijeras o maquinillas de afeitar, ingesta de productos de limpieza o potencialmente tóxicos o incluso ahogamientos en la bañera son los principales riesgos que acechan a los más pequeños de la familia cuando transitan por esta zona. Colocar elementos antideslizantes en las superficies de bañeras y duchas o asegurarse de que los objetos cortantes están fuera del alcance de los menores son algunas de las medidas de prevención que se pueden adoptar en los baños.
Otro territorio potencialmente fatídico es la cocina. Según la Asociación Nacional de Seguridad Infantil, el 70 % de los incidentes más comunes en niños se producen en esta parte de la casa. Quemaduras, atragantamientos, intoxicaciones y cortes son los principales riesgos que les acechan en una estancia a la que la supervisión de un adulto es particularmente importante.

Seguridad vial
La carretera es otra gran fuente de siniestralidad infantil. Un lugar especialmente peligroso y en el que muchas veces es el adulto y no el niño quien comete la imprudencia que acaba provocando el siniestro. En Europa cada año fallecen al menos 1000 niños y otros 80 000 resultan heridos en siniestros de tráfico. Según la DGT, el 75 % de estas muertes infantiles y el 90 % de los daños graves podrían haberse evitado de haberse seguido unas normas elementales de seguridad. Viajar en los asientos traseros, correctamente asegurados, en sillas especiales y dotadas con sistemas de retención adecuados a cada edad y talla es esencial para que un viaje en coche no se convierta en una pesadilla.
Por lo que se refiere a la actitud del conductor, las medidas de seguridad vial habituales en cuanto a velocidad, atención y, por supuesto, evitar el consumo de alcohol y otras sustancias incompatibles con la conducción deben extremarse cuando hay niños a bordo, así como cuando se circula en las proximidades de colegios o parques.
Los atropellos son también habituales en estas edades. Es importante enseñar a los niños a interpretar semáforos y pasos de cebra. No para permitirles al principio que lo hagan solos, sino para que aprendan lo antes posible cuando se puede o no se puede cruzar, y vayan interiorizando cuáles son los comportamientos seguros a ese respecto de cara al futuro.