El nuevo Centro de Fotografía KBr Fundación MAPFRE, Barcelona, abre sus puertas con la primera retrospectiva realizada en España sobre Bill Brandt (Hamburgo, 1904-Londres, 1983). Un artista quizá menos conocido que otros de sus contemporáneos como Henri Cartier-Bresson o Walker Evans, por citar sólo algunos, pero que actualmente es considerado uno de los fotógrafos británicos más influyentes del siglo XX. La muestra podrá visitarse del 9 de octubre de 2020 al 24 de enero de 2021.
Las imágenes de Bill Brandt, que exploran la sociedad, el paisaje y la literatura inglesa, resultan indispensables para entender la historia de esta disciplina e incluso la vida británica de mediados del siglo pasado. El artista se encuentra así entre los visionarios que basan el potencial creativo del medio en la contemplación del mundo que les rodea. Dos son los aspectos que recorren como línea argumental toda su obra. Por un lado, la eliminación de toda referencia a sus raíces alemanas tras instalarse en Londres en 1934; una ocultación debida a la creciente animadversión por lo alemán que siguió al ascenso del nazismo. Por otro, la condición de «lo siniestro», término utilizado por Sigmund Freud en 1919 y con el que Brandt debía de estar más que familiarizado tras someterse a sesiones de psicoanálisis en sus años de juventud en Viena.
Partiendo de estas ideas, la exposición recorre, a través de 186 fotografías positivadas por el propio Bill Brandt, los principales ámbitos de su producción visual, que abarca todos los géneros de la disciplina fotográfica: reportaje social, retrato, desnudo y paisaje. Así mismo, pone de manifiesto la relación de la obra del fotógrafo británico con las teorías del surrealismo, movimiento con el que entra en contacto durante su estancia en París en la década de 1930.
1. Primeras fotografías
Tras sus primeras incursiones en el mundo de la fotografía en Viena, donde realizó en 1928 el famoso retrato del poeta Ezra Pound, Bill Brandt marchó a París para entrar como ayudante, durante un corto período de tiempo, en el estudio de Man Ray, lo que le impulsó a mezclarse con el ambiente surrealista de la capital francesa, que impregnará toda su obra a partir de entonces. Esta influencia, junto con la de su admirado Eugène Atget, el fotógrafo que documentó «el viejo París» y del que Fundación MAPFRE también organizó una exposición en el año 2011, desembocó en imágenes donde lo inquietante hacía ya acto de presencia: escenas callejeras y la noche parisina son algunos de los motivos más frecuentes de las imágenes del artista durante este período.
Junto con su pareja y futura esposa Eva Boros realizó, además, numerosos viajes a la estepa húngara, a su Hamburgo natal y a España, donde visitaron Madrid y Barcelona, antes de trasladarse a Londres en 1934. Fue en esta ciudad cuando Brandt se deshizo de sus raíces alemanas, inventando un nacimiento británico y creando un corpus artístico en el que el Reino Unido se sitúa como núcleo de su identidad. Comienza entonces a retratar un país que, en ese momento, contaba con grandes desigualdades sociales.

2. Arriba y abajo
En febrero de 1936, dos años después de su llegada a Londres, Bill Brandt publicó su primer libro, The English at Home. Las escenas reproducidas en el volumen, a pesar de parecer espontáneas y naturales, habían sido previamente preparadas.
Para esta primera publicación, Brandt utiliza un formato alargado, tipo álbum y adopta una de las fórmulas de diseño más utilizadas por las publicaciones gráficas centroeuropeas: la unión de contrarios en pos del contraste significativo entre cada par de fotografías. El artista busca la contraposición entre dos clases sociales enfrentadas, desarrollando dos discursos narrativos en paralelo, pero sin mezclarlos. Así, encontramos escenas de familias de clase alta paseando o cenando alternadas con las mismas actividades, pero desarrolladas por familias de la clase obrera.
Con el inicio de la Segunda Guerra Mundial, Brandt empezó a trabajar para el Ministerio de Información y realizó dos de sus series más célebres: por un lado, la formada por las fotografías de centenares de londinenses durmiendo en estaciones de metro convertidas en improvisados refugios; por otro, las de la superficie de la ciudad, un Londres fantasmal, sin otra iluminación que la luz de la luna como medida de protección contra los bombardeos. El Reino Unido se había convertido en un solo país frente al enemigo. Las diferencias de clase que Brandt había retratado quedaban atrás para dar paso a este otro tipo de escenas que denunciaban los estragos de la contienda sobre la población civil.
3. Retratos
Tras haber realizado varios retratos en los inicios de su carrera, a partir de la década de mil novecientos cuarenta —período en el que trabaja para revistas como Picture Post, Liliput y Harper’s Bazaar—, Bill Brandt aborda este género de manera profesional. Algunos de ellos supusieron una ruptura con la tradición, como los que aparecieron en la ya citada Lilliput en 1941, ilustrando el artículo «Young Poets of Democracy», que incluía algunos de los rostros más representativos de los escritores y poetas de la Generación Auden. Más adelante, comenzó a distorsionar el espacio, como se puede observar en el retrato de Francis Bacon en Primrose, Londres (1963), y creó una nueva serie de retratos de ojos de artistas de clara inspiración surrealista: entre otros, los ojos de Henry Moore, Georges Braque o Antoni Tàpies, ejemplos de algunas de las miradas que transformaron el modo de ver y representar el mundo.

© Bill Brandt / Bill Brandt Archive Ltd.
4. Paisajes descritos
Tras profundizar en el retrato —que nunca dejó de practicar—, Bill Brandt introdujo el paisaje en su repertorio. Completaba así la temática clásica de lo que convencionalmente se consideran los géneros artísticos tradicionales.
Para el artista, la concepción del paisaje está arraigada tanto en la pintura y la tradición fotográfica como en la literatura. La mayor parte de sus fotografías de este género están reunidas en Literary Britain, 1951, una publicación formada por más de cien imágenes inspiradas por autores clásicos ingleses como Jane Austen, Charles Dickens o Anthony Trollope, acompañadas de extractos de textos literarios de estos mismos escritores. En estas imágenes, el fotógrafo buscó introducir una atmósfera que interpelase al espectador y le suscitara una respuesta emocional ante lo contemplado con una clara intención posromántica. En este sentido, daría la sensación de que Brandt no quiere simplemente representar un lugar sino captar su espíritu en una sola imagen.
5. Desnudos
Cuando en 1944 Bill Brandt retomó el tema del desnudo, tras una incursión poco satisfactoria antes de la guerra, pareció sentir la necesidad de volver a un tipo de imágenes más poéticas. Cabe recordar que este género es uno de los temas clásicos de la pintura y, como tal, marca la evolución de Brandt desde el documentalismo hasta la consideración social de «artista». En esta evolución, se sirvió de una vieja cámara de placas con un objetivo que producía una sensación de gran espacialidad y profundidad con el fin de transformar el espacio cotidiano de una habitación en un entorno onírico.
En la década de 1950 visitó las playas del Canal de la Mancha para hacer una serie de retratos del pintor Georges Braque. La visión de esas playas pedregosas le hizo cambiar de dirección y comenzar a fotografiar piedras y partes del cuerpo femenino como si de esas mismas piedras se tratase. Unió carne y roca, calor y frío, dureza y morbidez en un mismo discurso formal. A menudo las distorsiones son tales que los fragmentos de cuerpo han perdido toda referencia y, sin embargo, generan sensaciones más poéticas o más profundas. Estos «fragmentos» de cuerpo en comparación o comunión con las formas de la naturaleza parecen encarnar formas primordiales a través de las cuales se puede percibir «la totalidad del mundo», como sucede con las urformen enunciadas por la Escuela de la Gestalt y su teoría de la percepción.

6. Elogio de la imperfección
En su introducción a Camera in London, el libro sobre la capital británica publicado en 1948, Bill Brandt señalaba: «Considero esencial que el fotógrafo haga sus propias copias y ampliaciones. El efecto final de la imagen depende en gran medida de esas operaciones, y solo el fotógrafo sabe lo que pretende». Para el artista, era fundamental el trabajo en el laboratorio y, en los inicios de su carrera, aprendió toda una gama de técnicas artesanales: del aumento a la ampliación, el uso de pinceles, raspadores u otros útiles. Esos retoques manuales a veces conferían a sus fotografías ese aspecto algo burdo que puede asociarse al citado concepto freudiano de lo unheimlich: «lo siniestro». En muchas de ellas se aprecian con detalle las pinceladas de aguada negra sobre la superficie. Otro ejemplo lo aporta Top Withens, West Riding, Yorkshire (1945), realizada como parte de su libro Literary Britain, en donde hay claros indicios de que el cielo tormentoso, que le da un aspecto más amenazador al paisaje, fue añadido posteriormente en el laboratorio, lo que incide en ese aspecto de ocultamiento que recorre toda la vida y la obra de Bill Brandt.
