El mundo de Lee Friedlander

Fundación MAPFRE presenta en su sala Recoletos de Madrid un recorrido cronológico por la extensa obra del artista estadounidense Lee Friedlander. La muestra podrá visitarse del 1 de octubre de 2020 al 10 de enero de 2021.

TEXTO: ÁREA DE CULTURA DE FUNDACIÓN MAPFRE
IMÁGENES: © LEE FRIEDLANDER, CORTESÍA DE FRAENKEL GALLERY, SAN FRANCISCO

La exposición

Lee Friedlander es fotógrafo casi desde su adolescencia y cuenta con una amplia producción que ha ido desarrollando a lo largo de su dilatada carrera. Nació en Aberdeen, en el estado de Washington, el 14 de julio de 1934 y comenzó a fotografiar durante sus años de instituto. Tras graduarse, viajó hasta California para estudiar en el Art Center School of Design de Los Ángeles. Desencantado con las clases, asistió en cambio a las del pintor y fotógrafo Alexander Kaminski, que se convertirá en amigo y mentor. En 1956 se estableció en la ciudad de Nueva York, donde trabajó para distintas revistas como Esquire, Holiday o Sports Illustrated. Además, realizó por encargo retratos de algunos de los músicos de jazz más importantes de la escena norteamericana para portadas de discos de vinilo. Paralelamente, desarrolló su obra de forma independiente, en un momento en el que la fotografía todavía no había adquirido su estatus definitivo como expresión artística.

Con tan solo veintiocho años, en 1962, el artista había alcanzado la madurez como fotógrafo. Muestra de ello fue su participación en la histórica exposición colectiva, The Photographer’s Eye, celebrada en el MoMA de Nueva York entre mayo y agosto de 1964. Poco antes le habían pedido que hiciera una declaración sobre su obra y él señaló que el objeto de su trabajo era «el paisaje social americano». A pesar de esta definición, no hay que olvidar que los nuevos documentalistas están sobre todo interesados en conocer más sobre sí mismos y sobre los hechos visuales de su entorno que en los problemas sociales que preocupaban a sus antecesores.

En 1966 participó, junto a Bruce Davison y Garry Winogrand, en la exposición Toward a Social Landscape, organizada por la George Eastman House de Rochester. Y, al año siguiente, en la modesta pero emblemática muestra New Documents, organizada por John Szarkowski, también en el MoMA de Nueva York. En ella, Lee Friedlander estaba acompañado por Garry Winogrand y Diane Arbus. Tras esta exposición, las obras de los tres serán consideradas como una de las grandes renovaciones de la fotografía del siglo XX. La exposición Lee Friedlander nos desvela a un artista muy prolífico, curioso y apasionado también de la música y los libros, y que actualmente sigue en activo. La muestra presenta un recorrido cronológico por toda su obra: cerca de 350 fotografías entre retratos, autorretratos, fotografías familiares, de naturaleza o paisaje urbano con las que frecuentemente forma series, que reúne por asociaciones temáticas y estilísticas desarrolladas a lo largo de varios años. Muchos de estos conjuntos se concretaron en distintas publicaciones también presentes en la muestra, entre las que podríamos señalar como más relevantes Self Portrait (1970), The American Monument (1976), Family (2004), America by Car (2010) y Western Landscapes (2016). Además, se incluyen otros materiales como los ya citados vinilos de jazz, cuyas portadas son resultado de fotografías realizadas por Friedlander en los inicios de su carrera.

Maria, Las Vegas, Nevada, 1970 Imagen de plata en gelatina Cortesía del artista y de Fraenkel Gallery, San Francisco

Años sesenta

Desde su llegada a Nueva York hasta 1970, el trabajo que el autor desarrolla por encargo le obliga a viajar en automóvil por todo el país, lo que redunda en su trabajo más personal y artístico. Apasionado de la música, visita Nueva Orleans en numerosas ocasiones, retratando la vida y la cultura de la ciudad. Durante estos años realiza también por encargo numerosos retratos de músicos de jazz, las únicas muestras de fotografías a color que encontramos a lo largo de toda su trayectoria.

Junto a estas imágenes encontramos proyectos como The Little Screens (1961-1969). La selección de esta serie pertenece (exceptuando una de las fotografías) a las Colecciones Fundación MAPFRE y en ella aparecen elementos que serán recurrentes a lo largo de su trabajo como es la unión de objetos dispares que en su asociación generan ironía y humor. En este caso utiliza los televisores, elementos cotidianos en todas las casas norteamericanas durante aquellos años.

La muestra presenta cerca de 350 fotografías entre retratos, autorretratos, fotografías familiares, de naturaleza o paisaje urbano con las que frecuentemente forma series, que reúne por asociaciones temáticas y estilísticas desarrolladas a lo largo de varios años.

Años setenta y ochenta

Durante los años setenta Lee Friedlander va depurando su lenguaje y disminuyen las yuxtaposiciones con las que compone las imágenes, los reflejos y las sombras tan características. En 1976 el artista publica el libro The American Monument, con imágenes a partir de monumentos más o menos desconocidos de distintas ciudades estadounidenses. Estas imágenes enlazan con la fotografía documental como ninguna otra de sus series, si bien en ellas el artista realiza, como viene siendo habitual, una ruptura con las reglas convencionales del medio. Subversión que se observa también en sus desnudos y autorretratos. En los primeros no existe la idealización propia de la tradición pictórica; los cuerpos podrían ser cualquier otro objeto y lo mismo ocurre en sus autorretratos, en los que no hay ningún afán de narcisismo o introspección psicológica, pues el artista se presenta como un motivo más en el discurrir de la vida cotidiana.

Los retratos de familia tienen un acercamiento algo distinto. Se trata de imágenes familiares que aparentemente podrían haber sido tomadas por cualquiera de nosotros, pero muestran el mayor cariño y respeto sin derivar en el sentimentalismo. Maria, Las Vegas, Nevada, 1970, es una de las imágenes más conocidas de su esposa. Es evidente el afecto que siente por ella, lo que no evita los reflejos o que aparezca la sombra del artista. Como el mismo Friedlander señala: «Los fotógrafos siempre luchan por evitar su propia sombra y yo siempre he creído que es una criatura graciosa, de modo que la dejé entrar por un tiempo […]. Al principio mi propia presencia en las fotos era, a un tiempo, fascinante y perturbadora. Pero conforme pasó el tiempo y comencé a explorar otras ideas en mis fotos, pude reírme un poco de esos sentimientos».

Nashville, 1963 Imagen de plata en gelatina Colecciones Fundación MAPFRE

Años noventa

En 1990 Lee Friedlander cambia su habitual cámara de 35mm por otra de medio formato para poder capturar la inmensidad del desierto de Sonora. El artista había crecido en las montañas, en el Oeste y, aunque es más conocido por sus imágenes de paisaje urbano, buena parte de su producción se centra en la naturaleza y sus formas, así como en el paisaje agreste. Hay varios proyectos de Friedlander que tienen el mundo orgánico como protagonista. Algunos de ellos fueron desarrollados durante años, mientras que otros se materializaron en poco tiempo. En 1981 realizó Flowers & Trees y, tres años más tarde, Cherry Blossom Time in Japan, en el que recoge imágenes de sus viajes a este país con los cerezos florecidos en primavera.

De este período son también distintos trabajos que realiza por encargo como Factor Valleys, 1982. El primero, que documenta la zona industrial del valle del río Ohio, se centra en destacar los rostros de los personajes en el momento de realizar su labor, más que en el paisaje propiamente dicho. Lo mismo sucede con el segundo, en el que da la sensación de que los trabajadores se han convertido en «cabezas parlantes», debido al tamaño natural de las fotografías, así como a la cercanía que mantienen con el fotógrafo y a su vez con el espectador.

Década del 2000

Desde el año 2000, a partir del cual Friedlander utiliza de forma habitual su nueva cámara, los motivos que captura adquieren mayor entidad y los espacios se hacen más abarcables, gracias al formato cuadrado de la cámara Hasselblad.

Las imágenes que conforman el libro America by Car, publicado en 2010, acentúan la nueva dimensión del espacio. En esta ocasión el artista utiliza el interior del coche como marco fotográfico para encuadrar sus paisajes desde un punto de vista que resulta familiar para todo aquel que haya viajado por carretera en alguna ocasión. El resultado son imágenes que incluyen sombras, volantes, salpicaderos o retrovisores entre los que se cuelan puentes, monumentos, iglesias, moteles o bares llevando al extremo la complejidad de las composiciones a partir de una técnica en realidad muy sencilla: el marco —del parabrisas o de la ventanilla— dentro del marco —de la cámara de fotos—.

A lo largo de toda su trayectoria, Lee Friedlander ha ido retomando los temas de sus fotografías una y otra vez, en un continuo work in progress que se va enriqueciendo con el aprendizaje del medio y la experiencia, pues tal y como señala Carlos Gollonet, comisario de la exposición: «A Friedlander le gusta buscar metáforas visuales que exigen una mirada atenta. Para ello, incorpora un repertorio banal, creando argumentos visuales confusos que sacuden al espectador con un sentido de la ironía derivado de la yuxtaposición de objetos o ideas aparentemente inconexos. Sus ingeniosas asociaciones nos provocan desconcierto al conectar el disparate con la identificación.

Montana, 2008 Imagen de plata en gelatina Cortesía del artista y de Fraenkel Gallery, San Francisco