TEXTO: LEYRE BOZAL CHAMORRO IMÁGENES: FUNDACIÓN MAPFRE

Hace más de tres meses que comenzó la crisis sanitaria mundial provocada por la Covid-19. Fue entonces cuando nos dijeron que se cerraban los colegios y que los niños no podrían asistir a clase presencialmente, todavía no éramos muy conscientes de la situación que próximamente viviríamos. Los días fueron pasando y las noticias se sucedían con velocidad, parecía ciencia ficción, y sin embargo no lo era. Calles vacías, ciudades prácticamente cerradas, dolor por los fallecidos, por los miles de enfermos. Pero también han surgido muestras de apoyo hacia todos aquellos que han protegido a la sociedad en estos momentos: aplausos a las ocho de la tarde en el balcón, solidaridad con los más necesitados, entre vecinos que se han ofrecido a hacer la compra a quien no puede, videollamadas para ver a nuestros seres queridos… y así hicimos nuestro día a día durante la cuarentena.

Desde el área de Cultura de Fundación MAPFRE también quisimos aportar nuestro granito de arena en esta complicada situación. Siempre hemos pensado, desde nuestra vocación, que la cultura es una ventana abierta al mundo y que nos puede ayudar, si no a ser mejores personas, al menos sí a sentirnos un poquito más felices. Muy pronto nos pusimos a trabajar y a través del intercambio de ideas, del entusiasmo de todos los que componemos el equipo y del amor que sentimos por el arte, creamos un pequeño rincón en la web y en las redes para que los usuarios pudieran acercarse, desde sus casas, a los contenidos culturales que normalmente visitaban presencialmente.

Tuvimos que adaptarnos, igual que todos. Quedarse en casa no siempre es sencillo y se trastocaron nuestras rutinas, el modo en el que gestionamos nuestro tiempo libre. Las actividades que planteamos desde esta nueva pestaña digital que quisimos llamar #quédatenecasa pretendían ser un lugar de esparcimiento, para dedicarse cinco minutos a uno mismo. Un espacio propio para cada uno de nosotros, algo complicado de encontrar en esos días.

En esta nueva pestaña profundizamos en las obras de nuestras colecciones con la sección «Un día, una obra». Al inicio del confinamiento, leer era una de las opciones que teníamos para disfrutar los momentos de ocio; la literatura y el arte están íntimamente ligados y en este sentido nos pareció interesante unir las obras de nuestras colecciones con un pequeño texto o poema, una cita que invitara a la reflexión y que conectara ambas cosas: Picasso y la poetisa Ingeborg Bachmann, Egon Schiele y Pedro Salinas, o las ventanas de Baudelaire unidas a las de Juan Gris, esas ventanas que tanta importancia han tenido durante este período. Estas reflexiones pueden ayudarnos a descubrir distintos aspectos tanto de sus autores como de la pieza presentada en sí, pero también de nosotros mismos, porque como nos recuerdan muchos artistas, el arte y la vida, van de la mano.

En el apartado de «retos creativos para adultos» planteamos, cada semana, la posibilidad de realizar una actividad basada en nuestras exposiciones temporales, tanto actuales como pasadas. De esta manera, los adultos podían dejar volar su imaginación y, a través de una serie de herramientas que se proporcionaron, hacer, por ejemplo, una fotografía de los objetos cotidianos que encontraran en su hogar, siguiendo la estela del fotógrafo Stephen Shore, protagonista de una de nuestras exposiciones pasadas de fotografía. Otra de las posibilidades era la de realizar un dibujo; una Academia, igual que hacían Rodin y Giacometti, que utilizaban estos apuntes para sus posteriores esculturas, tal y como se podía contemplar en nuestras salas cuando inauguramos la muestra homónima el pasado enero.

No nos olvidamos de los niños, que por un lado podían experimentar haciendo barro casero y sentirse como Alberto Giacometti modelando, y por otro participar en nuestro concurso #dibujamiró. Cada semana se proponía una obra del Espacio Miró para que los más pequeños de la casa se inspiraran e hicieran un dibujo aprendiendo de la mirada de este genial artista del siglo XX. Una vez finalizado el plazo, se han recopilado las creaciones que los padres colgaron en Instagram y un jurado especializado otorgó un premio al dibujo que mejor expresaba las inquietudes del pintor mallorquín.

En «Conferencias a la carta» todavía se puede disfrutar de nuestras charlas pasadas sobre fotografía, literatura y arte, impartidas por algunos de los expertos más reconocidos del mundo de la cultura entre los que destacan Estrella de Diego, Carlos Martínez Shaw, Alejandro Castellote, Manuel Vicent, Rafael Argullol, Valeriano Bozal o Francisco Calvo Serraller, por citar sólo algunos. Estos vídeos, disponibles a través del canal de Fundación MAPFRE en Youtube pueden convertirse en un regalo, en una manera nueva de entender el arte.

Con todos estos contenidos hoy continúan alimentando tanto nuestra web como buena parte de muestras redes sociales, queremos mantener un diálogo con el espectador basado en sus necesidades e inquietudes. Presentamos por ello maneras distintas de mirar, con el fin de fomentar una posición activa y autónoma del visitante, para que pueda identificar y plantear sus propios intereses y deseos. Sabemos que el arte es contemplativo, por eso animamos a explorar nuestros contenidos desde casa, pero también es interactivo, por ello proponemos distintas actividades que esperamos se conviertan en

una fuente de entretenimiento y de disfrute para todos aquellos que, como nosotros, #nosquedamosencasa. Tenemos que ser conscientes de que la sociedad está cambiando, y desde Fundación MAPFRE queremos cambiar con ella.

Los contenidos digitales, las webs, las redes sociales como Facebook, Twitter o Instagram se han convertido en herramientas imprescindibles para todos nosotros, por eso hemos trabajado desde este lugar, implementando nuestras actividades para poder seguir ofreciendo el mejor contenido cultural posible. Lo digital ha venido para quedarse y no queremos olvidarnos en el momento en que podamos abrir las salas de su importancia. Esperamos así, que ambas convivan juntas y se enriquezcan día a día, haciendo llegar la cultura al mayor número de personas posibles, que es uno de nuestros principales objetivos como Fundación.

Cabellos rojos, ojos brillantes. Poesía para descifrar un sentimiento

El pintor austriaco Egon Schiele (1890-1918) estudió en la Academia de Bellas Artes de Viena, para fundar, poco después, junto a otros pintores insatisfechos, el Grupo del Arte Nuevo. Así comenzó a exponer su obra de forma independiente, también lo son sus largas pestañas y sus seductores labios rojos, que nos recuerda a la Lolita de Nabokov.

Cuando todavía se encontraba en Viena, conoció a Gustav Klimt, que se convirtió en amigo y mentor y le presentó a una de sus modelos más famosas, Vale rie Neuzel, conocida como Wally, sus cabellos pelirrojos y sus brillantes ojos son fácilmente identificables. La vida de Schiele fue complicada y tortuosa, sus dibujos fueron, en varias ocasiones, tachados de pornográficos, lo que no le ha impedido ser considerado, a pesar de su prematura muerte, como uno de los mayores representantes del expresionismo austriaco.

«Perdóname por ir así buscándote tan torpemente, dentro Perdóname el dolor, alguna vez. Es que quiero sacar de ti tu mejor tú. Ese que no te viste y que yo veo, Nadador por tú fondo, preciosísimo».

Pedro Salinas, La voz a ti debida, 1933.

Egon Schielle Muchacha dormida, 1909
Egon Schielle
Muchacha dormida, 1909
Acuarela, pastel y grafito sobre papel
© Colecciones Fundación MAPFRE

Siempre Edith. Emmet Gowin, un mundo de íntimas percepciones

Los conservadores, o comisarios, somos personas muy afortunadas. Claro que hay buenos y malos momentos, como en cualquier trabajo, pero tenemos la suerte de trabajar mano a mano, a veces durante años para preparar un nuevo proyecto, con los artistas que más admiramos, aquellos que nos parecían inalcanzables y que de pronto, o al cabo de un tiempo, ya son amigos para toda la vida. Profundizar en el conocimiento de la obra de cada artista tiene eso, que acabas teniendo una relación personal con ellos muy enriquecedora en todos los aspectos. Así me ocurrió con Emmet Gowin (Danville, Virginia, 1941) cuando organizamos su exposición en Fundación MAPFRE en 2013.

Gowin es un artista cercano y buen conversador que se ha ganado el respeto de cuantos le conocen como creador y como profesor. Una palabra resume perfectamente su condición: bonhomía, es decir: afabilidad, sencillez, bondad y honradez en el carácter y en el comportamiento. A través de sus declaraciones y entrevistas explica con facilidad y claridad de filósofo las cosas más sutiles y complejas del arte y de la vida. Y también por ellas conocemos sus gustos artísticos y literarios, por qué y cómo ha construido, con ayuda de la fotografía, su mundo. En todos estos años ha desarrollado una voz poética que no se parece a la de ningún otro, sin pretender llamar la atención, con un entusiasmo más bien solitario, sin atender a la presión de los movimientos artísticos del momento y ligado a la realidad, a la vida. Por eso, cuando la obra de Gowin nos atrapa es como la buena poesía: no cansa, siempre nos gusta volver a visitarla por su capacidad de explicar y transmitir las sensaciones, la experiencia física de las emociones. Podría decirse que las fotografías de Gowin son como poemas que contienen trazos de sus pensamientos íntimos. «No se trata de un objeto que busque volver “visible” el pensamiento, de traducirlo visiblemente, sino, por el contrario, se trata de eso que no se deja pensar con el pensamiento, y que no se deja ver con la visión», explicaba Régis Durand.

Una de mis fotografías preferidas de Gowin es este retrato de Edith, su mujer: de espaldas, con el pelo recogido y la cabeza levemente ladeada, muestra su cuello desnudo. Edith, objeto de infinidad de retratos y leitmotiv no solo de su obra sino también de su vida. Detengámonos por un momento en esta transparente fotografía, que tiene algo de profético, y que nos revela tanto sobre el mundo de Gowin, un mundo construido a base de íntimas percepciones que afloran en cada imagen. Este momento fotográfico es un momento biográfico, como toda su obra, relacionada con tod9d9d9ca su vida, y como ella, brota de la profundidad de su alma y traspasa la de Edith para ver por sus ojos, fundirse con ella en una sola alma. Es sorprendente cómo logra que nos pongamos en su lugar, en el lugar de Edith, cuya mirada se pierde en ese paisaje borroso, y se vuelve hacia adentro, hacia ese instante de comunión único y fugaz, que pasa breve como una brisa y hace que el tema de esta fotografía se vuelva invisible, se desvanezca. «Para mí, las fotos son una forma de retener, intensamente, un instante de comunicación entre un ser humano y otro», escribió Gowin en 1967.

Carlos Gollonet
Conservador jefe de fotografía Fundación MAPFRE

Emmet Gowin Edith. Chincoteague, Virginia, 1967 © Emmet Gowin, cortesía Pace/MacGill Gallery, Nueva York © Colecciones Fundación MAPFRE
Emmet Gowin
Edith. Chincoteague, Virginia, 1967
© Emmet Gowin, cortesía Pace/MacGill Gallery, Nueva York
© Colecciones Fundación MAPFRE