No es solo el título de una de las mejores series de TV de todos los tiempos. Dos metros bajo tierra es la «profundidad de seguridad» a la que un cadáver debía ser enterrado para evitar la propagación de enfermedades contagiosas.
TEXTO: ANA SOJO IMÁGENES: © MUSEO DEL SEGURO DE FUNDACIÓN MAPFRE
En el siglo XVII, en plena epidemia de peste en Londres, el alcalde de la ciudad promulgó una serie de ordenanzas de obligado cumplimiento y una de ellas fijaba esta distancia (dos metros de fondo para las sepulturas) con el fin de intentar paliar la virulencia de la plaga.
Los ritos funerarios existen desde los tiempos ancestrales. Hay evidencias arqueológicas de rituales para enterramientos en la prehistoria que datan de más de 400.000 años de antigüedad según declaraciones de Juan Luis Arsuaga, director científico del Museo de la Evolución de Burgos y conocido por sus investigaciones en el yacimiento arqueológico y paleontológico de Atapuerca. Y aunque se haya puesto en tela de juicio la intencionalidad de estas evidencias y la comunidad científica aún discute este asunto, sabemos que hace 50.000 años, los neandertales ya enterraban a sus muertos de forma intencionada, como parecen demostrar los hallazgos de la cueva francesa de La Chapelle-aux-Saints.
Pero no es necesario remontarse tanto en el tiempo. Todos conocemos y hemos oído hablar de dólmenes, pirámides y otras construcciones funerarias monumentales reservadas a jerarcas reyes y faraones de la Edad Antigua, aunque lo que nos interesa para el tema de este artículo son las costumbres funerarias de la gente corriente.
Así, está documentada la existencia de grupos con intereses comunes unidos en hermandades que, mediante el pago de una cuota mensual fija (posible antecedente de la prima), soportaban de forma solidaria el pago del funeral en el momento del fallecimiento de uno de sus miembros. Esta cuota, asumible mes a mes, convertía en asequible el oneroso pago de las exequias, difícilmente alcanzable por la economía de las familias. Sociedades de enterramiento en la antigua Grecia como los eranoi o los collegia romanos fueron claros antecedentes de las sociedades mutuas y de las fraternidades o cofradías gremiales. Los collegia romanos fueron autorizados por decreto especial del senado y entre sus fines principales estaba el pago de un entierro digno. Existían collegia para los militares, los artesanos, las clases adineradas e incluso para las clases humildes.
En la actualidad existen numerosas compañías de seguros para la cobertura del riesgo de fallecimiento que en muchas ocasiones provienen de instituciones de carácter asociativo, como pueden ser los montepíos o las cofradías. Lo que en el pasado se buscaba al contratar un seguro de decesos —«una carroza tirada por cuatro caballos enmantillados, coronas, recordatorios cruces y novenas…»— hoy apunta en otra dirección y se tiende más a los servicios habituales o más innovadores como la asistencia online a los oficios, la organización del evento de despedida (donde no suele faltar la música en directo) e incluso la conversión de las cenizas en una joya inolvidable.
Información práctica del Museo del Seguro
Ubicado en Madrid, en la calle Bárbara de Braganza, 14, cuenta con 600 piezas expuestas y un total de 1.300 conservadas en los fondos de la institución.
Además, todas ellas se encuentran disponibles en la versión virtual del museo en www.museovirtualdelseguro.com. Disponemos de visitas guiadas gratuitas para grupos previa petición en el teléfono + 34 916 025 221.