Este tipo de tratamientos dietéticos suponen graves perjuicios para la salud a medio y largo plazo: problemas cardiovasculares, renales y hepáticos. Además del conocido como efecto yo-yo.
TEXTO: GABRIELA DE NICOLÁS IMÁGENES: ISTOCK
Con la llegada del buen tiempo aparece la mal llamada operación bikini. Probablemente porque durante el invierno se va más tapado, no es hasta ese momento cuando empezamos a preocuparnos por el peso extra que se ha cogido desde el final del verano anterior. Pero claro, apenas quedan unas semanas para la llegada del verano, momento en que hay que enfundarse la ropa de baño, además de vestidos, pantalones cortos, etc. Más aún este año en la que, confinamiento mediante, raro ha sido encontrar quien que no ha ganado algún kilo de más.
Ante esta perspectiva, se busca un sistema rápido que ayude a adelgazar lo suficiente para no sentirse incómodo con el bañador puesto. Es en ese momento cuando hacen aparición las dietas milagro. Sí, esas que «prometen resultados de forma eficaz y en un muy corto espacio de tiempo con el mínimo esfuerzo», como las define Giuseppe Russolillo Femenías, dietista-nutricionista, Doctor por la Universidad de Navarra y presidente de la Academia Española de Nutrición y Dietética.
Poco efectivas a medio y largo plazo
En efecto, este tipo de tratamientos dietéticos funcionan en lo que se refiere a perder peso en un breve periodo de tiempo. De nuevo lo cuenta Russolillo: «Hoy sabemos que, por ejemplo, las dietas hiper proteicas bajas en hidratos de carbono, como la del Dr Atkins o la Dukan —dietas que consisten en retirar los hidratos de carbono y dar principalmente alimentos ricos en proteínas—, provocan una rápida pérdida de peso en los pacientes y, en algunos casos, incluso mayor que las dietas hipocalóricas equilibradas». A ver quién se resiste…
Pero no hay que dejarse engañar y sí ver los efectos más allá del corto plazo, es decir, de los siguientes seis meses. «Cuando analizamos la pérdida de peso a medio y largo plazo (entre 6 y 12 meses), nos damos cuenta de que las personas que han hecho dietas hiperproteicas bajas en hidratos de carbono han perdido la misma cantidad de peso que las personas que hicieron una dieta hipocalórica equilibrada. Es decir, a corto plazo son más efectivas, pero a medio y largo plazo la perdida de peso es igual para los dos grupos». Visto así parecería que ambas dietas tienen idéntico resultado. Nada más lejos de la realidad.
Hacer dietas milagro supone graves perjuicios para la salud de quien las pone en práctica. «Se ha detectado que en el grupo que hace la dieta hiperproteica baja en carbohidratos el riesgo de mortalidad por cualquier causa, y específicamente por enfermedad cardiovascular, se incrementa notablemente». Pero aún hay más, como asegura Giuseppe Russolillo: «Fallo renal, fallo hepático, malnutrición, trastornos de la conducta alimentaria, depresión, pérdida de la libido, hipotensión, pérdida de masa muscular y masa ósea, retraso en la curación de heridas, infertilidad e irregularidades menstruales». También destaca el llamado «efecto yo-yo», que consiste en recuperar el peso perdido (o incluso más) una vez se abandona la dieta. Este dato que facilita Russolillo lo confirma: el 90 % de las personas que pierdan peso lo recuperan un año después. El porcentaje sube hasta el 97 % al año y medio.

Adictivas y engañosas
Es decir, son muy dañinas para la salud y poco efectivas a largo plazo. Y sin embargo, un alto porcentaje de la población ha realizado una o varias dietas milagro al menos una vez en su vida. El presidente de la Academia Española de Nutrición y Dietética lo explica: «Sí a los 4 ó 5 días de empezar una dieta milagro se diagnosticara a quien la hace un problema renal o tuviera un dolor hepático, nadie las haría». Pero además son muy adictivas: «Son eficaces a corto plazo, de modo que si se hacen los seis primeros meses del año, de cara al verano se ha perdido suficiente peso, y se olvidan de la dieta hasta el siguiente enero…». Y vuelta a empezar. Si se pone en funcionamiento una dieta de este tipo durante cinco años, se han pasado un total de dos años y medio comiendo mal. Hay que tener en cuenta que muchas de estos sistemas para adelgazar restringen la ingesta de determinados alimentos fundamentales para el organismo como frutas, legumbres, hidratos de carbono, etc.
Entonces, ¿qué hay que hacer para perder peso sin arriesgar nuestra salud? El nutricionista lo tiene claro: «El sobrepeso y la obesidad hay que entenderlas como una enfermedad y requieren un tratamiento a largo plazo. Cualquier persona que haya intentado perder peso de una manera correcta sabe que supone mucho esfuerzo y sacrificio porque la persona enferma de sobrepeso y obesidad tiende a mantener ese exceso de peso y por lo tanto, están condenadas a cuidar su alimentación y su nivel de actividad física siempre. Es frustrante y es ahí donde estos gurús hacen su negocio, a costa de las expectativas y la desesperanza de millones de personas que luchan cada día contra esta enfermedad». La recomendación es clara: recurrir a un nutricionista que va a ayudar al paciente «a planificar su dieta, a contextualizarla en su entorno personal, familiar, profesional, laboral. Un nutricionista no va a indicar los gramos de cada alimento que hay que comer ni va a obligarle a pesar cada alimento. El nutricionista enseñar cómo cocinar y cómo incorporar los alimentos a la vida diaria».
Nutricionistas en Atención Primaria
Uno de los problemas que tienen aquellos que quieren hacer una dieta saludable para perder peso a medio y largo plazo es que deben pagarla de su bolsillo. Russolillo «España es el único país de la Unión Europea que no cuenta con nutricionistas en Atención Primaria. Lo que supondría un gran ahorro en el coste sanitario y farmacológico a medio plazo. Es esencial que los políticos se pongan las pilas con esto». Estos profesionales no solo ayudarían a mejorar la vida de personas con sobrepeso y obesidad. También a los enfermos de diabetes, colesterol e incluso cáncer.

Fundación MAPFRE apuesta por una buena alimentación
El informe Dietas milagro en España, elaborado por la Academia Española de Nutrición y Dietética en colaboración con Fundación MAPFRE, da una buena idea de lo que los españoles sabemos sobre las dietas milagro. En él se hace una exhaustiva encuesta sobre conocimientos, actitudes y prácticas relacionadas con este tipo de sistemas de adelgazamiento. Los resultados son curiosos. El 76 % de los encuestados identificó adecuadamente las dietas milagro como dietas que «no tienen resultados a largo plazo a menos que se cambien los hábitos alimentarios y el estilo de vida». Un 84 % estuvo de acuerdo con que «los resultados no son para siempre», creencia menos compartida por el tramo más joven de la muestra, de 18-25 años.
Cerca del 80 % de los encuestados reconoce que hacer una dieta milagro es «muy o bastante peligroso para la salud» y que «tiene efectos negativos». Es más, el 90 % de la muestra reconoce que este tipo de dietas no funcionan. El problema es que gran parte de la población (46 %) no sabe identificarlas como tal.