Los gamers pasan muchas horas sentados delante de la pantalla del ordenador. Por eso, los profesionales del videojuego son cada vez más conscientes de la importancia de cuidar su salud y sus hábitos para obtener mejores resultados. Ahora es el momento de transmitir esa idea también a los seguidores de los eSports, sobre todo a los adolescentes, a los que les cuesta mucho mantener el autocontrol.

TEXTO: ISABEL PRESTEL IMÁGENES: ISTOCK

Es posible que muchos de quienes están leyendo este reportaje no sepan aún qué son los eSports. Ni mucho menos qué nivel de interés y negocio generan en nuestro país. Pues bien, para hacerse una idea basta con mencionar uno de los datos a los que hace referencia el Libro Blanco de eSports en España, publicado en 2018 por la Asociación Española de Videojuegos. Solo ese año generaron 14,5 millones de euros de negocio. Esa misma institución asegura que, en la actualidad en España, hay entre 250 y 300 jugadores profesionales de eSports. Pero lo más sorprendente de todo ello es el número de seguidores, entre entusiastas y aficionados ocasionales, que se calcula que se conectan a ver cómo otros juegan: se calcula que en 2021 se podría llegar a la cifra de 250 millones de espectadores en todo el mundo.

Los gamers son, en parte, los nuevos grandes ídolos de los chavales (y no tan chavales). Ganan mucho (algunos son millonarios) haciendo de su mayor hobby una profesión con mucho futuro. Pero para llegar ahí hay que pasar largas horas entrenando hasta conseguir las aptitudes adecuadas para destacar sobre el resto. Estamos hablando de que tanto los que llegan a ser profesionales como los que aspiran a ello y los espectadores aficionados pasan mucho tiempo sentados delante de un —o varios— ordenador. Y eso, evidentemente, puede suponer graves problemas para la salud.

Luis Delgado Lozano, Médico Coordinador del Área de Orientación Médica de MAPFRE España opina que son varias las áreas de salud en las que repercute la profesión: «En primer lugar, los malos hábitos posturales y largas jornadas de juego sin descanso: dolor en la mano y dedos por problemas de tendinitis e incluso de artritis (más frecuente en el pulgar e índice), el síndrome del túnel carpiano (que puede provocar daño neuromuscular en la mano), la epicondilitis (o codo de tenista), dolores de cabeza y de espalda consecuencia de contracturas musculares a nivel de columna cervical y lumbar». Por otro lado, Delgado señala que las largas horas de juego sin descansos y la mala higiene de sueño pueden suponer «fatiga ocular, estrés y ansiedad, pérdida de funciones cognitivas, disminución de reflejos, desconexión con la realidad, aislamiento social y bajo rendimiento en los estudios o en el trabajo». Pero es que, además, a muchos de estos gamers o aspirantes a jugadores profesionales se les asocia con malos hábitos dietéticos y sedentarismo, lo que produce obesidad, aumento de niveles de colesterol, azúcar y tensión arterial; todo ello contribuye a aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares en el futuro.

Los profesionales suelen cuidarse. Son conscientes de que una buena salud repercute positivamente en sus resultados. Y no les gusta que se les señale como ejemplo de malos hábitos. Es probable que los que los tuvieron en la adolescencia los hayan mejorado en la edad adulta. Así lo cuenta Manute, creador de contenido y embajador de marca Vodafone: «Cuando eres un adolescente, tienes a tus padres educándote, pero aún así tiendes a jugar “una partida más” y luego otra. Te desestructuras. Con el paso de los años he aprendido a estabilizar todo esto y, salvo etapas de estrés, ahora mismo tengo rutinas de alimentación, de sueño, de ejercicio y posturales completamente sanas».

Cuidar la salud para ser mejor jugador de videojuegos

Aún así, el gamer reconoce que tiene algunos puntos débiles, como la alimentación: «Te estaría engañando si no te dijera que varias veces por semana cae algo de comida basura. Tengo que seguir trabajando en ello. ¡Me acabo de comprar un robot de cocina a ver si me animo a cocinar más!». También su higiene de sueño es mejorable. Pero hace deporte y se ha impuesto un horario de trabajo con límite de horas delante de la pantalla. Aún así, «el estrés me juega malas pasadas que afectan a mi estado anímico. Y a nivel físico, creo que la región lumbar es lo que más me veo obligado a cuidar. La entreno y estiro diariamente». Otro gamer, David «Champi» Pérez, narrador de League of Legends y streamer, reivindica que su profesión no es la única que abusa de horas sentado, el sedentarismo y la mala alimentación. Aunque sabe que las malas posturas en el asiento tienen parte de culpa de sus dolores de espalda: «Siempre he sufrido de la espalda, nunca me he sentado correctamente. De hecho, era el típico que se caía de la silla en clase por sentarse mal. Y lo noto en mi día a día. Se me resienten las lumbares».

Pero el problema va más allá de los jugadores profesionales que, como dice Luis Delgado, «son deportistas de élite que tienen un estricto entrenamiento, asesorados por fisioterapeutas, dietistas, psicólogos y entrenadores que les enseñan hábitos saludables para poder compaginar largas horas de entrenamiento y competición con un adecuado desarrollo personal y deportivo sin caer en comportamientos dañinos para su salud». Ellos saben que a mejor estado de salud, mejores resultados. Pero los aficionados no lo tienen tan claro. Ni siquiera son conscientes de los problemas de salud que puede suponerles pasar muchas horas frente a la pantalla.

Los jugadores no profesionales entienden los videojuegos como lo que son, un divertimento, pero también un continuo reto. Para ellos, «cada logro, nivel superado o victoria que consiguen se acompaña de un estímulo de recompensa a nivel emocional. Este estímulo placentero, producido por la liberación en el cerebro de neurotransmisores como la dopamina y serotonina, son la base de su componente adictivo. A medida que el cerebro se va acostumbrando a ellos se juega más frecuentemente y más tiempo para mantener el nivel de los neurotransmisores. La sensación gratificante se asocia con la conducta de seguir jugando repitiéndose una y otra vez con la consiguiente pérdida de la capacidad de autocontrol», concluye Delgado. Es decir, no se preocupan de tener una buena higiene de sueño o hacer estiramientos. Pero tampoco por contar con las herramientas adecuadas. Es decir, sillas con apoyos cervicales y lumbares, para hombros y antebrazos; pantalla especial para esta actividad, de al menos 32 pulgadas, alta definición de imagen y alta tasa de refresco, etc.

Pero conseguir que, sobre todo los adolescentes, tengan claro que jugar tiene recomendaciones sanitarias que hay que seguir, no es fácil. Quizás porque, como dice Manute, «a menudo, quien intenta darles consejos sobre el mundo del gaming no tiene ni idea de qué es y les cuesta empatizar». Por eso es tan importante que sean los propios gamers quienes se lo digan. Y en ese sentido, Manute lo tiene claro: «En etapas de estabilidad, soy mejor jugador. Hago mi trabajo más rápido. Comunico mejor. Hago más en menos tiempo, y sobre todo, disfruto más de lo que hago»

Feel good, play better, por Fundación MAPFRE

Conocedora de la realidad que los videojuegos suponen de bueno, pero también de malo, Fundación MAPFRE ha puesto en marcha la campaña Feel Good, Play Better (siéntete bien, juega mejor), que tiene como objetivo «fomentar hábitos de vida saludable entre los jóvenes a través del mundo del videojuego. Se trata de conjugar el disfrute del videojuego con el autocuidado de la salud», comenta Antonio Guzmán, Director del área de Salud y Prevención de Fundación MAPFRE. La idea es llegar a los aficionados, que son quienes menos se cuidan, a través del mundo profesional, «la palanca para llegar a los jóvenes, porque los miles y miles de chavales que juegan en casa son los que más necesitan los mensajes de salud para aprender a cuidarse».

Para ello se ha contado con la LVP (Liga de Videojuegos Profesional), «el mejor socio para desarrollar este proyecto de forma conjunta, dada su presencia en el mundo del videojuego como entidad de referencia», asegura Guzmán. Y con influencers como Manute, lo que permite llegar a los chavales de manera directa.