Fundación MAPFRE presenta un estudio inédito realizado en Brasil que analiza la relación entre la población mayor y la conducción de vehículos, en el que se tratan cuestiones relacionadas con la seguridad vial, la movilidad, los hábitos de desplazamiento y el momento en el que las personas mayores dejan de conducir.

TEXTO: SILVIA MARTINELLI

Formado por un conjunto de 31,2 millones de personas, la población mayor (de 60 años o más) representa 17,4 % del total de los habitantes de Brasil, que en 2021 alcanzaba una cifra de 212,7 millones. Según el IBGE (Instituto Brasileño de Geografía y Estadística), en los próximos 20 años, uno de cada cuatro brasileños tendrá más de 60 años y vivirá, sobre todo, en áreas urbanas.

El envejecimiento de la población y la urbanización son dos tendencias marcadas y, hoy en día, representan uno de los principales desafíos para los gobernantes. El envejecimiento tiene un efecto directo en cómo las personas se desplazan en las ciudades, debido a las necesidades de accesibilidad y a aspectos de salud relacionados con la cuestión.

«Cada vez más presente en la economía y la sociedad, el porcentaje de población mayor va a crecer mucho en los próximos años. La longevidad entró en el radar de gobiernos, instituciones y de la iniciativa privada, que cada día miran con más atención hacia ese público con gran influencia y poder de consumo», resalta Antonio de Carvalho Junior, gestor de Longevidade Expo + Forum, el principal encuentro brasileño pensado para el público sénior. El impacto del envejecimiento es aún más relevante para los conductores que para los peatones, ya que conducir vehículos implica una variada diversidad de habilidades físicas que afectan a un público con pérdidas sensoriales y cognitivas importantes y que pueden influir en su capacidad de conducir un vehículo. Cerca del 14 % de las personas con una edad de entre 70 y 74 años, por ejemplo, ya presentan déficits visuales importantes.

Otro punto fundamental para entender la relación de la población mayor con la conducción de vehículos pasa por cuestiones sociales. Conducir un vehículo es una actividad que aporta autonomía al mayor, que, si puede conducir, desempeña un papel importante en la dinámica familiar, ya que ayuda a las demás personas de la familia en sus desplazamientos.

Dado que una parte significativa de los habitantes de las ciudades está formada por personas mayores, es necesario hacer ciudades más amables y evaluar los riesgos existentes principalmente en los grandes centros urbanos, pues la reducción de la capacidad funcional de los mayores aumenta las oportunidades de que se produzcan incidentes de tráfico.

¿Cuándo despedirse
de las llaves?

Estas son algunas de las conclusiones expresadas por el estudio Adiós a las llaves: perfil, seguridad y el momento de la transición, elaborado por el CEBRAP (Centro Brasileño de Análisis y Planificación) en asociación con Fundación MAPFRE. El estudio aborda cuestiones relacionadas con la seguridad vial, la movilidad, los hábitos en los desplazamientos y el momento en el que las personas mayores dejan de conducir.

«Hablar sobre la población mayor y la movilidad urbana es estudiar un fenómeno social en Brasil: el envejecimiento de la población. Cuando hablamos de movilidad urbana debemos tener en cuenta este aspecto, el envejecimiento de la población, que va más allá de la movilidad urbana y que ya vemos en otras fases de la vida social. Cada vez tendremos que hablar más de esta cuestión», afirma Victor Callil, investigador del CEBRAP y coordinador del estudio.

Se trata de una importante investigación llevada a cabo con el objetivo de entender cómo funciona la actividad de conducir un vehículo entre el público mayor (a partir de 60 años), que supone el 18 % de los conductores con permiso de conducir en Brasil. Los resultados muestran que la movilidad urbana de las personas mayores y su decisión de dejar o no de conducir viene determinada por diversos aspectos de su vida social.
«Para Fundación MAPFRE es una gran satisfacción poder contribuir a la divulgación de informaciones relevantes relacionadas con el tráfico y las personas mayores. Nuestro objetivo es fomentar la divulgación de datos fiables que puedan ayudar a crear políticas públicas y movilicen al poder público y la propia sociedad en la promoción de iniciativas capaces de garantizar la seguridad de las personas mayores en sus desplazamientos cotidianos y que hagan que nuestro tráfico sea más humano y seguro para todos», destaca Fátima Lima, representante de Fundación MAPFRE en Brasil.

El equipo de investigación del CEBRAP realizó un trabajo de campo y entrevistó a 1.406 personas de 60 años o más en cinco capitales brasileñas: São Paulo, Salvador, Río de Janeiro, Recife y Porto Alegre. Además, también se crearon cuatro grupos de discusión con personas de 70 años o más que siguen conduciendo o que dejaron de hacerlo como máximo hace tres años. Uno de los objetivos de este estudio fue entender la relación y las motivaciones para dejar las llaves, es decir, el proceso de dejar de conducir.

El impacto del envejecimiento es aún más relevante para los conductores que para los peatones

Durante la pandemia, muchas personas mayores que quedaron aisladas dejaron de conducir y no retomaron esta actividad. Los resultados muestran que las personas mayores salen menos de casa después de la pandemia: la mayoría como mucho lo hace tres veces por semana, principalmente para visitar a parientes y amistades. Los medios de desplazamiento más utilizados y que mantuvieron la frecuencia de uso durante la pandemia entre ese público consistieron en realizar los trayectos a pie y en automóvil.

Incidentes de tráfico De acuerdo con el estudio, la población mayor representa cerca del 15 % de las defunciones ocurridas en incidentes de tráfico en Brasil entre los años de 2015 y 2020, con una media anual de 4977 muertes de personas mayores en las calles y carreteras brasileñas. La mitad de esta población mayor que murió en carretera en Brasil en este periodo (51 %) tenía entre 60 y 69 años, el 33 % tenía entre 70 y 79 años y el 16 % tenía 80 años o más.

Mientras la proporción de incidentes sin colisión (por ejemplo, en el caso de frenazos bruscos que pueden producir daños o lesiones cervicales o contusiones menores) en los que se ven involucradas personas mayores es del 15 %, entre el resto de población esa proporción representa menos del 10 %. Estos incidentes se deben, principalmente, a problemas personales en los que el individuo puede haber tenido algún percance de salud, pero también por problemas en la infraestructura o por mala señalización.

Del total de personas mayores muertas por incidentes de tráfico, el 43 % eran peatones, el 32 % conducían un vehículo, el 24 % eran pasajeros del vehículo y el 1 % murió entrando o saliendo de algún vehículo.

La investigación también se hizo eco de las noticias publicadas en los principales periódicos de gran tirada nacional (en el periodo de 1 de enero de 2017 a 15 de julio de 2022) sobre incidentes de tráfico con personas mayores implicadas. Y los resultados llaman la atención: únicamente se encontraron 10 noticias, que representaban 11 siniestros en los que estaban implicadas personas mayores e incidentes de tráfico, una situación bien diferente de la que se encuentra en España, por ejemplo, donde esos incidentes ocupan una dimensión pública mayor.

En la mayor parte de esos siniestros, las personas mayores eran peatones. «Es decir, las personas mayores son víctimas de un tráfico que es bastante violento, ya que el incidente se produjo por la imprudencia de otros conductores. Este dato refuerza una cuestión bastante abordada en el estudio, que es la de la ciudad amable con las personas mayores, la importancia de que el entorno urbano sea más amigable para las personas mayores y para toda la sociedad», destaca Daniela Costanzo, investigadora del CEBRAP.
Personas con permiso de conducir El volumen de personas con más de 60 años con permiso de conducir un automóvil en Brasil creció a una tasa media del 10 % al año entre 2011 y 2021, hasta llegar a una cifra del 18 % de personas mayores con permiso de conducir en 2021. Los hombres son mayoría entre las personas con permiso de conducir en todas las edades, pero esa diferencia crece conforme aumenta la edad, bajando a solo el 29 % de mujeres en la franja de 71 a 80 años. En el Código de Circulación de Brasil no consta ninguna indicación de la edad máxima para conducir. Sí existe, sin embargo, una reducción en el plazo de validez del permiso de conducir. Desde abril de 2021, las personas mayores de 70 años tienen un plazo de validez más corto, de solo tres años.

En Brasil, la acción de conducir está muy valorada culturalmente, dada la red de movilidad en el país, que está muy adaptada para el uso del automóvil. Además, el cese de la conducción representa un momento delicado para la población mayor, asociado muchas veces a la pérdida de autonomía. «De ahí la importancia de estudios como este, para intentar cambiar esa idea de que el envejecimiento implica pérdida de facultades cuando también supone mayor sabiduría y se debe incidir en que los ancianos aún pueden contribuir mucho a la sociedad», apunta Fernanda Zerbini, investigadora de la línea de derechos humanos y políticas públicas con énfasis en los derechos de la persona mayor.

Entre los beneficios que aporta conducir mencionados por hombres y mujeres que siguen conduciendo está, principalmente, la libertad. Las mujeres dan más importancia a cuestiones relacionadas con los beneficios cognitivos de mantener esa actividad. «Yo creo que tener coche es estupendo, trae beneficios. Por tanto, yo no pienso dejar de conducir, sino que voy a retrasar la decisión para poder analizarlo mejor, aunque creo que cada persona debe ser consciente de cuándo ha llegado el momento», afirmó el participante de uno de los grupos de opinión organizados por el estudio. No obstante, el informe también muestra que cuando la persona mayor se ha visto obligada a dejar de conducir se ha adaptado bien a la nueva situación, con la ventaja de que caminar más está asociado a una mejora de la salud y, además, aumenta el ahorro que supone moverse en transporte público.

Conductores por género

Las mujeres son minoría entre las personas con permiso de conducir automóviles en todas las franjas de edad, pero conforme envejecen esa diferencia queda aún más evidente.

En la franja de edad de entre 31 y 50 años, las mujeres alcanzan la mayor proporción entre las personas con permiso de conducir: 44 %. Pero ese porcentaje se va reduciendo gradualmente a medida que entran en la vejez, llegando al 21 % en la franja de 81 a 90 años y al 13 % entre las mujeres con 91 años o más.