En el corazón del Karakorum

 Sebastián Álvaro es periodista, durante 27 años dirigió la premiada serie de documentales de aventura de Televisión Española: Al filo de lo imposible, que se convirtió en una referencia en el campo de la divulgación del mundo de la aventura y las exploraciones. Es autor de numerosos libros de aventura y colabora con diferentes programas de radio. En el año 2001 inició junto a la Asociación Sarabastall el proyecto humanitario Hushé, localizado en una aldea del noreste de Pakistán.

TEXTO: RAFAEL CONDE FOTOS: SEBASTIÁN ÁLVARO

 

¿Cómo nace el proyecto Hushé?

Desde siempre he sentido una especial de atracción por el Karakorum, en el norte de Pakistan. Empecé amando sus montañas y terminé enamorado de sus gentes. En los viajes que realicé a esa región para rodar los documentales de Al filo de lo imposible conocí a Karim, el que es en mi opinión el mejor porteador del Karakorum, que nos acompañó en todas nuestras expediciones desde el año 83 convirtiéndose en un amigo y un alpinista más dentro de nuestro equipo. Un día me dijo: tienes que venir a Hushé, mi aldea, a ayudar a mi gente. Fui a ver el lugar y me pareció un sitio excepcional, una aldea perdida en un valle remoto, el lugar ideal para situar Shangri-La. Desde ese momento les fui ayudando en la medida que podía, entregándoles dinero, medicinas y otros materiales, como suelen hacer algunas ONG. Un día acudí a dar una conferencia en un pueblo de Zaragoza, Caspe, y fue allí donde planteé la idea del proyecto Hushé a la Fundación Sarabastall, y juntos decidimos ponerlo en marcha.

El periodista Sebastián Alvaro con Karim

¿Cómo han transcurrido estos 17 años primeros años de proyecto?

El primer año sólo fuimos para hablar con la gente, ver cuáles eran sus necesidades y a partir de ahí, articulamos un proyecto que tiene como base troncal la educación, con esa idea de los regeneracionistas españoles de que solo la educación te hace libre y puede cambiar tu vida. Hablar de esto en Pakistán donde los niños no tienen lo elemental, era casi revolucionario. Primero incidimos en la educación, un pilar esencial. Hasta hoy, tenemos más de 400 niños becados, y después empezamos a trabajar en la sanidad y la higiene. Este año llevo a Hushé ocho médicos y enfermeras. También cambiamos su forma de cultivo agrícola para conseguir que su alimentación fuera más variada y mejor, eso fue un cambio fundamental, que va más allá de la ayuda económica. Y por último hemos construido un hotel refugio, que va a ser su principal sustento dentro de la idea de desarrollo sostenible del valle.  El año pasado tuvo unos resultados extraordinarios.

El ejemplo se ha extendido a otras aldeas.

Sí, a otros pueblos del mismo valle. Empezamos por el pueblo más alto y ahora estamos bajando. Cuando una avalancha se llevo un pueblo entero, ayudamos a reconstruir cinco casas. Y así poco a poco nos vamos expandiendo. Ya hemos conseguido que las primeras niñas que escolarizamos ahora sean matronas. El año pasado estuvo a punto de morir una niña de 16 años, casada a los 14 años, dando a luz a su segundo hijo. Afortunadamente estaba una de las dos primeras matronas que hemos formado y entre ella y la médico ayudaron a que naciera el niño y se salvara la madre. También queremos construir una residencia de estudiantes. No vamos a hacer la revolución pero sí queremos que quede claro que niños y niñas se tienen que educar, las niñas también, y eso en la zona norte de Pakistan es la bomba.

Estuve contando nuestra historia en el Parlamento Europeo y no se lo creían. Les parecía imposible que unos locos españoles estuvieran metidos en plena marea talibán haciendo un proyecto de cooperación

En tu profesión, hay mucha gente solidaria, sensibles a la hora de divulgar los problemas de los desfavorecidos, pero pocos han pasado a la acción.

Yo siempre he sido un hombre práctico y vehemente. Cuando llego a la conclusión de que hay que hacer algo, voy y lo hago. El proyecto está saliendo tan bien porque me rodeo de buenísima gente que va a trabajar un mes o dos a Pakistan, cubriendo ellos sus gastos. Son médicos, maestros, enfermeros que dedican su mes de vacaciones al proyecto. No habría dinero en el mundo para pagarles. Estuve contando nuestra historia en el Parlamento Europeo y no se lo creían. Les parecía imposible que unos locos españoles estuvieran metidos en plena marea talibán haciendo un proyecto de cooperación.

Te veo como siempre lleno de proyectos, pero yo diría que ahora con más ilusión si cabe. ¿Es así?

Sí, en muchos sentidos sí, aunque la mayoría de los proyectos, como el de Hushé, no me proporcionan beneficios materiales pero me dan muchas satisfacciones intelectuales y eso es lo que merece la pena en la vida. Yo he entendido una manera de ver la vida que tiene que ver con el entusiasmo, con la pasión. Me apunto a cualquier causa noble que me proponen, por ejemplo el documental que ha terminado mi hijo sobre la esquizofrenia. Me lo propusieron en un congreso de psiquiatría: ¿qué podrías hacer con cinco personas con esquizofrenia que pudiera servir para luchar contra el estigma de la enfermedad mental? Cualquier cosa, les dije, y decidimos llevarles al Naranjo de Bulnes. Al final hemos hecho una historia preciosa que va a ser una herramienta para que la gente entienda como es la enfermedad.