Aunque a menudo se piense que los emprendedores son personas jóvenes con ganas de comerse el mundo, hay un amplio sector de la sociedad con más de 50 años que, o bien por necesidad o bien por placer, quieren conjugar el verbo emprender y hacerlo bien. Para todos ellos, Fundación MAPFRE ha publicado una guía práctica en la que se les indica cómo deben hacerlo.

TEXTO: ISABEL PRESTEL IMÁGENES: ISTOCK

El pasado mes de marzo, la Organización de Naciones Unidas (ONU) publicó un completo informe sobre el edadismo, es decir, la discriminación por edad, en el que se la calificaba como «una sigilosa pero devastadora desgracia para la sociedad». En concreto, entre las personas mayores, según este estudio, «el edadismo se asocia con una peor salud física y mental, un mayor aislamiento social y soledad, una mayor inseguridad financiera, una menor calidad de vida y unas mayores tasas de muertes prematuras».

En efecto, a nivel económico es una «pandemia» que sale muy cara y que afecta en mayor o menor medida a todos los países del primer mundo. Un estudio de 2020 mostraba que en EE.UU., el edadismo en forma de estereotipos negativos y de la imagen desfavorable supone un exceso de costos anuales de 63.000 millones de dólares en sanidad. Y el asunto no parece ir a mejor. La ONG estadounidense AARP, cuyo objetivo es atender las necesidades e intereses de los mayores de 50 años, se hacía eco en abril de 2020 de que la tasa de desempleo entre personas de más de 54 años se había disparado al 13,6 %, según un informe de la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos (BLS).

En España estamos en la misma línea. Según la EPA (Encuesta de Población Activa) del cuarto trimestre de 2020, 936.200 ciudadanos mayores de 50 años está en paro en España, es decir, el 25 % del total de desempleados son mayores de esa edad, lo que no resulta nada halagüeño. Más aún si pensamos que esta cifra se ha duplicado en los últimos 10 años en nuestro país y en la actualidad constituye uno de los grandes ejes del paro estructural. Es decir, que es una tendencia que no parece que vaya a cambiar próximamente.

Tampoco lo relativo a las prejubilaciones. Fuentes sindicales hablan de que la cifra de personas prejubiladas en España se movería alrededor de las 600.000 con tendencia a aumentar estos últimos meses como respuesta a la pandemia, de modo que se podrían sobrepasar los 800.000 este año. Si sumamos unas cifras y otras, vemos que, en España, más de un millón y medio de personas mayores de 50 pasa más tiempo en su casa del que probablemente desearían y, sobre todo, del que necesitan. Esa es la razón de que a menudo por obligación, en otras ocasiones por interés personal y verdadero deseo, estas personas decidan emprender. Un verbo que el imaginario colectivo suele asociar con gente joven.

Pues bien, los datos del último informe del Global Entrepreneurship Monitor (GEM), elaborado junto con el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo de España, y publicado en mayo de 2020, le lleva la contraria a la idea que solemos tener de lo que es una persona emprendedora. Son jóvenes ávidos de éxito y mucha cultura tecnológica. Pero también son mayores con ganas de poner su experiencia al servicio de su propio negocio. De hecho, la actividad emprendedora de los que tienen entre 45 a 64 años ha pasado de 4,6 % en 2010 a 9,9 % en 2019. Fundación MAPFRE es consciente de ello y por eso, a través de su Centro de Investigación Ageingnomics, ha querido editar una Guía del Emprendimiento Sénior en colaboración con la con la Universidad Internacional de la Rioja, UNIR. Se trata de una publicación eminentemente práctica que se engloba dentro de la línea estratégica de la fundación para ofrecer mayor calidad de vida a los mayores de 50 años.

Sin duda, dentro de esa calidad de vida se encuentra la actividad económica, cada vez más relevante dentro y fuera de nuestras fronteras. Tanto es así que se le ha acuñado un nuevo término en inglés: Silver Economy. Esta economía plateada puede tener una importancia fundamental en el futuro de nuestra sociedad, según los autores de la guía, Clara Lapiedra y Pablo Cardona. Para hacernos una idea podemos apuntar un dato facilitado en el informe de la ONU sobre edadismo: en Australia se generarían 48.000 millones de dólares anuales si un 5 % de sus mayores de 54 años tuviera trabajo.

La realidad es que el mundo del emprendimiento no tiene por qué ser solo territorio de los jóvenes. Los denominados sénior tienen mucho que aportar. Clara Lapiedra, consultora estratégica y experta en innovación tiene claro que «la experiencia es algo que solo se gana con los años. Yo me encuentro a menudo con emprendedores y emprendedoras que obvian temas como la sutileza a la hora de dar ciertos mensajes o a saber entender el contexto de nuestros interlocutores y demás situaciones. Y eso no se enseña en ninguna escuela de negocios». Es algo que se aprende con el tiempo y el trabajo. Con la vida. Ese no es el único factor que juega a favor de los mayores. Es cierto que, a menudo, se enfrentan con carencias que no tienen los jóvenes, como el dominio de la tecnología. Pero, como afirma la consultora empresarial, «esa carencia sin duda se compensa con otros retos donde los sénior tienen ventaja, como su agenda de contactos. Es decir, no es un factor limitante a la hora de emprender».

La actividad emprendedora de los que tienen entre 45 a 64 años ha pasado de 4,6 % en 2010; a 9,9 % en 2019

La experiencia también ayuda a saber valorar si se está en el momento vital para comenzar una aventura como la de emprender, lo que los autores denominan el ciclo vital del emprendedor. En ese sentido hay que tener en cuenta que «el momento adecuado se crea, no viene llamando un día a tu puerta. Si tienes un proyecto en mente y tienes energía como para desarrollarlo, entonces es el momento adecuado», afirma Lapiedra. Cierto que ese momento a veces llega por obligación, como en el caso de los parados de larga duración. Pero otras «por lo que los norteamericanos llaman to give back; es decir, sentirse con la necesidad de devolver a la sociedad parte del conocimiento que han cosechado». A menudo ambas situaciones se dan al mismo tiempo.

En todos los casos, esta experta en emprendimiento ofrece el mismo consejo clave: «A todos ellos les diría que un error muy común querer esperar a que esté todo perfecto. Esa concepción hace mucho daño a la iniciativa emprendedora, puesto que cada día cuenta. Hay que pasar por una serie de fases que conviene empezar a cruzar cuanto antes. Hay que aprender de nuestros errores y cuando antes nos equivoquemos, antes llegaremos a la mejor solución posible».

12 cuestiones, 12 capítulos, 12 casos reales

Desde el principio, la idea que se barajó para la guía es que fuera una publicación que resultara práctica y fácil de manejar. Esa es la razón de que Clara Lapiedra, coautora de la misma decidiera estructurarla según «el orden lógico que uso como consultora. Ya este punto es importante destacarlo porque es una de las preguntas más frecuentes que suelen plantearme mis clientes: “yo la idea creo que la tengo clara, pero ¿por dónde empiezo?” Además, ha sido escrita con una teoría muy aplicada y un estilo muy didáctico». Para conseguirlo se ha empleado un recurso muy interesante: el testimonio de una serie de emprendedores sénior de edades comprendidas entre los 52 y los 68 años. En concreto, se ha contado con 12, tantos como capítulos tiene la guía. Esta idea surgió de la experiencia de Clara como consultora: «A mí me ayuda mucho visualizar lo que han hecho otras personas antes, y hemos intentado usar best practices que pudieran ilustrar a otras personas». A la hora de elegirlas, recurrió a casos prácticos que conocía por su trabajo. «Tengo la suerte de haber podido ayudar a centenares de personas, ya sea como mentées o clientes, así que no me fue difícil pensar en aquellos y aquellas que podrían servir de ejemplo ilustrativo para cada uno de los capítulos».


Guía del Emprendimiento Sénior

Con un enfoque eminentemente práctico, la Guía del Emprendimiento Sénior señala la ruta a seguir a los emprendedores mayores de 55 años.