Hace cinco años Fundación MAPFRE se propuso un reto tan ambicioso y difícil como necesario: conseguir que no se produzca ninguna víctima grave o mortal en siniestros de tráfico en las ciudades españolas antes de 2030. El desafío, que bebe del movimiento Visión Cero, surgido en Suecia hace dos décadas, fija en la seguridad vial uno de los ejes vertebradores de las ciudades del futuro. Analizamos cómo va a ser la movilidad en las Ciudades Cero.
TEXTO: RAMÓN OLIVER IMÁGENES: ISTOCK
Los espectaculares registros en reducción de siniestralidad de referentes como Bogotá, Boston o la española Móstoles demuestran que, con las medidas adecuadas y la implicación de todas las partes, el Objetivo Cero, no es una utopía. «¡Claro que es posible!», afirma, categórico, Jesús Monclús, director de Prevención y Seguridad Vial de Fundación MAPFRE. Entre otras cosas, continúa, «porque conocemos las causas de los siniestros más lesivos y las medidas que debemos implantar para prevenirlos. Con algo más de voluntad política, más recursos y explicando muy bien las medidas y el porqué de su necesidad a los ciudadanos, el Objetivo Cero podría materializarse».
En los últimos años se han conseguido avances significativos en esa senda. La cifra de fallecidos en el conjunto de vías urbanas e interurbanas españolas ha pasado de 3.100 en 2008 a 1.755 en 2019, lo que representa un descenso anual aproximado del 4 %. Y lo mismo ha sucedido con la cifra de heridos graves, que ha bajado desde los 16.488 heridos hospitalizados en 2008 a 8.605 en 2019. Los datos, aunque esperanzadores, están, sin embargo, aun muy lejos de ser aceptables. En 2019 en España se produjeron más de 104.000 siniestros con víctimas, de los cuales 66.738 tuvieron lugar en el ámbito urbano, con un resultado de 519 fallecidos (30 % del total) y 4.484 personas hospitalizadas.
Horizonte C3
Con la mirada puesta en borrar esos terribles guarismos del futuro urbano, Fundación MAPFRE ha publicado el estudio Horizonte C3: ciudades casi cero, un trabajo que analiza los factores que ayudan a una metrópolis a convertirse en un referente Cero. Algunos datos que se desprenden del informe son reveladores de la casuística española. El 82 % de los fallecidos en 2019 en vías urbanas son peatones y usuarios de vehículos de dos ruedas, algo que pone de manifiesto la especial vulnerabilidad de estos colectivos, y también el desafío que la nueva movilidad sostenible introduce en la seguridad vial.
La ausencia de ciudades «grandes» entre los primeros puestos de la clasificación cero (la de mayor población es Elche, con 229.000 habitantes) y la prevalencia de ciudades «satélite» cercanas a grandes núcleos urbanos son otras características de la realidad española. En total, 19 de las 25 ciudades con menores tasas de mortalidad forman parte de grandes áreas metropolitanas. «En el grupo de ciudades casi cero echamos de menos las grandes capitales como Madrid, Barcelona o Valencia», comenta Jesús Monclús. Algo hasta cierto punto lógico si se piensa que cuanto mayor tamaño y número de desplazamientos, mayor es el riesgo agregado de incidentes y de lesiones graves. Sin embargo, en general, apunta este experto, «las grandes ciudades tienen que trabajar mucho más en apaciguar el tráfico, prestando más atención a las grandes avenidas, que no deben usarse para conducir a velocidades elevadas». El director de Prevención y Seguridad Vial de Fundación MAPFRE también invita a reflexionar sobre el modo de conducción en estas grandes urbes. Porque «estrés, distancias y atascos son factores que se traducen en menor atención o precaución de algunos conductores».

Factor velocidad
El exceso de velocidad está detrás de un gran porcentaje de los siniestros con víctimas mortales. Fijar un límite de 30 km/h o inferior en todas las vías calmadas de la ciudad, realizar suficientes controles de velocidad o exigir herramientas de gestión automática de la velocidad en flotas de titularidad pública o que requieran autorización municipal para operar son algunas de las medidas que se apuntan en el informe. Una educación vial desplegada a lo largo de toda la vida y en la que participen todos los colectivos, incluyendo a niños, padres, maestros y personas mayores, también resulta fundamental para evitar incidentes fatales.
El Objetivo Cero plantea una nueva realidad para los espacios urbanos del futuro. Y es que, concluye Jesús Monclús, «hablar de ciudades inteligentes y, al mismo tiempo, admitir que un alto número de personas muera en siniestros de tráfico en ellas ni es ético, ni es inteligente». La tecnología abre interesantes posibilidades para lograr el ansiado objetivo de cero lesionados graves y mortales. Monclús cree que llegarán «ciudades inteligentes que serán capaces de detectar a los conductores peligrosos por su velocidad de circulación o por sus síntomas de fatiga, y reducirán a distancia la velocidad de sus vehículos. O que, gracias a la inteligencia artificial, podrán predecir dónde se va a producir el próximo siniestro y, lo más importante, evitarlo. Parece de ciencia ficción, pero estamos a un paso de conseguirlo».
Tres ciudades casi cero
En el estudio, realizado en colaboración con la consultora GEAZA, Fundación MAPFRE considera ciudades «casi cero» a aquellas con una siniestralidad mortal inferior a la de la urbe de referencia seleccionada, la ciudad sueca de Estocolmo, con 0,7 fallecidos por cada 100.000 habitantes. Estas son las experiencias de tres de ellas.
Boston
«Asegurar unas calles seguras para todos es la prioridad número uno del Departamento de Transporte de Boston». De esta forma resume Marty Walsh, alcalde de la ciudad estadounidense, su compromiso con la Visión Cero. Un compromiso en el que la capital del estado de Massachusetts trabaja a través de medidas como su Neighborhood Slow Streets Program (programa de barrios de calles lentas), la construcción de carriles bici protegidos o la aplicación de la última tecnología al sistema de señalización urbano.
Además, la ciudad ha sellado un acuerdo de colaboración con Fundación MAPFRE para ayudar a promover los objetivos de Go Boston 2030, el plan de transporte integral para garantizar un acceso seguro, fiable y equitativo a las calles de Boston para todos los usuarios, plan que incluye 58 proyectos y políticas desarrollados por los departamentos de Transporte y Obras Públicas de Boston.
Bogotá
Con la adopción de la Visión Cero como base del Plan Distrital de Seguridad Vial 2017-2026, Bogotá se sumó al grupo de ciudades en el mundo que creen que es posible erradicar las muertes o lesiones graves por siniestros de tráfico. Este compromiso ha permitido que la ciudad haya visto reducido el número de muertes en sus vías urbanas durante cuatro años consecutivos. «Bogotá reconoce que, como seres humanos, cometemos errores y somos vulnerables; y trabaja para construir un sistema de movilidad más seguro», señala Nicolas Estupiñán, secretario de Movilidad de Bogotá.
«Hay que eliminar la falsa percepción de que las fatalidades en el tránsito son normales y que son el precio de una sociedad competitiva», reclama Estupiñán. Trabajar por el objetivo de tener una Bogotá con cero muertes ha hecho necesario, agrega, «repensar la distribución del espacio público para fomentar el tránsito seguro de todos los medios de movilización, en especial los no motorizados, como caminar o el uso de la bicicleta, que han sido, adicionalmente, una respuesta resiliente a la pandemia».
Móstoles
Con un índice de 0,10, Móstoles encabeza la lista de municipios españoles de más de 80.000 habitantes con menor tasa de mortalidad en incidentes de circulación en el casco urbano por cada 100.000 habitantes en el periodo 2014-2018. Un éxito que, subraya Alejandro Martín, concejal de Seguridad, Convivencia, Cultura y Transición Ecológica, solo puede lograrse implicando a toda la ciudad. «La Visión Cero no puede ser solo una misión institucional, sino que en ella tiene un papel muy importante la ciudadanía».
La localidad madrileña ha puesto especial énfasis en eliminar todos los puntos negros de su trazado urbano. «Cada vez que se produce un siniestro, analizamos desde una perspectiva 360º todas las causas que han podido provocarlo, las humanas, y también las físicas o del entorno», explica el concejal. Una intensa labor pedagógica para lograr ciudadanos comprometidos con la seguridad vial, y medidas específicas para mejorar la visibilidad y accesibilidad, como el rebaje de aceras en pasos de cebra o los controles de velocidad, alcohol y drogas son otras de las medidas que están posibilitando el milagro vial de Móstoles.
