La necesidad imperiosa de optimizar los recursos en un planeta en el que la población y el consumo crecen de forma exponencial impulsa a no pocos científicos a investigar en líneas como la búsqueda de nuevos alimentos. Conscientes de estas necesidades, las ayudas a la investigación Ignacio H. de Larramendi 2016 dedican una parte de sus recursos a este tipo de proyectos, sin olvidar otros igualmente necesarios en nuestra vida diaria como son los relacionados con la seguridad vial.
Texto: JUAN RAMÓN GÓMEZ Foto: THINKSTOCK
Los alimentos escondidos en el mar
Desarrollar nuevos alimentos sanos, saludables y sostenibles puede ser fundamental para el futuro del ser humano. El grupo de Investigación e Innovación Alimentaria del Departamento de Tecnología de Alimentos de la Universitat Politècnica de València lleva tiempo trabajando con diferentes ingredientes que denominan superalimentos, como quinua, chía y harinas de insectos. Para vencer las fobias que muestran los consumidores ante productos nuevos, los integran en formatos fácilmente identificables.
En este contexto, y ante el creciente uso de las microalgas en la alimentación, decidieron aplicarlas a productos como rosquilletas y otras masas panarias. Así comenzó una nueva investigación que ha sido apoyada por Fundación MAPFRE para aprovechar «el notable potencial y la gran variedad de aplicaciones que pueden tener estos microorganismos en sectores tan variados como bioenergía, alimentación, farmacia y biomedicina», explica el profesor Javier Martínez Monzó. «El potencial que tienen las microalgas en la alimentación humana ha podido ser uno de los factores clave para lograr esta ayuda, ya que hacer frente a producciones de alimentos en cantidades suficientes y sobre todo sostenibles es uno de los mayores retos de nuestra sociedad», añade.
El grupo ya está probando varios productos y probablemente el próximo año ya pueda poner algunos en el mercado, «aunque en el sector alimentario el lanzamiento de un nuevo producto no es tarea fácil», lamenta Martínez. «La gente no valora lo suficiente lo que cuesta producir los alimentos, somos capaces de gastarnos cientos de euros en tecnología pero miramos el céntimo cuando compramos alimentos».
Cruces seguros para los peatones
«El cruce de calle representa el mayor obstáculo para las personas que se desplazan por la ciudad caminando y el espacio en donde el peatón corre el mayor riesgo de ser atropellado», explica la doctora Ruth Pérez López, que coordina junto a Jorge Montejano el Centro de Investigación en Geografía y Geomática Ing. Jorge L. Tamayo. Por eso, se propusieron crear «un Índice de Seguridad de Cruces Peatonales (ISCP) situados sobre las intersecciones de las vialidades primarias en México en aras de reducir la siniestralidad y mejorar las condiciones de cruce». Ese índice plantea los criterios mínimos que se deben tomar en cuenta al diseñar un cruce, para garantizar entornos peatonales de calidad que permitan caminar de forma segura, eficiente y cómoda.
El proyecto, apoyado por Fundación MAPFRE, nació para hacer frente al alto índice de siniestralidad vial de México, que es, según la doctora Pérez, «la primera causa de muerte en niños de 5 a 14 años de edad y la segunda en jóvenes de 15 a 29». Antropóloga experta en temas de movilidad no motorizada, inició su investigación sobre el comportamiento de los peatones en los cruces en 2014, un año más tarde se le unieron el urbanista Jorge Montejano y la arquitecta Yazmín Viramontes, y hoy cuenta con un amplio equipo multidisciplinar.
En la actualidad, y mediante diversos métodos que incluyen tareas de programación, ha extraído de las bases de datos sobre atropellamientos en la Ciudad de México una muestra de 500 cruces estratificados en tres categorías que facilitará la recolección de los datos en campo. Varios equipos se ocuparán de evaluar los cruces durante siete semanas que comenzaron a finales de julio. De su trabajo saldrá el ISCP, que «pretende convertirse en un instrumento útil para las autoridades públicas, que permita tanto evaluar la calidad de los cruces peatonales como identificar aspectos de los mismos que deben de ser intervenidos de forma prioritaria».
Para 2018, el grupo espera haber logrado la meta de disminuir en un 35 por ciento las muertes por accidentes de tránsito.