La ciudad estadounidense, capital del estado de Massachusetts, ha puesto en marcha un exhaustivo plan integral que vincula la transformación de la movilidad de sus ciudadanos con la eliminación total de víctimas mortales en incidentes de tráfico. Peatones y ciclistas, los usuarios más vulnerables, están en el centro de la estrategia.

TEXTO: DAVID LOSA IMÁGENES CEDIDAS POR MAPFRE USA

No hay tratamiento sin diagnóstico. Ciudades de todo el mundo se encuentran inmersas en complejos procesos de transformación en materia de movilidad. ¿Por qué? No hay una sola causa, pero sí varios problemas: atascos, contaminación ambiental, excesivo protagonismo del vehículo privado —y la exclusión social que eso genera— y, por supuesto, siniestros.

El pasado mes de octubre, la NHTSA (National Highway Traffic Safety Administration), máxima autoridad del tráfico de Estados Unidos, publicó su informe anual de siniestralidad, con datos hasta 2018. Entre sus estadísticas destacan las correspondientes a peatones, ciclistas y motoristas, es decir, a los usuarios vulnerables: la cifra de peatones fallecidos en núcleos urbanos se ha incrementado en un 69% desde 2009, dándose actualmente los niveles de mortalidad más altos de las últimas tres décadas. Esta situación es especialmente grave en los barrios más pobres, según la Governors Highway Safety Association (GHSA), la asociación de representantes del tráfico de los distintos estados, que achaca esta circunstancia a motivos tan inaceptables como el deterioro de las infraestructuras en estas áreas. Por otra parte, el informe de la NHTSA también refleja que las muertes de ciclistas también han aumentado en las ciudades, hasta un 48%, en la última década.

A finales de 2015, el Ayuntamiento de Boston, capital del estado de Massachusetts, con una población de 4,5 millones de habitantes (incluyendo el área metropolitana), presentó un ambicioso plan de choque para revertir las estadísticas de siniestralidad vial bajo el nombre de Vision Zero Action Plan. Curiosamente un año antes, en 2014, Fundación MAPFRE había presentado su campaña Objetivo Cero. El objetivo último de este «plan de acción» es ahora un reto para todos los bostonianos: conseguir «cero víctimas mortales» en siniestros de tráfico en el año 2030.

Vision Zero Action Plan está funcionando. De momento, los números avalan claramente las acciones que se están llevando a cabo: durante 2015, año cero del plan, murieron 20 personas en las calles de Boston. En 2018, solo tres años después, la cifra de fallecidos se redujo a la mitad: 10 personas, siete de ellas peatones, ningún ciclista. A falta de cerrar 2019, los datos son similares a los de 2018 en cuanto a víctimas mortales, aunque con una reducción considerable del número de incidentes, confirmando la tendencia. La clave del éxito puede encontrarse en estas palabras del alcalde de la ciudad, Marty Walsh: «Asegurar que las calles de Boston son seguras para todos es la prioridad número uno de nuestro Departamento de Transporte».

¿En qué consiste el plan de Boston para acabar con las víctimas? La idea, inspirada en el concepto Vision Cero creado en Suecia a finales de los 90 y al que se han sumado otras ciudades de todo el mundo, parte de la premisa de que una sola vida humana es un coste inaceptable para cualquier sistema de movilidad. Además, considera que, aunque el error humano es impredecible, los incidentes mortales son evitables.

Boston apuesta por el «Zero»

Como afirmaba el alcalde de la ciudad, es cuestión de priorizar. Y en Boston tienen claro que no hay mejor movilidad que aquella que no genera víctimas. Partiendo de ahí, las grandes líneas de actuación del Departamento de Transporte de Boston tienen que ver con la reducción de la velocidad, el diseño de calles más seguras, la protección especial de los usuarios más vulnerables, la aplicación de las últimas tecnologías en señalización y recogida de datos y el engagement o implicación de la ciudadanía ante al reto de las «cero víctimas». Sin olvidar, como cuestión básica de fondo, la aplicación equitativa de todas las actuaciones para evitar la existencia de zonas «vialmente marginadas».

De todas las líneas de actuación mencionadas, la reducción de la velocidad es la más importante. Un informe del Foro Internacional del Transporte calcula que una reducción de la velocidad en cinco kilómetros por hora reduce los riesgos de siniestros mortales en un 28%. El alcalde de Boston y el gobernador de Massachusetts han trabajado en esa dirección. Así, una ley permite desde 2016 que todas las ciudades de ese estado puedan reducir el límite máximo de velocidad a 25 millas por hora (mph) en las zonas más densamente pobladas. Ese marco legal permitió a Marty Walsh aplicar el límite de 25 mph (40 km/h) a toda la ciudad de Boston en enero de 2017. Los resultados no se hicieron esperar: un estudio presentado en 2018 por el Insurance Institute for Highway Safety (IIHS) concluyó que tras la aplicación de la reducción de velocidad las posibilidades de que un vehículo alcance 35 mph (56 km/h) han caído un 29%.

Además, apelando a la implicación ciudadana, el Ayuntamiento de Boston ha creado las Neighbourhood Slow Streets, zonas urbanas en las que el límite de velocidad es de 20 mph (32 km/h). La diferencia es que, en este caso, son las propias comunidades las que solicitan la reducción de velocidad en sus calles. Así, el Departamento de Transporte selecciona cada año, entre los aspirantes, los nuevos barrios que se integran en esta iniciativa, en función de las necesidades de los habitantes y comerciantes de ese barrio. Actualmente hay 12 «áreas lentas» o «calmadas» en Boston, aunque el gobierno de la ciudad prevé crear 15 nuevas zonas slow en los próximo cuatro años.

En Boston tienen claro que no hay mejor movilidad que aquella que no genera víctimas

Desde que se diseñó el plan de acción para evitar víctimas mortales en siniestros de tráfico, los responsables de que se ejecute han apostado claramente por aspectos como la recogida de datos del tráfico, la comunicación de estos datos en tiempo real a la población, la necesidad de que los ciudadanos participen de forma sencilla e instantánea y el análisis permanente de esas estadísticas. Así, los bostonianos pueden consultar —y descargar— en la página web de Vision Zero todos los siniestros viales que han sucedido en la ciudad —con presencia de servicios de emergencia— en los últimos años por tipo de usuario (peatón, ciclista, vehículo a motor…), lugar exacto del suceso, fecha y hora. Además, disponen de un callejero interactivo en el que pueden denunciar online situaciones viales peligrosas o sugerir mejoras concretas. Incluso tienen la posibilidad de competir con otros habitantes de la ciudad para ver quién es el conductor más seguro gracias a una app (Boston’s Safest Driver) que utiliza la «gamificación» para lograr un doble objetivo: recoger datos de conducción e implicar a los ciudadanos.

El análisis pormenorizado de todos los siniestros y el enorme éxito de participación han convertido al plan «Vision Zero» de Boston en un proyecto «vivo» que considera cientos de parámetros antes de emprender cualquier acción, ya sea acometer zonas de seguridad peatonal en las intersecciones más peligrosas, crear corredores de prioridad para peatones, ciclistas o motoristas, diseñar carriles bici protegidos y de doble sentido en las zonas con más siniestralidad, instalar señales más visibles en la calzada, establecer áreas de protección para escolares o ancianos, etc. Un plan integral que cuenta desde abril de 2018 con una nueva inversión pública de cinco millones de dólares y que sueña con una ciudad amable para todos, incluidos los usuarios vulnerables o con menos recursos. Una ciudad con cero víctimas de tráfico.

«Look both ways», Fundación MAPFRE se suma al reto de Boston

Fundación MAPFRE y la ciudad de Boston mantienen una relación fructífera, con proyectos permanentes como la colaboración con el Hospital Infantil de la ciudad (Boston Children Hospital, BCH)) para la prevención de siniestros en los que estén involucrados menores y sus consecuencias. Esa relación dio un paso más el pasado mes de septiembre con «Look both ways», una iniciativa creada por Fundación MAPFRE, el Ayuntamiento de Boston y el Departamento de Transporte, y cuyo objetivo es fomentar la empatía entre los diferentes usuarios del tráfico urbano.

El evento principal de esta campaña se desarrolló durante los días 19 y 20 de septiembre en el espacio público City Hall Plaza, en el centro de la ciudad, y dio la oportunidad a todas las personas que se acercaran a que tuvieran una experiencia interactiva lúdica y educativa. Mediante sistemas de realidad virtual y a través de un circuito de actividades, los ciudadanos de Boston pudieron ponerse en la piel de otros usuarios (peatones, ciclistas, conductores, personas con discapacidad…) con la idea de que aprendiesen a interpretar los peligros del tráfico desde puntos de vista diferentes a los que habitualmente tenían.

«Look both ways», Fundación MAPFRE se suma al reto de Boston

Chris Osgood, Jefe de las Calles de Boston (Chief of Streets), apoyó con su presencia el evento y afirmó que «esta campaña ayudará a avanzar en los objetivos de Go Boston 2030 para asegurar un acceso seguro y equitativo a nuestras calles para todos los usuarios». Por su parte, Alfredo Castelo, máximo representante de Fundación MAPFRE en Norteamérica, destacó que «la seguridad vial es uno de pilares fundamentales que deben preocupar a la sociedad» y manifestó el «orgullo» que representa para la Fundación el hecho de trabajar activamente con la ciudad de Boston en un proyecto que contribuye al programa Vision Zero.