Las bicicletas fueron el medio de locomoción más utilizado durante los años cincuenta del siglo XX, con permiso de motocicletas y motocarros, tanto en España como en otros países. Por aquel entonces, los coches eran artículos de lujo y solo al alcance de muy pocos. Habría que esperar a la eclosión del vehículo utilitario, que llegaría con los años sesenta, para ver la sustitución paulatina de la bicicleta por el automóvil. Además de resultar una fuente de ocio y diversión inagotable, se trataba de un importante medio de locomoción, e incluso una herramienta básica de trabajo, que significaba para muchos la posibilidad de contar con ingresos fijos.

TEXTO: ANA SOJO Y ROCÍO HERRERO RIQUELME. FUNDACIÓN MAPFRE

Esta circunstancia se refleja perfectamente en el cine de la época, así todos recordamos la imprescindible película Ladrón de bicicletas (Ladri di biciclette), realizada en 1948 por el director italiano Vittorio De Sica, una auténtica obra maestra del neorrealismo italiano. La película narra las peripecias de Antonio, que consigue un trabajo a condición de contar con una bicicleta que le roban durante su primer día de trabajo. Asimismo, en la literatura española destaca el sentido homenaje que Miguel Delibes también dedicó a este medio de transporte en uno de sus relatos más entrañables Mi querida bicicleta (1988).

La compañía Hispano Americana de Seguros y Reaseguros fue fundada por los hermanos Millet a principios de los años cuarenta. Esta compañía, conocida en el mundo del seguro como CHASYR, por sus siglas, pronto se especializaría en el seguro de transportes. En 1943 ocupaba la tercera posición en el ranking de entidades aseguradoras españolas por volumen de primas hasta que en 1988 la británica Eagle Star se hizo con el control de la compañía. El seguro para ciclistas fue suscrito por la mayoría de las compañías de la época. Cubría los riesgos derivados de los daños que pudieran ocasionarse a terceros y de los daños que pudiera sufrir la propia bicicleta.

Además de un medio de transporte, la bicicleta fue una herramienta de trabajo y todo un símbolo de libertad

El cartel de la Compañía Hispano Americana se realizó en la década de los cuarenta, durante el denominado periodo de autarquía, cuando la economía española sufrió una profunda depresión económica y las condiciones de vida de la mayoría de la población se caracterizaban por una gran precariedad y un acentuado retroceso en los niveles de bienestar. Fueron años difíciles que se prolongaron desde el final de la guerra civil hasta 1959, fecha en la que se aprobó el Plan Nacional de Estabilización Económica. La escasez de bienes, la ausencia de producción y de consumo, la inexistencia de una clase media y el aislamiento internacional definieron dos décadas de la historia de España, que fueron funestas para la economía y para el proceso de modernización del país.

En este entorno pobre e inmovilista, radicalmente opuesto al escenario en el que se asientan los principios de la publicidad, los carteles se mostraban al espectador. Debido a estas circunstancias, las ilustraciones que anunciaban los productos debían causar un efecto «confortador», con imágenes y mensajes optimistas. El resultado, en su mayoría, fue un dominio de temas conservadores, muchas veces basado en las aficiones nacionales, como fueron los toros, el cine y en un tímido turismo basado en fiestas religiosas y tradiciones locales.

Sin embargo, al observar este ejemplar de cartel, que se encuentra en el Museo del Seguro de Fundación MAPFRE, encontramos unas peculiaridades excepcionales que lo convierten en una pieza digna de estudio porque presenta novedades que lo distinguen de otras creaciones publicitarias. Por ejemplo, el producto que publicita es un seguro para ciclistas. Esto se debe a que, en una España con infraestructuras destruidas y con restricciones a la importación de materias primas, la bicicleta se convirtió en el vehículo de transporte por excelencia. Pero, la Compañía Hispano-Americana de Seguros y Reaseguros, lejos de mostrar el uso de la bicicleta como un vehículo necesario para trasladarse, la presenta como un producto de recreo en un escenario absolutamente campestre y claramente idealizado. El anuncio, además, lo protagoniza una joven completamente vestida de un blanco impoluto: pañuelo, falda, blusa, guantes, zapatos. La intención es evidente: claridad, luz y seguridad en una España de futuro incierto.

También observamos cómo los códigos han sido cuidadosamente escogidos. Uno de los principios de la cartelería se basa en la brevedad del texto, puesto que el lugar natural de estos ejemplares es la vía pública y, por tanto, se trata de una zona de paso. Además, es importante que el espectador en pocos segundos pueda aprehender el producto que se está promocionando y, para lograrlo, es imprescindible que el cartel se realice con elementos sugerentes que logren aunar los dos fines: el comunicativo y el estético. De ahí, que la frase que aparece en la parte inferior del cartel: «Este seguro le AMPARARÁ de TODOS sus RIESGOS como ciclista», está escrita variando tanto el tamaño como el color de la letra. Esto se debe a que es un eslogan demasiado largo, por lo que el anunciante destacó las palabras más importantes del mensaje: AMPARAR —un verbo que roza el paroxismo, pero que no debe extrañar debido el contexto histórico—; TODOS y RIESGOS.

Sin embargo y por extraño que pueda parecer, el hecho de que destaque una mujer como protagonista no es ninguna novedad. Son muchos los carteles comerciales relacionados con el mundo del ciclismo que muestran a una joven como protagonista.

Uno de los más importantes, es el cartel Salón Pedal, del artista Alexandre de Riquer, en el que dibujó a una moderna ciclista vestida con los famosos bombachos bloomers. Riquer fue capaz con este ejemplar de transformar un tema poco poético en una obra decorativa, llena de arabescos y detalles florales, que evocan al gran Mucha o a Privat-Livemont.

La mujer y la bicicleta son todo un género en la publicidad antigua. El tema se repite porque para las mujeres fue mucho más que un medio de transporte, fue todo un símbolo de libertad. El vehículo de dos ruedas ponía al alcance de la población femenina la posibilidad de desplazarse de manera autónoma y con cierta rapidez en un mundo que las recluía en la vivienda familiar. Un auténtico hito que ayudaba a presentar a la ciclista como la nueva mujer, capaz de conquistar un terreno que le había sido vedado.

No hay nada más moderno que lo antiguo. En la actualidad, asistimos a un significativo aumento del uso de la bicicleta, tanto como medio de transporte sostenible o como vehículo fundamental para el trabajo, el ocio y el deporte.

Salón Pedal

Información práctica del Museo del Seguro

Ubicado en Madrid, en la calle Bárbara de Braganza, 14, cuenta con 600 piezas expuestas y un total de 1.300 conservadas en los fondos de la institución.

Además, todas ellas se encuentran disponibles en la versión virtual del museo en www.museovirtualdel seguro.com.

Disponemos de visitas guiadas gratuitas para grupos, previa petición a través del formulario de nuestra web.