Fundación MAPFRE anuncia la primera retrospectiva en España del gran fotógrafo americano Anthony Hernandez. Con más de 130 fotografías, muchas de las cuales no se han expuesto ni publicado con anterioridad en España, Anthony Hernandez podrá verse desde el 29 de enero hasta el 12 de mayo de 2019 en la sala de Bárbara de Braganza en Madrid. La exposición presentará el amplio espectro de la larga y prolífica carrera de Hernandez y será una celebración del estilo único de fotografía de calle desarrollado por el artista y de su evolución a lo largo del tiempo.
TEXTO: ÁREA DE CULTURA DE FUNDACIÓN MAPFRE
«Las fotografías de Hernandez han sido admiradas durante mucho tiempo por comisarios, coleccionistas y otros fotógrafos», señala Erin O’Toole, comisaria de la exposición y conservadora asociada de fotografía de la Baker Street Foundation del SFMOMA.
Hijo de inmigrantes mexicanos, Hernandez nació y se crio en Los Ángeles. Desconocedor en gran medida de las tradiciones formales del medio, desarrolló su particular estilo fotográfico adaptado a las peculiaridades de su ciudad natal, a su belleza desolada y sus crecientes extensiones de asfalto y cemento. A lo largo de su carrera, Hernandez se ha pasado con destreza del blanco y negro al color, de las cámaras de 35 mm a las de gran formato, y de la figura humana al paisaje y a la abstracción de los detalles, dando lugar a una obra inusualmente variada que permanece unida por su arrebatadora belleza formal y por un compromiso sutil con temas sociales contemporáneos.
Entre las imágenes destacadas que se muestran en la exposición se encuentran fotografías en blanco y negro de los primeros años setenta hechas en las calles del centro de Los Ángeles, fotografías en color realizadas en Rodeo Drive a mediados de los años ochenta y una selección de su serie aclamada por la crítica Landscapes for the Homeless [Paisajes para los sintecho], terminada en 1991. Para esta serie, Hernandez fotografió objetos abandonados en asentamientos vacíos de personas sin hogar, dejando entrever las vidas de las personas que en algún momento encontraron refugio allí. En Anthony Hernandez también se mostrará el trabajo más abstracto, de gran tamaño y en color, realizado recientemente por el artista en Los Ángeles y a lo largo de sus viajes por lugares que van desde Oakland y Baltimore hasta Roma.
Hernandez ha publicado seis monografías y su obra se ha visto en numerosas exposiciones colectivas, como Crossing the Frontier (SFMOMA, 1996) y Under the Big Black Sun (MOCA, 2011). En 2009, su obra fue objeto de una exposición monográfica en la Vancouver Art Gallery, comisariada por el artista Jeff Wall y esta misma exposición se ha mostrado con anterioridad en el San Francisco Museum of Modern Art (SFMOMA) en el año 2016.
La exposición está acompañada por un catálogo ampliamente ilustrado publicado por Fundación MAPFRE, en colaboración con el SFMOMA y D.A.P./ Distributed Art Publishers de Nueva York. Junto a más de 200 fotografías en blanco y negro y color, el libró incluye un prefacio del fotógrafo Robert Adams, textos de Erin O’Toole y Ralph Rugoff, director de la Hayward Gallery de Londres, así como una conversación entre Hernandez y su viejo amigo, el fotógrafo Lewis Baltz.
El recorrido de la exposición
Esta exposición podrá recorrerse a lo largo de seis secciones en las que encontraremos en cada una de ellas los más de cuarenta y cinco años de la carrera del fotógrafo.
La primera sección, Fotógrafo de calle, nos enseña unas primeras imágenes locales haciendo un sutil homenaje humorístico al fotógrafo californiano Edward Weston (1886-1958). Hernandez empezó a involucrarse de forma consciente en la tradición americana de la fotografía de calle, definida por fotógrafos como Robert Frank, Garry Winogrand y Lee Friedlander. Aunque trabajó primordialmente en Los Ángeles, también fotografió en Madrid y en Londres durante su primer viaje a Europa; en Washington, D. C., como artista residente en la Corcoran Gallery of Art en 1975; y en Nueva Orleans, Honolulu y Nueva York. En 1984, hizo Rodeo Drive, su última colección de fotografías figurativas y la primera que hizo en color. Desde entonces ha trabajado exclusivamente en color. Rodeo Drive fue también el primer proyecto en el que Hernandez trabajó con el maestro impresor Michael Wilder. Todas las copias de la exposición impresas en inyección de tinta y casi todas las hechas en cibachrome fueron realizadas por Wilder en colaboración con el artista.
A lo largo de la segunda sección, la Ciudad se presenta como tema esencial de su fotografía. A partir de 1978 Hernandez empezó a utilizar una Deardoff de 5 x 7”, una cámara aparatosa que requería el uso de trípode. Al no poder seguir moviéndose con agilidad entre la multitud ni pasar desapercibido entre los paseantes, se vio obligado a adaptar sus métodos y replantearse su trabajo de calle desde el principio. Al tener que moverse más despacio y apartarse de sus sujetos, su perspectiva se amplió y empezó a observar cómo la mayoría de las personas que le rodeaban, los pobres y la gente de clase trabajadora, navegaban por un entorno urbano aparentemente diseñado sin tener en cuenta sus necesidades. El resultado fue un tipo totalmente original de fotografía de calle en el que la ciudad es tanto el tema como el escenario de las fotografías. Trabajando de esta manera, Hernandez hizo cuatro series interrelacionadas entre 1978 y 1982: Automotive Landscapes [Paisajes automovilísticos], Public Transit Areas [Zonas de transporte público], Public Fishing Areas [Cotos públicos de pesca] y Public Use Areas [Zonas de uso público]. Estas fotografías captan no solo las cualidades visuales del sur de California, sino también su realidad social basada en la diferencia de clases.
Hernandez no encontró su verdadera vocación como fotógrafo hasta que empezó a hacer fotografías sin figuras humanas, en la siguiente sección, Ausencia y presencia, se presenta su primera serie enteramente no figurativa, Shooting Sites [Campos de tiro], la inició durante su estancia como artista residente en la Universidad de Nevada, Las Vegas, y la terminó en el Angeles National Forest, a las afueras del condado de Los Ángeles. Además encontraremos otro proyecto con un enfoque similar, Landscapes for the Homeless [Paisajes para los sintecho] (1988-1991), donde se enfocó a hacer fotografías en asentamientos de personas sin hogar en las calles de Los Ángeles. Mediante un encuadre preciso, puso orden en los escenarios caóticos que se encontraba y humanizó a sus sujetos ausentes prestando atención a lo que habían dejado atrás, de modo muy parecido a como lo haría un arqueólogo.
En la sección Ruinas urbanas y en las dos siguientes, Hernandez explora temas visuales interconectados a los que ha vuelto repetidamente desde finales de los años noventa: paredes de ladrillo, vallas, ventanas y huecos de diversos tamaños y formas. Estas formas mayoritariamente cuadradas o rectangulares —una ventana tapada con papel; una brillante pared amarilla con innumerables arañazos, boquetes y manchurrones de pintura; una puerta con los bordes extrañamente iluminados— se presentan a menudo en un espacio plano, impidiendo el acceso a todo lo que pueda haber detrás.
Aunque Hernandez fotografía primordialmente en Los Ángeles, gran parte del trabajo expuesto en esta sección fue realizado durante alguno de sus viajes. Pictures for Rome [Fotografías para Roma] (1998-1999) retrata las ruinas modernas que expresan el carácter relativamente desechable de la cultura contemporánea y rechaza retratar las ruinas antiguas por las que es conocida esta ciudad. Oakland (2000-2001) la hizo como artista del Capp Street Project y East Baltimore (2006) como invitado del destacado historiador y crítico de arte Michael Fried en la John Hopkins University. Estas dos últimas series muestran estructuras ruinosas al borde de la demolición, centrándose a menudo en las posesiones abandonadas y en las marcas dejadas por sus anteriores ocupantes.
La penúltima sección estará dedicada a las Señales y las huellas. La serie Everything [Todo] (2002) la hizo recorriendo las márgenes del río Los Ángeles, no lejos de donde creció. Como los asentamientos de personas sin hogar que había explorado con anterioridad, el río es algo cuya existencia conocen la mayoría de los habitantes de L. A., pero nunca se acercan a verlo. De niño, Hernandez solía jugar a lo largo de sus márgenes artificiales y en los desagües que vierten en él. Cuando regresó como adulto lo que se encontró fue un vertedero y un mundo ajeno en sí mismo; fotografió las enormes alcantarillas de cemento, así como los objetos arrastrados por la corriente o arrojados por la que gente que pasa por allí. Hernandez volvió sobre el tema de la falta de hogar en Forever [Para siempre] (2007-2012), fotografiando en esta ocasión desde el punto de vista de alguien que vive en la calle y mira hacia afuera desde un asentamiento, en lugar de fijarse en lo que ha quedado atrás.
Finalmente la exposición finaliza con su serie más reciente, Discarded [Desechos] (2012-2015) un trabajo que marca el regreso al paisaje natural y a las vistas amplias. Como gran parte del trabajo realizado a partir de finales de los años ochenta, estas imágenes ofrecen tanto una reflexión sobre la decadencia en el sur de California como un estudio de lugares específicos abandonados, en esta ocasión comunidades situadas en las zonas desérticas que rodean la ciudad de Los Ángeles, las cuales quedaron devastadas por la crisis económica y la ola de desahucios de 2008. Las fotografías hablan del fracaso y de la pérdida personal: los cimientos de un aparcamiento de caravanas que no llegó a terminarse, una casa abandonada a medio construir, fotos de familia que quedaron dentro de una casa vacía objeto de vandalismo, una desolada parcela de terreno vacío. En una de las escasas fotografías figurativas que ha hecho el artista desde los años ochenta, un hombre ajado que Hernandez se encontró viviendo en un viejo autobús escolar en Salton Sea, se yergue como un centinela que vigila los restos del apocalipsis.