Dentro del encuentro Soluciones Habitacionales para los Sénior, organizado por el Centro de Investigación Ageingnomics, tuvimos la ocasión de poder entrevistar a José Antonio Granero, arquitecto, y a Juan Fernández-Aceytuno, consejero delegado de Sociedad de Tasación, con quienes hablamos sobre los retos que como sociedad debemos afrontar para adaptar la oferta habitacional a las nuevas circunstancias vitales de los mayores de 55 años y ofrecer a nuestros jóvenes una propuesta de futuro a ese mismo respecto.
TEXTO: RAFAEL CONDE FOTOGRAFÍAS: ALBERTO CARRASCO
José Antonio Granero, arquitecto
¿Es la vivienda un factor tan determinante en nuestra calidad de vida?
Sin duda lo es y, además, creo que nos hemos hecho especialmente conscientes de ello tras la crisis sanitaria y la pandemia; de la importancia del entorno construido, de cómo la vivienda es un factor determinante de la calidad de vida pero, también, del bienestar físico, de las relaciones sociales y personales, y de la importancia de la ciudad. Hablando de los mayores, el ámbito de la vivienda y residencia y el ámbito de la ciudad son los dos grandes retos en los que tenemos que trabajar para hacer entornos más amigables y confortables, no solo para los mayores sino para todas las personas.

Cuando hablamos de mejorar las condiciones de vida de las personas mayores, ¿es inevitable analizar la adaptabilidad y la accesibilidad de las viviendas?
Tenemos que trabajar en nuevas tipologías de vivienda y soluciones de residencia para los mayores en las que, además de los cambios de los elementos físicos, se estudie la iluminación, la señalización y cuáles son los colores más adecuados en el momento en que empezamos a tener algunas deficiencias cognitivas o de vista. Todo eso, que está estudiado por la medicina, por la psicología y por los gerontólogos debemos aplicarlo también.
La accesibilidad es un concepto fundamental, no sólo en la entrada a la vivienda sino en los diferentes espacios o en las dimensiones de las puertas, así como otros elementos y aparatos. Hasta ahora, cada vez que hablábamos de accesibilidad lo que hacíamos era colocar prótesis sobre los elementos del parque construido y en general las soluciones eran bastante feas. Se buscaba la funcionalidad, pero los elementos que tenían que ver con la accesibilidad desgraciadamente eran carentes de diseño. Tenemos el reto extraordinario de reivindicar otro derecho fundamental que es el derecho a la belleza.
Los proyectos de viviendas «para toda la vida» van mucho más allá de ser espacios adaptados y accesibles. En algunos casos se plantean como espacios de convivencia intergeneracional. ¿Son estos proyectos viables?
Yo creo mucho en todo lo que tiene que ver con los temas intergeneracionales. He tenido la experiencia de trabajar con jóvenes con startups en un Instituto de emprendimiento donde también incorporábamos a personas de 75 y 80 años con mucha experiencia y esa combinación era fantástica ya que generaba entusiasmo en las dos partes y era muy interesante porque nos enfrentamos a una generación de mayores con gran interés por las nuevas tecnologías. Lo que hay que evitar, sin duda, es la generación de guetos. Los mayores no quieren vivir solo con la gente de su edad; les gusta vivir en la diversidad, en entornos mezclados. Debemos favorecer sus entornos con dos conceptos clave: el envejecimiento en casa o en situaciones similares a las de un hogar, con unidades de convivencia menores donde se favorezca la independencia y la autonomía y se dote de las mayores capacidades para mantener a una persona viva y activa; y, por otro lado, facilitar la convivencia, tener relaciones sociales y elementos de comunicación ya que la soledad es muy dura.
En tu opinión, ¿cuáles son los principales retos para la adaptación a este nuevo escenario demográfico desde el urbanismo y la arquitectura?
El primer reto, y es muy básico, es la actuación sobre el parque construido de viviendas para su rehabilitación y reforma. Dos tercios del parque construido de viviendas todavía no está adaptado a la vida de los mayores. El segundo reto sería trabajar en esas nuevas tipologías de casas para toda la vida con servicios y cuidados personalizados analizando cuáles son las escalas y tamaños donde se deben ubicar, dependiendo del entorno. En cada caso hay soluciones óptimas y quien ha vivido en un entorno determinado quiere seguir viviendo en él ya que es el que le es amigable y favorable. El tercer reto es el que ya hemos citado de los modelos con independencia y servicios comunes pero que sirvan de apoyo entre generaciones. Sin duda, es el momento de innovar y de anticiparse a lo que nos puede venir. Hay que probar nuevas soluciones, monitorizarlas y escuchar a los mayores que vivan en ellas. Esos nuevos modelos deberán ir acompañados no solo de un nuevo diseño sino también de nuevas tecnologías que favorezcan los cuidados y la vida.
Juan Fernández-Aceytuno, consejero delegado de Sociedad de Tasación
Frente al nuevo reto demográfico, a una situación en la que los jóvenes no pueden comprar vivienda y las pensiones no van a dar para todos; ¿estamos afrontando correctamente este desafío?
Yo creo que no, porque, para empezar, la ley de vivienda y la ley de pensiones no hablan entre ellas. Por otro lado, los jóvenes no están comprando vivienda, están viendo que pueden retrasar la decisión de compra porque es posible que hereden la vivienda de sus padres. Además, el paso de joven a maduración se ha ensanchado muchísimo, se casan más tarde, tienen hijos más tarde, viven más su juventud. Están en ese momento de juventud eufórica que, unido a la falta de educación financiera, no les deja ver que sería mucho más inteligente con una vida de 100 años comprar lo antes posible. Eso les permitiría tener un soporte financiero; con una vivienda puedes pedir un préstamo para financiarte una pyme, para comprarte otra casa, para montar una empresa puedes venderla e irte a otro sitio. Yo creo que eso sería lo inteligente: intentarlo lo antes posible. Pero ¿qué ocurre? que aparece el problema de los salarios. Al no tener salarios, la mayor parte de los jóvenes no tiene capacidad de compra y como ven que pueden heredar la casa de sus padres, la conclusión es no comprar y esperar. Pero es un error porque probablemente esa vivienda que ellos creen que van a heredar la van a necesitar sus padres para pagar su independencia.

De ahí se entiende que quizás la educación financiera es un objetivo primordial.
Sí, debería ser primordial y me consta que el Banco de España y otros organismos están intentando trabajar en ello, por transparencia, por claridad, por evitar los chiringuitos por evitar los timos… Con educación financiera se consigue entender que lo inmobiliario forma parte de tu patrimonio. Y puedes tener productos de ahorro, productos de vida, planes de pensiones y vivienda, y tienes que verlo todo con una visión 360° de lo que es tu futuro.
¿Qué ocurre en España? Pues que tenemos el 80 % o el 90 % de nuestros ahorros en vivienda y esto es atípico en Europa, no hay muchos países del mundo en los que esto ocurra. La vivienda no es un valor garantizado, tiene mucha estabilidad y da seguridad, pero no vamos a poder movilizarlo todos a la vez. La educación financiera te permite ver pros y contras de cada producto.
Y en relación con otros países, ¿crees que estamos haciendo bien los deberes teniendo en cuenta que en España tenemos una población quizás más envejecida que en otros países?
Yo creo que llegamos tarde, nos faltan miras, mirar a 30 años. Necesitaríamos que hubiera alguien que estuviera pensando en el largo plazo, pero no solo sobre vivienda y pensiones, también sobre energía, educación, etc. Necesitamos una sociedad civil organizada con un equipo de gente que trabaje en la España de dentro de 30 años.
Y para esa España de dentro de 30 años y del futuro, si hubiera que marcar unas líneas de actuación, ¿en qué puntos hay que trabajar?
Pues hemos hablado ya de la educación, tanto la educación básica como la financiera. Y, también, habría que hacer un análisis para relacionar la campana demográfica con la pensión y el valor de la vivienda, todo debería estar en una única ecuación. La campana demográfica sabemos cómo va a evolucionar, es bastante precisa, la riqueza de los salarios también se puede proyectar y para el precio de la vivienda podemos tener cierto nivel de previsión. Todo eso debemos proyectarlo a 30 o 40 años y ver qué pasa; ver qué salarios habría que tener para pagar la pensión necesaria o qué gastos va a tener una familia tipo dentro de 40 años. Yo creo que tenemos que centrarnos en planificar estos asuntos en este país.