Los actuarios son uno de los perfiles más demandados y con mayor empleabilidad en la actualidad. Pero las posibilidades de cursar estudios superiores especializados en esta disciplina en Latinoamérica son muy limitadas. Por ello, Fundación MAPFRE colabora con la Fundación Carolina en la concesión de becas a estudiantes de LATAM para permitirles cursar estudios actuariales de postgrado en diferentes universidades españolas.

TEXTO: RAMÓN OLIVER IMÁGENES: ALBERTO CARRASCO

Hari Seldon, célebre matemático que vivió entre los años 11.988 y 12.069 de la era galáctica, fue el creador de la psicohistoria, rama de la ciencia capaz de predecir con asombrosa exactitud acontecimientos futuros a partir del estudio de grandes poblaciones. Este personaje, fruto de la imaginación del maestro de la ciencia ficción Isaac Asimov, anticipaba en su monumental Saga de la Fundación el poder predictivo del análisis de datos a gran escala mucho antes de que oyéramos hablar de Big Data o de Analytics. En realidad, hay una especialidad profesional que lleva mucho tiempo haciendo exactamente eso mismo en el campo de los seguros y los productos financieros, y que quizá sirvió de inspiración al propio Asimov. Nos referimos a la profesión de actuario.

Según la Society of Actuaries (SOA), entre las funciones de un actuario está la de evaluar la probabilidad de eventos futuros mediante números, modelos matemáticos y tecnologías computacionales. «El actuario es un profesional que cuantifica el riesgo en diferentes entornos, uno de los cuales es el negocio asegurador. Ellos son los expertos que realizan los cálculos estadísticos como la prima, la medición de las provisiones técnicas o la modelización del riesgo asegurador», resume Laila Krause, actuaria en el Área Corporativa Actuarial de MAPFRE.

La actividad actuarial no es en absoluto nueva. Sus orígenes se remontan a 1774, año en el que la compañía inglesa de seguros The Equitable contrató como actuario asistente al matemático William Morgan. La evolución tecnológica de los últimos años ha revolucionado los métodos actuariales, elevando a esta disciplina hasta cotas hasta ahora desconocidas. «Los actuarios han sofisticado sus técnicas con la introducción del Big Data y la inteligencia artificial en sus modelos estadísticos», explica Krause. Estas nuevas capacidades han permitido a estos profesionales trascender la mera cuantificación estadística o matemática, aportando valor añadido en multitud de campos.

La capacidad de los actuarios para inferir modelos predictivos a partir del análisis de datos convierte a estos profesionales en imprescindibles para la toma de decisiones

Los estudios confirman que la profesión de actuario es una de las de mayor empleabilidad, una tendencia que presumiblemente irá en aumento en los próximos años. En MAPFRE trabajan en la actualidad más de 300 actuarios. Y es que, por su naturaleza, la industria del seguro necesita contar con perfiles matemáticos y estadísticos capaces de monetizar sus análisis.

Pero la ciencia actuarial no es únicamente útil para las empresas aseguradoras. «Se abren nuevos nichos de mercado para nuestra profesión en otros sectores diferentes al asegurador, donde muchas empresas buscan científicos de datos para dar soporte en la toma de decisiones», indica Krause. Eso sí, la actual volatilidad de los mercados hace que la actuación de estos profesionales sea cada vez más compleja. En ese contexto, la formación continua resulta vital para que estos oráculos de los datos sigan siendo eficaces como garantes de las decisiones empresariales.

Fundación MAPFRE apuesta por la formación

«Desde nuestros orígenes y a lo largo de los años hemos desarrollado distintos programas de estudios especializados en seguros: desde cursos cortos hasta doctorado pasando por grados y postgrados», recuerda Mercedes Sanz, directora del Área de Seguro y Previsión social de Fundación MAPFRE. Enmarcada en esa labor, Fundación MAPFRE puso en marcha en 2015 un proyecto de colaboración con la Fundación Carolina consistente en la concesión de becas a estudiantes de LATAM para que pudieran cursar estudios actuariales de postgrado en diferentes universidades españolas.

Laila Krause, actuaria en la Dirección Corporativa
Actuarial de MAPFRE

Las becas de la Fundación Carolina son una iniciativa que desde el año 2000 apuesta por «promover las relaciones culturales y la colaboración educativa y científica entre España e Iberoamérica», sintetiza su coordinadora María José Sáez. En la actualidad, esta convocatoria se fija como horizonte inmediato la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas. En ese marco, estas becas ofrecen oportunidades de formación e investigación en todos los campos de la Agenda 2030. Uno de ellos se centra en mejorar la reglamentación y vigilancia de las instituciones y los mercados financieros mundiales, así como fortalecer la aplicación de esos reglamentos. Y en la consecución de ese objetivo los actuarios tienen mucho que decir.

Las estrechas relaciones que mantiene MAPFRE con Latinoamérica, con presencia prácticamente en todo el continente, la sitúan en una inmejorable posición para contribuir al desarrollo de los estudios actuariales en esta parte del mundo. Y es que, a pesar de que en algunos países como México, Brasil o Argentina sí hay un recorrido de la actividad actuarial a nivel profesional, las posibilidades de cursar estudios superiores especializados en esta disciplina en Latinoamérica son muy limitadas, y prácticamente inexistentes cuando se trata de estudios de postgrado.

Gracias a esta colaboración entre Fundación MAPFRE y Fundación Carolina, estudiantes latinoamericanos seleccionados están disfrutando de becas para cursar estudios de postgrado en Ciencias Actuariales en las Universidades de Alcalá, Barcelona y Carlos III de Madrid. Uno de los requisitos de estos programas, que tienen una duración de dos años, es que a la finalización de los mismos sus beneficiarios regresen a sus países de origen para aplicar en ellos los conocimientos adquiridos.

De esta forma, comenta María José Sáez, se consigue que «la cooperación sea más efectiva y aporte un valor real a estos países». Fundación MAPFRE apoya el desarrollo de estos profesionales como una herramienta para ayudar a la profesionalización del sector y lograr, a través de la contribución de la industria aseguradora, aportar valor a la sociedad. Porque, como concluye Mercedes Sanz, «queremos poner nuestro granito de arena en favor de una educación de calidad y en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, y los actuarios son un perfil con gran demanda y futuro, una profesión del siglo XXI y de la era del Big Data».

Hablan los protagonistas

Sebastián Uribe
29 años. Colombia. Ingeniero Industrial. Becario de 1.er año. Universidad Carlos III de Madrid

Siempre me atrajo mucho el área financiera-económica con las bases de ingeniería y matemática, y la actividad actuarial se alinea muy bien con ese campo. En mi país puse en marcha un proyecto de emprendimiento en el que me enfrenté a la dificultad de predecir comportamientos a partir de la incertidumbre de los datos. Mi objetivo es proseguir con mi proyecto de emprendimiento y aplicar muchos conocimientos que no están desarrollados en mi país. Colombia es una economía en crecimiento con muchas oportunidades y en la que muchas áreas están inexploradas. Este máster nos brinda la oportunidad de hacerlo de una manera fabulosa.

Nelson Yánez
32 años. Ecuador. Matemático. Becario de 1.er año. Universidad Carlos III de Madrid.

La primera persona que me recomendó la especialidad de actuariales fue mi director de tesis. Yo no había oído hablar de ella, pero por circunstancias de la vida terminé trabajando en el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social, precisamente en la dirección actuarial. Poco a poco me fui involucrando más en el área estadística y de datos. Me especialicé en tablas de vida y me encantó. En Ecuador no hay estudios de esta especialidad, y sin embargo las empresas necesitan de estos profesionales. Por eso creo que esta es una gran oportunidad laboral y académica. Uno de mis objetivos, y así lo indiqué en mi carta de presentación para Fundación MAPFRE y la Fundación Carolina, es ser pionero en este campo en mi país, abrir camino para que otros compatriotas puedan realizar la carrera de Actuariales en Ecuador.

David Valdivieso
24 años. México. Ingeniero Electrónico y de Telecomunicaciones. Becario de 1.er año. Universidad Carlos III de Madrid.

Esta experiencia supone un antes y un después en mi vida. De hecho, me ofrecieron una beca en una de las mejores universidades de mi país y la rechacé porque estudiar en España era mi sueño. Mis profesores de la carrera me habían hablado de España y de la especialidad actuarial. Cuando recibí la beca fue como si me tocara la lotería. Para mí esta oportunidad tiene mucho de superación personal para el futuro. Mi país vive una situación complicada. De las 50 ciudades más violentas del mundo, 15 están en México. Una de ellas es la mía, Tijuana. Al finalizar este máster me gustaría regresar a mi país, enseñar lo que he aprendido aquí, impartir clase y participar en proyectos que ayuden a la sociedad.

Alex Efrén Pérez Tatamués
29 años. Ecuador. Ingeniero Matemático. Becario de 2.º año. Universidad de Alcalá.

Del máster yo destacaría los grandes conocimientos que atesoran mis profesores, tanto en el plano académico como en su componente práctico. Lo que vemos en el máster es lo que vamos a aplicar más tarde en nuestro trabajo. Me llevo una valiosa visión en cuanto a la forma de aplicar los conocimientos actuariales a una empresa aseguradora, en un instituto de Seguridad Social o en una previsión social. Creo que garantizar la sostenibilidad de los fondos de pensiones o de las jubilaciones es crucial para todos los países. Otro aspecto que me preocupa y me motiva es la necesidad de crear leyes que regulen mejor el sector asegurador. Uno de mis objetivos profesionales de cara al futuro es precisamente tratar de implementar esas normativas y abordar así la problemática de la previsión social en mi país.

Actuarios para traer
certidumbre a un