La lucha contra la siniestralidad en la carretera tiene muchos frentes: el de la educación en seguridad vial, la investigación en las mejoras técnicas de infraestructuras y vehículos y la promoción de nuevas medidas de prevención. En todas ellas, Fundación MAPFRE ha sido protagonista a través del Instituto MAPFRE de Seguridad Vial, hoy Fundación MAPFRE, que celebra su 25 aniversario.
TEXTO: ÁNGEL MARTOS IMÁGENES: FUNDACIÓN MAPFRE
Era el año en el que Barcelona cedió el testigo olímpico a la ciudad estadounidense de Atlanta. El año en el que nació la oveja clonada Dolly y en el que Lady Di se divorció del príncipe Carlos. En ese año, el mito del ajedrez Garry Kasparov fue vencido por la supercomputadora Deep Blue, de IBM. Era 1996, y en España morían por siniestros de tráfico 5.635 personas (4.276 hombres y 1.359 mujeres). La cifra, aunque pavorosa, suponía entonces una esperanzadora caída con respecto al pico de fallecidos ocurrido en 1989, con 9.344 víctimas mortales, a los que habría que añadir los heridos (hospitalizados o no). Juntas dibujaban una estampa negra de más de 170.000 afectados. En ese tiempo, cuando hablábamos de pandemia la imaginación no se iba a coronavirus alguno, sino a un cuatro latas rugiendo en la carretera.
Habíamos consumido ya nuestra primera década en la Unión Europea (antes Comunidad Europea) y las grandes mejoras en las infraestructuras de transporte y viarias (partíamos de tener 483 kilómetros de autopistas; hoy hay más de 15.000) estaba obrando el milagro con ayuda de la renovación del parque móvil y la obligatoriedad de los sistemas de seguridad (el cinturón, la sillita, el casco…). España iba a dejar de ser el farolillo rojo de Europa en siniestralidad vial y se auguraba como ese ejemplo para el mundo que hoy ya es.
Semejante éxito como sociedad solo podía estar protagonizado por héroes colectivos. Y si en el sector público fue fundamental la toma de conciencia política, ejecutada a través de la Dirección General de de Tráfico de España (DGT), en el privado fue MAPFRE la que dio un paso adelante con la creación en 1996 del Instituto MAPFRE de Seguridad Vial (ahora Fundación MAPFRE), hace 25 años.
Así lo recuerda Miguel María Muñoz Medina, que estuvo al frente de la DGT durante esos años fundamentales (1988-96) y también presidiría más adelante el Instituto (hasta finales de 2009). «Siempre pensé que el único sector cuyos intereses empresariales coinciden con una mejora de la seguridad vial es el asegurador. El sector como tal no recogió el guante que repetidamente le lancé y, así, en el otoño de 1995 tomé contacto con el entonces presidente de MAPFRE, Julio Castelo, para proponerle que en el seno de la Fundación se crease un programa o una estructura permanente de seguridad vial», escribe Muñoz Medina en su artículo del libro colectivo Del infinito al cero. Así lo hicimos, editado por Fundación MAPFRE y DGT. «La idea fue recibida con entusiasmo».
Una receta innovadora
El Instituto no nacía de la nada. A lo largo de los años 80, MAPFRE había ido construyendo una estructura de investigación sobre seguridad vial «como respuesta al importante desarrollo alcanzado por el seguro de Automóviles y con el deseo de prestar, tanto a sus mutualistas como a la sociedad en general, otros servicios de carácter institucional que trascendieran el mero pago de siniestros e indemnizaciones», escribe Ignacio Larramendi, recordado presidente de la aseguradora y creador en 1975 de Fundación MAPFRE.
En su libro Así se hizo MAPFRE. Mi tiempo (2000), da cuenta de la creación de los primeros centros de experimentación y seguridad vial, que fueron alcanzando incluso relevancia internacional. También cómo a la investigación más técnica en siniestros e infraestructuras se fue añadiendo una capa de investigación psicológica y social y otra de educación vial. Por eso, Larramendi destacaba a la vez estudios como el realizado sobre la señalización nocturna de las rotondas o sobre la influencia de los fármacos y de la cafeína en la conducción. La innovadora receta acabaría saliendo del horno en 1996, como decimos, en forma de Instituto, hoy Fundación MAPFRE.
«Por aquel entonces, hablar de concienciación en seguridad vial era un asunto minoritario», recuerda Antonio García Infanzón, miembro del equipo fundacional del Instituto. «Daba la impresión de que las cifras derivadas de los siniestros de tráfico estaban asumidas por la sociedad… El compromiso de MAPFRE por la prevención fue sin duda un detonante que impulsó nuestra creación y posterior desarrollo». En efecto: reducir los incidentes con víctimas derivados del tráfico de vehículos, incluso hasta el cero, ha sido siempre el objetivo. Antonio Huertas, presidente de Fundación MAPFRE, lo subrayaba en su preámbulo a Del infinito al cero. Así lo hicimos: «Necesitamos hacer más y hacerlo mejor en los próximos años para alcanzar el Objetivo Cero víctimas graves y mortales en ciudad en 2030 y en el ámbito rural en 2050, como propuso Fundación MAPFRE en el año 2015». La clave está en la prevención, a través de acciones que influyan sobre los tres pilares fundamentales de la seguridad vial: las personas, la infraestructura y el vehículo.

El Instituto en cifras
A lo largo de estos 25 años, Fundación MAPFRE ha invertido en seguridad vial alrededor de 125 millones de euros, una cifra que habla por sí misma de la relevancia de una apuesta que, además, no se queda solo en España, sino que se desarrolla en 23 países, principalmente en Latinoamérica, Brasil, Portugal, Turquía y Malta. Como reconoce Ángela Sordo, responsable de Proyectos Internacionales de Seguridad Vial de Fundación MAPFRE, en un principio España exportaba conocimiento y proyectos, pero ese es ahora un viaje de ida y vuelta y «hay estupendos programas en algunos países que nos aportan muchísimo». La dificultad de esa ingente labor internacional estriba en las diferentes realidades que podemos encontrar en cada sociedad. «Las tasas de alcohol, los límites de velocidad, las normas para la utilización de sistemas de retención infantil no son los mismos para todos los países, aunque yo creo que poco a poco se van homogeneizando», estima Sordo. Y como ejemplo habla de la reciente campaña #love30 realizada conjuntamente con el comité de Seguridad Vial de Naciones Unidas, «con la que se intenta concienciar de que en una calle de un solo sentido en una ciudad no deberíamos ir a más de 30 km/h».
Hablar de colaboraciones con la ONU, con la Organización Mundial de la Salud (OMS), con la Comisión Europea y su área de Seguridad Vial y Movilidad Sostenible o con el Congreso de los Diputados en España es ya algo habitual en el Área de Prevención y Seguridad Vial de Fundación MAPFRE, lo que da cuenta de su relevancia internacional y de la intensidad del contacto con esa red de instituciones. Buena parte de ese prestigio se basa en la capacidad para generar conocimiento. Hace 25 años, «promover análisis para cualquier problemática relacionada con la seguridad vial era muy fácil ya que el problema era enorme y las iniciativas muy escasas», rememora Antonio García Infanzón. A día de hoy, el campo de estudio sigue siendo vasto, pero el horizonte está más claro gracias a los alrededor de 125 documentos e investigaciones publicados por Fundación MAPFRE, entre estudios propios, manuales y guías, dossieres y traducciones, muchos de ellos en colaboración con las organizaciones más respetadas.
El único sector cuyos intereses empresariales coinciden con una mejora de la seguridad vial es el asegurador
«Destacaría nuestro estudio de seguridad de patinetes eléctricos de este mismo año 2021, elaborado junto a CESVIMAP», señala Jesús Monclús, responsable desde 2014 del Área de Prevención y Seguridad Vial de Fundación MAPFRE, «porque estamos convencidos de que ha sido fundamental para el cambio legislativo que está a punto de producirse». Otros estudios como el dedicado al uso de cinturones de seguridad en autocares, «algo que nunca se había hecho en España y que surge tras la tragedia de Tarragona de 2016», ha sido incluso citado en varias ocasiones por la propia Comisión Europea en documentos de trabajo oficiales. O el Manual de seguridad vial en polígonos industriales, de 2002, que fue totalmente innovador en aquel momento.
En los últimos 12 años, Fundación MAPFRE ha formado en seguridad vial a aproximadamente 3 millones de niños en todo el mundo. Solo en 2019, antes de la pandemia por coronavirus, se realizaban miles de acciones educativas dirigidas a pequeños y jóvenes, pero también a profesionales y adultos en general. Una actividad que no ha parado ni siquiera bajo los distintos confinamientos en todo el mundo a causa de la emergencia por el coronavirus. Como el Programa Educativo de Perú «donde en plena pandemia se ha llegado con talleres de seguridad vial a casi todos los hogares mediante televisión y en colaboración con el Ministerio de Educación del país», explica Sordo.

Los reconocimientos para la causa
Que un proyecto colectivo de tanta relevancia conmemore su 25 aniversario ya parece suficiente regalo. Pero también es este el momento de sacar a pasear el palmarés y dar brillo a esas medallas justamente merecidas. Algunos de los reconocimientos más destacados recibidos por el Instituto en los últimos años son los premios de la Carta Europea de la Seguridad Vial, organizados por la Comisión Europea; también el premio de la organización internacional Safekids o el prestigioso Prince Michael Award. Y, por supuesto, las tres Medallas al Mérito de la Seguridad Vial que otorga el Gobierno, la primera de ellas conseguida por el Instituto MAPFRE de Seguridad Vial y las dos siguientes a dos de sus directores (Julio Laria y Jesús Monclús).
¿Cuántas vidas se han podido salvar gracias a esa acción fundamental?, preguntamos a Monclús. «Me temo que voy a contestar un poco “a la gallega”, que es el modo correcto de responder a preguntas complejas», arguye. «Lo que sí sabemos es que desde 1989, año en el que se alcanzó el máximo número de fallecidos en España, las muertes por siniestros de tráfico en España se han reducido en un 80 %, lo que equivale a más de 150.000 personas que han salvado su vida gracias a las mejoras en seguridad vial. Y, siendo uno de los actores destacados en dicho periodo y desde su creación en 1996, la contribución del Instituto MAPFRE de Seguridad Vial a dicho “milagro vial” es incuestionable. Aunque sigue quedando el dolor por todas las vidas que no se han podido salvar…». «Podemos decir sin exagerar que somos parte de la historia de la seguridad vial en España, como también en Latinoamérica», defiende en este sentido Antonio Huertas: «Casi podríamos decir que Fundación MAPFRE es en sí misma “una importante medida de seguridad vial”».
En este sentido, «España necesita revitalizar su política de seguridad vial en los próximos años», señalan Monclús y Pere Navarro, responsable de la DGT, en su introducción al libro Del infinito al cero. Así lo hicimos, «para luchar contra lo que se ha llamado agotamiento (otros lo ven como falta de inversión) de ciertas medidas de seguridad vial. En cualquier caso, para luchar contra las cifras de siniestralidad, y el dolor humano que representan, que no han mejorado en los últimos años, como sí lo hicieron, por ejemplo, en la década de los años 2010».
La movilidad sostenible, en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible impulsados por Naciones Unidas, puede otorgar parte de ese impulso. Las calles de nuestras ciudades y los usos que les damos están cambiando a paso de gigante. Desde el aumento de la peatonalización y la presencia creciente de los nuevos/viejos vehículos (bicicletas y patinetes eléctricos) hasta la llegada del coche eléctrico y su culminación con la conducción autónoma mediante inteligencia artificial. Pero como recomienda Jesús Monclús, «no debemos dejarnos deslumbrar por la tecnología, y tenemos que seguir insistiendo en educar, concienciar y promover la empatía entre todos los tipos de usuarios de las vías de circulación y, cada vez más, con nuestra madre tierra».

Dentro de otros 25 años, en el año 2046, si no antes, «habremos conseguido ya el Objetivo Cero víctimas graves y mortales en el tránsito», augura Monclús, sea gracias a la futura conducción autónoma, las nuevas medidas de seguridad que lleguen o al compromiso del conjunto de la sociedad. Una visión que parece accesible para España pero que en el conjunto del planeta, cuando todavía los muertos en la carretera superan el millón (1,35 millones en 2019 según la Organización Mundial de la Salud), parece más difícil de lograr. «No son “accidentes”, no son eventos “accidentales”, en el sentido de que no sean previsibles o evitables. Las lesiones de tráfico responden a factores de riesgo, o, en algunos casos, a claras imprudencias, conocidos y para los que disponemos de medidas preventivas muy eficaces. Solo tenemos que desplegarlas en toda la red, en todos los vehículos y hacer llegar la educación, la concienciación y la formación vial a todos los usuarios de las vías y a lo largo de toda su vida». En esa labor seguirá estando Fundación MAPFRE.